Cuatro terrazas de nivel para que disfrutes del espíritu veraniego
Estábamos deseando salir a la terraza a que nos diera el aire. Y ahora que las olas de calor encadenadas parecen haber cedido a la brisa, parece que ya se puede
Estábamos deseando salir a la terraza a que nos diera el aire. Y ahora que las olas de calor encadenadas poarecen haber ceidod a la brisa, parece queya se puede.Lo estaba pidiendo a gritos nuestra idiosincrasia de aire libre e intemperie, calle y patio, mar y playa.Dice Guillermo González Menéndez, gerente del restaurante La Playa, en Luanco (Asturias), que sentarse en su terraza, cantábrica de libro, es “como ir enbarco”mientras los Picos de Europa asoman por la proa como un mascarón. Pero hay más: un balcón de leyenda colgado de un acantilado en la fabulosa Menorca donde sentirse el más bohemio y afortunado del paraíso en la tierra, una azotea en un hotel de gran ciudad para confirmarse en la fe urbanita y un invernadero de extrarradio donde sacarnos toda la primavera que llevamos dentro. Lo que hemos aprendido: que no hay terraza sin cócteles odjy sin naturaleza.Veamos.
1. ASOMADA AL MAR Y ENVUELTA EN LA LEYENDA: COVA D’EN XOROI (EN MENORCA)
Como si no le bastara la altura (en las nubes), la proximidad al mar (es casi un abrazo) o la piedra esculpida del acantilado que dibuja la isla. La Cova d’en Xoroi tiene, además, una leyenda para ilustrar con historia de amor y naufragio a cuantos se asomen a este balcón con pinta de ser el precipicio más bohemio de todas las geografías. En estas cumbres se toma el sol tanto como la luna. Está abierto por la mañana para tomar el aperitivo, por la tarde para dejarte querer por la música relajante en plan chill out y por la noche para la locura (o cordura) del baile, con djs nacionales e internacionales.
¿QUIERES MÁS? Te acordarás de Ulises en su viaje de regreso a Ítaca (esesí que fue slow). Y de Cavafis, que escribió aquello de “Pide que el camino sea largo./Que muchas sean las mañanas de verano/ en que llegues -¡con qué placer y alegría!-/ a puertos nunca vistos antes”. Este puerto lo tienes al sur de la isla, en Cala en Porter.
2. EN PLENO CENTRO DE UNA GRAN CIUDAD: EL ÁTICO DE LAS LETRAS (EN MADRID)
Ahora que los tejados son transitables, seremos gatos por fin. Tendremos la sensación del vuelo del pájaro y también su muy envidiadavista. Amaremos más la ciudad. Y nos sentiremos más elefantes que hormigas desde las alturas. Hemos ganado terreno y conquistado las azoteas. Empezando por la del Hotel de las Letras, un séptimo piso en la Gran Vía como recién pintado por Antonio López en plena huida del ruido y el tráfico, pero hacia arriba, jactándose de ser “el primer rooftop que se abrió al público en la capital”. Cuando subas a este ático tan literario, te sorprenderá la línea que dibuja sobre el cielo la ciudad y un menú “divertido y fácil”, definen sus responsables, que se renueva cada día, un showcooking por las tardes y una carta de cócteles, esta “refrescante y sofisticada” yde la mano de Carles Roca. Hablamos de mojitos y gin-tonic, pero también de otros cócteles recién llegados como el Gin Lichis o el Mezcólatras (mezcal con hierbas) para tomar sobre sillas y taburetes del todoterreno Philippe Stark. C/Gran Vía, 11.
¿QUIERES MÁS? Hay un jardín de limoneros, higueras, glicinias y hortensias, y pulverización de agua fresca para los días y las noches del verano. Y un dj para ti: Jaimote Island, que pincha las noches de los miércoles de 21 a 1h, y de jueves a sábados, de 23:30 a 2:30. El Ático abre a las 12 h (lunes cerrado).
