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Lo último por la noche son los bares tiki: exotismo de aquí
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Lo último por la noche son los bares tiki: exotismo de aquí

Aunque seamos el África europea, los bares de inspiración sesentera y los cócteles exóticos de la cultura tiki nos sitúan en el mapa global.

Foto: Foto: Bar Coconut
Foto: Bar Coconut

Aunque seamos el África europea, los bares de inspiración sesentera y los cócteles exóticos de la cultura tiki nos sitúan en el mapa global.Aunque churrarse es un deporte global que viene de la noche de los tiempos, porque al ser humano eso de estar consciente todo el rato como que le cansa, la ebriedad está llena de expresiones locales personalísimas (no se cuece igual un ruso que un panameño), conformando eso que llaman 'cultura'. Y en este planeta cada vez más pequeño, donde ya no sólo viajan colonos, militares, excéntricos o inmigrantes, el folclor trasciende lo etílico paragenerar verdaderas tendencias universales. Filtrada por el cartónpiedra de Los Ángeles, esa cosa tiki, que transformó lo polinesio en cócteles de frutas tropicales dentro de copas decoradas con sombrillasde flores y bautizadas con nombres como que se llamaron Zombie o Waikiki, también tiene sitio entre el sacrosanto bar de churros, el pub ochentero y las tascas galdobarojianas que mueren de viruela (o las reclama un nuevo hipsterismo espumoso).

Y en las ciudades de la España postmoderna, que no son sucesivassino simultáneas, y se entregan al ciudadano o al imbécil enteras como una fruta con piel, lo hawaiano ha pasado de excentricidad a sabor localizado en este Bizancio de sabores y ebriedades de la noche con eñe. Si algunos pensaron que pasar de la barra de zinc a la iluminación por LED fue la superación del edipismo paleto español, la nueva globalidad tiki reconcilia a Madrid y Barcelona con Estocolmo o Portland luciendo el folclor internacional con tanto o más carisma que el más carismático de los bares.

COCONUT BAR

Silvia Superstar, vedette underground y empresaria nocturna de éxito, ha creado un rincón tahitiano, garajero y serie B con sillones de mimbre, camareras uniformadas y sol de playa en tungsteno que reconcilia al carrocismo malasañero con una primera copa de calidad y tardes de zumos de fruta exótica.

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COCO BAR

Este amable rinconcito del barrio-universo Malasaña, además de cócteles currados, tucanes de madera, paredes forradas de caña y -casi- sensación de playa, puede sacar pecho por sus cosas de comer, con su totémico bocadillo de pastrami de ternera, macerado y asado con especias, quesirven cortado finísimo en mollete tostado con mostaza, mayonesa y pepinillos dulces.

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KAHALA

Este histórico bar de la Diagonal barcelonesa lleva cuatro décadas sirviendo cócteles espumosos en vasos combinados de frutas naturales en forma de cabeza totémica bautizados como Perla del Vicio o Lujuria Desenfrenada.

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TAHITÍ

En ese crisol maravilloso (o lumperío máximo) del Raval barcelonés, esta coctelería tiki, refundida sobre el mítico Benidorm, saca músculo con una carta larga de combinados exóticos que, aunque se termine bebiendo la sacrosanta ginebra, sumerge al profano en una noche distinta donde caben arrebatos surf y la reencarnación de Robert Mitchum.

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Aunque seamos el África europea, los bares de inspiración sesentera y los cócteles exóticos de la cultura tiki nos sitúan en el mapa global.Aunque churrarse es un deporte global que viene de la noche de los tiempos, porque al ser humano eso de estar consciente todo el rato como que le cansa, la ebriedad está llena de expresiones locales personalísimas (no se cuece igual un ruso que un panameño), conformando eso que llaman 'cultura'. Y en este planeta cada vez más pequeño, donde ya no sólo viajan colonos, militares, excéntricos o inmigrantes, el folclor trasciende lo etílico paragenerar verdaderas tendencias universales. Filtrada por el cartónpiedra de Los Ángeles, esa cosa tiki, que transformó lo polinesio en cócteles de frutas tropicales dentro de copas decoradas con sombrillasde flores y bautizadas con nombres como que se llamaron Zombie o Waikiki, también tiene sitio entre el sacrosanto bar de churros, el pub ochentero y las tascas galdobarojianas que mueren de viruela (o las reclama un nuevo hipsterismo espumoso).

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