Artesanía, terrazas... Cuatro sitios en Madrid para descubrir con el (deseado) buen tiempo

Madrid no es París. Pero con la llegada de la primavera ofrece planes en clave chic. La capital estalla con junio y sus deseadas altas temperaturas. Y con los últimos estertores de la primavera, en la ciudad germinan locales nuevos –y otros que no lo son tanto– que bien valen una visita ahora que el termómetro está de nuestro lado.

Sí, queda claro que Madrid no es París. Ni falta que le hace. Ya que la capital goza de rincones con mucho 'savoir faire' que la convierten en destino imprescindible para los urbanitas amantes de los locales con arte, gastronomía y decoración. Aquí va una nómina de ellos por los que merece la pena hacer un alto en el camino, para recrearse y exprimir esa urbe en la que, por fin, brilla el sol.

1. Para amantes de la artesanía

Cerámica de Níjar, textiles del País Vasco o piezas de vidrio de Mallorca, entre otros, son solo algunos de los objetos artesanales que habitan en el número 13 de la calle Puebla. Este local, que lleva por nombre Hijo de Epigmenio, destila cierto gusto por el menaje con alma. Quienes quieran dar un toque diferencial a sus mesas, aquí hallarán parada y fonda, en un espacio ecléctico donde todo lo que tenga la etiqueta de 'vintage' huele a nuevo. ¿A la caza de una docena de cuencos con motivos chinescos propios del Cabo de Gata almeriense? Aquí los tienen todos y de todos los colores. La primavera también se escribe en clave decorativa.

2. Madrid a vista de pájaro

La capital, sus terrazas y sus azoteas son tres de los ingredientes del mejor cóctel primaveral. La planta 12 del novísimo hotel VP Plaza de España Design esconde un rincón desde el que es posible otear los tejados de Madrid a vista de pájaro. Lleva por nombre Gingko Sky Bar y promete ser uno de los locales en los que fashionistas y trendsetters gustarán de ver y ser vistos.

Studio Gronda ha sido el encargado de dar forma a este local distribuido en dos zonas: una cubierta y otra al aire libre, desde la que se llega a divisar el celebérrimo templo de Debod o el Palacio Real. La parte cubierta, cuyo techo emula las formas típicas de la papiroflexia japonesa (u origami) y que contrasta con los juegos geométricos de sus suelos de mármol, así como la disposición de sus mesas, butacas o sillones le otorgan un aire propio de los clubs de fumadores de antaño.

¿Y de la gastronomía? Hay mucha tela que cortar: ofrece platos tradicionales que conviven con otras recetas de corte asiático como sus huevos rotos de atún con arroz del delta del Ebro o su tataki de solomillo de vaca. Y aún hay más: porque quienes busquen disfrutar de una velada -cóctel en mano- también encontrarán sendas opciones como su piña colada 74 años después o su raesig, elaborado a base de cachaza, coco, mandarina, chocolate blanco y zumo de mango. Las noches de Madrid en primavera se escriben aquí.

3. Una tienda con arte

Toca vivir Malasaña y hacerlo con arte. La Causa Galería –situada en el número 27 de la calle de Jesús del Valle– se ha erigido como el nuevo rincón en el que recalan los amantes del arte emergente nacional e internacional. Artistas urbanos, ilustradores y dibujantes encuentran en este singular local su punto de encuentro. Un espacio articulado en dos ambientes que sirven de exposición y venta de algunas de sus obras gráficas.

Esta antigua tapicería reconvertida hoy en galería de arte acogerá hasta el próximo 23 de junio la exposición 'Entre un olé y un suspiro'. Una muestra de la autora Rebeca Khamlichi que entremezca dos series de lienzos que tienen a la mujer como gran protagonista. Mujeres con o sin tatuajes, a veces armadas, capaces de mirar desafiantes a todo aquel que desee disfrutar de esta colorista retrospectiva tan flamenca como pop.

4. Nuevo templo del perfume

Algo de místico esconden los 80 m2 en los que se despliega este novísimo local en el número 12 de la calle Príncipe. Lleva por nombre La Basílica Galería y, lejos de lo que su nombre pudiera indicar, en ella aguarda una cuidada selección de perfumes tan innovadores como curiosos. Firmas como Beaufort London, Bogue, Homo Elegans o Nasomatto, entre otras, forman parte de una suerte de “joyas invisibles”, como indica Piotr Rybaczek, su dueño.

Este espacio, que tiene su precedente en otro ubicado en el barrio gótico de Barcelona, conserva cierto romanticismo y un halo barroco que da a quienes se dispongan a cruzar el umbral de su puerta principal la sensación de entrar en un lugar ajeno al tiempo. Eso sí, conserva la estética original del mismo con paredes revestidas de mármol y empapeladas en color burdeos que conviven, a su vez, con otros objetos que son un guiño al modernismo barcelonés. Un lugar que es como una isla del tesoro donde las pituitarias de los amantes de los perfumes bailarán hasta la extenuación.

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