Manicura rusa, qué es y por qué puede que ya la hayas probado
Puede que no la conozcas por su nombre, pero seguro que te la han ofrecido en tu salón de belleza e incluso la has probado. Ahora es tendencia y todo el mundo la quiere
Cuando se trata de la manicura suele ocurrir aquello de ‘para gustos los colores’ y no solo por la amplia gama cromática a nuestra disposición, sino por la variedad de estilos, formas y técnicas al alcance de nuestras manos, y nunca mejor dicho.
En el mundo de las adictas a las uñas en particular existe una corriente que viene del Este y que ha puesto de moda las manicuras de uñas de grandes superficies en las que nada le quite protagonismo al color o diseño, pero ¿cómo se logra tener uñas más grandes sin usar acrílico o dejarlas crecer durante semanas? La manicura rusa tiene la solución.
Cuando decimos todo fuera, es realmente todo fuera. Para aplicar el esmalte con mayor precisión y lograr que la uña parezca más grande, la manicura rusa propone quitar la cutícula, no retirarla, no, cortarla de raíz.
Una de las primeras sensaciones a la hora de hacerte una manicura es el temible -y a veces doloroso- momento de retirar las cutículas. La ‘membrana’ que sirve de nexo entre la uña y la piel puede ser en algunas ocasiones muy gruesa dificultando y afeando la manicura, por eso se suele retirar con ayuda de un palo de naranjo.
Sin embargo, en la manicura rusa lo que se logra es eliminarla (no de forma permanente). Para ello se utiliza una fresa, así, en plan industrial, para cortar la cutícula de una forma más precisa y limpia; sin embargo, se necesita mucha experiencia para realizar esta técnica, por ello se aconseja solo probar la manicura rusa en centros estéticos especializados. Cada zona de la uña es tratada con una pluma diferente, cambiando su forma y grosor para que se adapte a la uña, a la cutícula, a los laterales, a dar forma...
Además de quitar la parte de la cutícula pegada a la uña, se elimina también toda la parte de la cutícula que se encuentra sobre la piel. De esta forma, la sensación que se logra es la de que nunca hubiera habido cutícula. La uña se ve más limpia y homogénea, perfectamente diferenciada del resto del dedo.
Para completar el proceso, con la misma fresa con la que se ha eliminado la cutícula de la uña y de la piel, pero cambiando la forma de la pluma, se eliminan las durezas y ‘pellejitos’ que quedan en las esquinas de la uña, dejando la piel perfecta. La finalidad de la manicura rusa es dejar la mano limpia de pieles e imperfecciones y lograr que la uña quede lo más despejada posible para que parezca más grande y el esmalte se aplique de una forma más sencilla.
Precisamente retirar o eliminar la cutícula puede tener efectos secundarios como infecciones o la aparición de la línea de Beau, esas pequeñas marcas que hacen que la superficie de la uña no sea regular. De ahí la vital importancia de que la cutícula se trabaje con mucho cuidado y delicadeza. Las fresas que utilizan en este tipo de manicuras tienen diferentes cabezales con formas que se adecúan a las diferentes zonas de la uña.
La manicura rusa es precisamente la más demandada en el país asiático y muestra de ello son las top models rusas. Las impresionantes, grandes y siempre perfectas uñas de Irina Shayk deben su acabado natural a la manicura rusa. La modelo nunca suele llevar las uñas largas; sin embargo, siempre se ven grandes y jamás se observa ni una sola imperfección en ellas. Natalia Vodianova o Natasha Poly también suelen llevar manicura rusa.
Cuando se trata de la manicura suele ocurrir aquello de ‘para gustos los colores’ y no solo por la amplia gama cromática a nuestra disposición, sino por la variedad de estilos, formas y técnicas al alcance de nuestras manos, y nunca mejor dicho.