Mapeamos el corazón del Chiado, el barrio más bohemio y chic de Lisboa, en cinco horas
Viaje exprés por trabajo: horror. Seamos positivos: tienes cinco horas libres. Centra tu objetivo y lánzate a descubrir palacios, casonas, iglesias y otros templos del shopping más chic
Saudade: soledad, nostalgia, añoranza. Lisboa vive envuelta en ella y es esta característica, precisamente, la que hace de la capital de Portugal un lugar adorable en el que reencontrarse con uno mismo paseando junto a la desembocadura del Tajo o perdiéndose por sus empinadas cuestas repletas de palacetes formidables, casonas señoriales y hermosas iglesias. Lisboa es saudade, pero también es luz y alegría cuando el sol del verano y el salitre del Atlántico le ganan la batalla al gris de las borrascas y el invierno.
Nos enfrentamos a 25 horas en Lisboa, cosas del trabajo, así que no queda demasiado margen de acción para ejercer de viajeros inquietos. Por fortuna, el destino nos ha reservado una habitación en un recoleto hotel que —además de servirnos de centro de operaciones— nos sitúa en el epicentro de varias calles llenas de tiendas con encanto y personalidad.
Nuestro radio de acción será una ‘sinuosa línea recta’ que trazaremos a pie entre el jardín botánico de la ciudad, en la zona alta de Príncipe Real, y la plaza Duque da Terceira, ya en la confluencia del río y el océano. Estamos en el corazón Chiado, el barrio más bohemio y chic de Lisboa.
El trabajo no nos ha dejado demasiado margen de acción. Son las cinco de la tarde. Hay que espabilarse. Empezaremos adentrándonos en el decadente Palacete Riveiro da Cunha por puro instinto: parecía una coctelería elegante —que también— y acabó siendo una pop-up con numerosas firmas de diseño portugués: ropa, decoración, muebles, lámparas, coffee table books y cien objetos de deseo más que te llevarías a casa si cupiesen en ese avión privado que aún no tienes.
Emprendemos el descenso por la rua Dom Pedro V hasta que otro escaparate acapara poderosamente nuestra atención. Bernardo Atelier es un lugar tremendamente magnético que se define a sí mismo como sigue: “Vendemos cosas útiles e inútiles, bonitas y feas, imaginadas para ti y para otros, cosas increíbles, cosas para sentirse bien, para verse guapos, cosas que no se olvidan”. Y es verdad. Cables antiguos, paños de cocina, jabones exóticos, latas retro, ropa chula, zapatos modernos, vajillas y cubiertos originales. Un no parar de desear. Ya vamos por dos aviones.
El local vecino, suerte la nuestra, es Solar, la tienda de antigüedades más fascinante en la que hemos entrado hasta la fecha. Solar habla del gusto exquisito de sus propietarios. Cada alfombra, cada mural, cada mueble, cada porcelana cuenta su propia historia. Resulta especialmente apabullante la colección de azulejos de los siglos XVI al XIX, cuyos precios oscilan entre los 20 y los más de 500 euros la pieza. Maravillas en azul marino que formaron parte de la piel de las mejores casas portuguesas.
Seguimos bajando con parada técnica en el mirador de los jardines de São Pedro de Alcântara y unas estupendas vistas sobre el centro de la ciudad y el Castelo de São Jorge, origen de la ciudad. Entramos en la rua da Misericórdia —siempre siguiendo nuestra 'sinuosa línea recta'— para toparnos con Comur, tienda de recuerdos de la mítica empresa conservera de Portugal.
Todo empezó para ellos en 1942 enlatando sardinas. Hoy son un pequeño gran imperio que lo envasa todo: huevas de bacalao, caballa, atún, pulpo, mejillones, truchas, anguilas, dorada, corvina, caracoles de mar y otras ilustres hijos de Poseidón. ¿Qué debes comprar? Sin lugar a dudas: una lata con tu año de nacimiento, siempre y cuando no hayas visto la luz antes de 1942.
Pocos metros más abajo, en el 76 de esta rua da Misericórdia, nos reencontramos con nuestro alojamiento lisboeta, el 9Hotel Mercy, un confortable rincón al que le encaja especialmente bien la etiqueta boutique. Imaginado por el arquitecto de renombre internacional Miguel Saraiva, las habitaciones del Mercy combinan diseño contemporáneo con elegantes toques clásicos.
Terciopelo y seda natural en las paredes y una paleta de tonos cálidos mandan en este hotel estratégicamente localizado en el corazón del Chiado. En la fachada, cómo no, hermosos azulejos con el color del mar.
La noche ha caído y tras un café en la mítica A Brasileira, en el 122 de la rua Garrett, imaginando a Fernando Pessoa en animada tertulia con la intelectualidad de su época, recalamos en Carnal, un divertido gastrobar de sabores mexicanos reinterpretados y margaritas perfectos. Antojitos, tacos, quesadillas y alegría.
Ahora de irse a dormir. ¡Maravilla! Carnal está pegado al 9Hotel Mercy. Ascensor y a la cama que mañana toca volar pronto. Esta saudade nos ha sentado especialmente bien. Hasta la próxima, Lisboa.
Saudade: soledad, nostalgia, añoranza. Lisboa vive envuelta en ella y es esta característica, precisamente, la que hace de la capital de Portugal un lugar adorable en el que reencontrarse con uno mismo paseando junto a la desembocadura del Tajo o perdiéndose por sus empinadas cuestas repletas de palacetes formidables, casonas señoriales y hermosas iglesias. Lisboa es saudade, pero también es luz y alegría cuando el sol del verano y el salitre del Atlántico le ganan la batalla al gris de las borrascas y el invierno.
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