Villandry, un sueño español en el valle del Loira
En 1906 Joaquín Carvallo, un médico de Don Benito (Badajoz), compró con la fortuna de su esposa el castillo de Villandry, a orillas del río Cher,
En 1906 Joaquín Carvallo, un médico de Don Benito (Badajoz), compró con la fortuna de su esposa el castillo de Villandry, a orillas del río Cher, uno de los afluentes del Loira. Cien años después, su jardín neorrenacentista es el más visitado de Francia. "El doctor Carvallo buscaba la armonía perfecta entre el palacio y el jardín", explica Henri Carvallo, de 43 años, que evoca el sueño hecho realidad por su bisabuelo mientras, orgulloso de sus orígenes, enseña sus posesiones a los turistas.
El castillo de Villandry, de 1536, fue construido por Juan el Bretón, secretario de Estado de Francisco I, el rey francés que tantas guerras libró con Carlos I de España. Tras pasar el palacio por varias manos, incluidas las napoleónicas, en el siglo XIX se destruyó el jardín original renacentista para sustituirlo por un jardín inglés, menos costoso de mantener.
Pero la historia del castillo cambió para siempre de la mano de un extremeño visionario y heredero de aquellos que se lanzaron a conquistar el nuevo mundo. Carvallo había nacido en 1869 en Don Benito. La muerte temprana de su madre y la desaparición posterior de su padre, tras un segundo matrimonio, dejó a los ocho hermanos Carvallo en una difícil situación.
Pero Joaquín, tras estudiar brillantemente la carrera de Medicina en Madrid, viajó a París a trabajar con el doctor Charles Richet, que en 1913 ganaría el Nobel por sus investigaciones en Fisiología. Sin embargo, su vida dio un giro inesperado al coincidir en el laboratorio de Richet con una joven becaria de Lebanon (Pensilvania, EEUU), Ann Coleman, heredera de un importante negocio siderúrgico, de quien se enamoró mientras discutían acaloradamente sobre la guerra que entonces (1898) enfrentaba a sus países.
Con la fortuna de los Coleman, los Carvallo huyeron de París y buscaron una casa en la que vivir plácidamente con sus tres hijos y donde poder colgar la colección de arte español del XVII que habían ido acumulando y que hoy, cien años después, muestra su bisnieto Henri a los visitantes: Zurbarán, Alonso Cano, Juan de Arellano, Berruguete... Imbuido de una gran religiosidad, Carvallo abandonó la medicina y se dedicó en cuerpo y alma a devolver su antiguo esplendor a Villandry, un "caserón" semiderruido por el que había pagado 120.000 francos a un anciano farmacéutico local.
Entre los muros del castillo, el médico español abrazó el misticismo castellano de la mano de Santa Teresa, San Ignacio de Loyola y San Juan de la Cruz. "El arte -decía Carvallo- nace de una larga contemplación de la naturaleza mediante la cual el espíritu humano penetra en la esencia íntima de las cosas ... y se eleva hasta Dios en un esfuerzo supremo".
Para recuperar el jardín renacentista, el dombenitense recurrió a fuentes documentales, como el tratado de Androuet de Cerceau sobre los palacios del XVI o el "Monasticon gallicanum", un conjunto de grabados sobre los jardines de las abadías benedictinas. Pero la clave de Villandry fue la contratación de dos paisajistas andaluces, Antonio Lozano y Javier de Winthuysen, que imprimirían a los jardines ese aire morisco y español que atrae cada año a cientos de miles de visitantes.
"Cada vez vienen más españoles", asegura Henri a Efe mientras recorre la huerta y rememora el importante trabajo desarrollado por Winthuysen, el primero de una carrera paisajística que le llevaría a ser considerado el jardinero de la generación del 27 y a recuperar los jardines del Palacio de la Moncloa. Los jardines de Villandry están hoy divididos en cuatro áreas temáticas: el jardín ornamental (dedicado al amor tierno, el amor apasionado, el amor infiel y el amor trágico), el jardín del agua, el jardín de las hierbas aromáticas y medicinales y el huerto.
Este último, inspirado en los huertos monacales y que juega con los vivos colores de los puerros, las lombardas, las remolachas o las calabazas, nació en la Primera Guerra Mundial, cuando Carvallo descolgó la bata blanca para atender a los soldados heridos, cobijados en el palacio, y tuvo que darles de comer. Tras destacar en la década de los años veinte como un mecenas del arte español en Francia, Carvallo fundó la "Demeure Historique", la entidad que permitió la recuperación y apertura al público de propiedades históricas en manos privadas.
"Joachim" Carvallo -como le llaman en Francia- murió en 1936. Fue enterrado en la iglesia local y no en el cementerio porque, según recuerda su aristocrática familia, "no quería que la resurrección le sorprendiera al lado de un socialista".
En 1906 Joaquín Carvallo, un médico de Don Benito (Badajoz), compró con la fortuna de su esposa el castillo de Villandry, a orillas del río Cher, uno de los afluentes del Loira. Cien años después, su jardín neorrenacentista es el más visitado de Francia. "El doctor Carvallo buscaba la armonía perfecta entre el palacio y el jardín", explica Henri Carvallo, de 43 años, que evoca el sueño hecho realidad por su bisabuelo mientras, orgulloso de sus orígenes, enseña sus posesiones a los turistas.