3. LEJOS PEROCERCADEL MUNDANAL RUIDO: CABAÑA MARCONI (EN ALCOBENDAS, MADRID)
Fue un invernadero, tiene nombre de cabaña y está en las afueras de Madrid, en un lugar con vocación epicúrea del Encinar de los Reyes. Dicen que diseñadores, escritores y fotógrafos buscan aquíinspiración. Porque a esta terraza acristalada le guardan las espaldas árboles que ya cumplieron cien años y mucho verde. Y porque hasta esta nunca suficientementebendecida periferiano llega el ruido de la gran ciudad ni aún queriendo. Tanto es su bucolismo. Un lugar con flores y libros, en el que el cielo se cuela por todas partes. C/Camino del Cura, 233.
¿QUIERES MÁS? Hay tablas de surf por las paredes, vieja pasión de los dueños (Marcos Olazábal al frente). Y una gastronomía que suma tradición mediterránea (las paredes son de intenso color azul) con los sabores del norte de Europa. Recetas suecas y de mamá (de Maud, la madre de Olazábal), lo nórdico entre encinares. Toast Skagen (la tradicional tosta de gambas del mercado de Estocolmo) pero también las anchoas de Santocha en edición limitada.
4. ENTRE SOMBRILLAS Y TOALLAS, JUNTO A LA ARENA: LA PLAYA (EN LUANCO, ASTURIAS)
Si estás en Asturias, cerca de Luanco, y alguien te dice: “Vamos a la playa”, entérate bien del plan. Porque en este rincón norteño, La Playa es más que la arena. Es un restaurante con terraza (¿o habría que decirlo al revés?), que se ha convertidoen la última sensación cantábrica. En este varadero, hasta el pulpo, que se cocina braseado en la parrilla, es cool. Hay peces y no solo en la cocina, ni solo en el plato. En La Playa, se disfruta y se pecea. Los nobles del entretenimiento y el buen vivir hacen un alto en este lugar cuando andan por la cornisa. Los veraneantes del norte son sibaritas de plus y en Playa Luanco lo saben. Podría ser una taberna de puerto aún más al nortepor su decoración, tan marinera. Apuntátela para el desayuno, la comida, la cena y, por supuesto, las copas,cócteles, música y disc jockey (los fines de semana). Avda. del Gayo, 82.
¿QUIERES MÁS? La terraza de La Playa no es solo para el verano: abren los 365 días del año (fuera de temporada, atendida desde el restaurante). La carta cambia como la marea. Atenciónal bonito del Cantábrico o al calamar de potera. Y a la decoración: es marinera pero no de cofradía de pescadores, sino de barrio emergente de gran ciudad y caída con gracia en la tentación del diseño.
Estábamos deseando salir a la terraza a que nos diera el aire. Y ahora que las olas de calor encadenadas poarecen haber ceidod a la brisa, parece queya se puede.Lo estaba pidiendo a gritos nuestra idiosincrasia de aire libre e intemperie, calle y patio, mar y playa.Dice Guillermo González Menéndez, gerente del restaurante La Playa, en Luanco (Asturias), que sentarse en su terraza, cantábrica de libro, es “como ir enbarco”mientras los Picos de Europa asoman por la proa como un mascarón. Pero hay más: un balcón de leyenda colgado de un acantilado en la fabulosa Menorca donde sentirse el más bohemio y afortunado del paraíso en la tierra, una azotea en un hotel de gran ciudad para confirmarse en la fe urbanita y un invernadero de extrarradio donde sacarnos toda la primavera que llevamos dentro. Lo que hemos aprendido: que no hay terraza sin cócteles odjy sin naturaleza.Veamos.
- Un verano para tirarse a la bartola: los mejores destinos con hamaca Ángeles Castillo
- Marbella resiste: jet set, aristocracia DJ y postureo Ana Sánchez Juárez
- Cinco hoteles de lujo en medio de la gran ciudad y con piscina Ángeles Castillo