El duque de Alba, su bisabuela Rosario y Cristóbal Colón: entramos en la nueva exposición del palacio de Liria
El noble ha estado presente en la inauguración de 'Cartas de Colón. América en la Casa de Alba', donde ha defendido la figura de su antepasado y ha posado ante los medios
El Palacio de Liria ha encontrado, mediante sus exposiciones y la política aperturista del duque de Alba (con visitas al inmueble incluidas) una vía para gestionar su patrimonio y mantener vivo uno de los lugares con más encanto del centro de Madrid. Y es que, a estas alturas de la contaminación, del tráfico y de los edificios de todo tipo y color, Liria sigue siendo un oasis en medio del caos capitalino. Tal y como contaba nuestra compañera Cote Villar en este medio, es una de las residencias privadas más importantes dela capital, con sus 3.500 metros cuadrados, sus 200 habitaciones y sus 26 salones. Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo pretende hacer accesible ese patrimonio para que siga en pie o, como dijo Lampedusa en 'El Gatopardo', "cambiar todo para que nada cambie".
El visitante de Liria ya ha podido ver los jardines o los vestidos de la mismísima duquesa. Y ahora tendrá acceso a documentos bastante insólitos. Este jueves se inauguraba la exposición 'Cartas de Colón. América en la Casa de Alba', que pone en valor el patrimonio americano conservado en la colección familiar, revelando también la estrechísima relación entre la Casa de Alba y América desde tiempos colombinos. La comisaria de la muestra, Consuelo Varela Bueno, investigadora de la Escuela de Estudios Hispanoamericanos del CSIC y especializada en la figura de Cristóbal Colón, y Álvaro Romero Sánchez-Arjona, director cultural de la Fundación Casa de Alba, fueron los anfitriones de la prensa este jueves por la mañana, preludiando la llegada del propio duque, que también posó ante los medios.
Entre sus muchos atractivos (más de 150 piezas como documentos, objetos precolombinos y de la etapa virreinal, retratos inéditos y artes decorativas serán expuestas), la exposición cuenta con 24 autógrafos de Cristóbal Colón. El cómo y el porqué el palacio de Liria custodia ese valioso tesoro histórico es lo primero que quiso explicar el duque de Alba cuando la prensa entró a la sala dedicada a la duquesa Rosario. Ella fue la que encontró los valiosos escritos entre papeles de los de tirar a la basura. "Mi bisabuela", comentó el noble, destacando que su antepasado las publicó en 1892, cuando se celebró el cuarto centenario del descubrimiento de América. "En aquel momento no la apoyaron por ser una mujer", defendió. Breve, conciso y de pocas palabras, el noble también bromeó con los reporteros, añadiendo que esas misivas también serán visibles al público por su decisión. "Y gracias a mí", dijo con una sonrisa.
Tal y como explicaba Consuelo Varela, no solo una estudiosa, sino una ferviente apasionada de la hoy tan denostada figura de Cristóbal Colón, en esas cartas podemos descubrir a "Colón, el hombre". Documentos curiosos, misivas dirigidas a los Reyes Católicos o a su hijo Diego en las que descubrimos, por ejemplo, que era un hombre muy coqueto, que se quejaba de la pérdida de sus privilegios o de que le dolían las manos. En las que envió en concreto a su hijo también leemos cómo se lamenta, como cualquier padre del siglo XXI, de que su prole no le escriba más a menudo.
Justo en la sala donde se exponen los escritos el duque recibió una llamada que contestó brevemente, para dejar que los medios siguiesen fotografiándolo al lado de los retratos del navegante que ocupan la misma sala. Porque la imagen de Colón no era ni la del Gerard Depardieu de '1492: la conquista del paraíso' ni la de las pinturas más famosas. De hecho, la parte pictórica de esta Sala de Cartas de Colón' se llama 'El hombre sin rostro' porque no queda demasiado claro cuál era el aspecto físico de una de las figuras más importantes de la Historia.
Otros retratos de la exposición proporcionan una información valiosísima sobre el estrecho vínculo de la Casa de Alba con el descubridor de América. Por ejemplo, que exisitó un tal Jacobo Fitz-James Stuart (apellido actual de los Alba) y Colón, descendiente de ambas familias, que fue el responsable de aglutinar esas cartas de su célebre antepasado. En la pintura que muestra a Jacobo, un óleo obra de Louis-Michel Van Loo que data de 1740, lo vemos señalando a la mar, con ese dedo índice que se ha convertido en parte de la iconografía del propio marinero genovés. Es curioso ver ese mismo gesto en uno de sus descendientes.
Para admiradores de la heráldica, muchos de los escudos de la época expuestos muestran, entre sus elementos, a animales característicos de América que el español de entonces no había visto en su vida. Otra de las curiosidades de una exposición que está llamada a convertirse en uno de los mayores reclamos del Palacio de Liria. De ahí la importancia de la presencia del propio duque en la mañana de este jueves. Una jornada con recuerdo a su bisabuela Rosario incluido.
El Palacio de Liria ha encontrado, mediante sus exposiciones y la política aperturista del duque de Alba (con visitas al inmueble incluidas) una vía para gestionar su patrimonio y mantener vivo uno de los lugares con más encanto del centro de Madrid. Y es que, a estas alturas de la contaminación, del tráfico y de los edificios de todo tipo y color, Liria sigue siendo un oasis en medio del caos capitalino. Tal y como contaba nuestra compañera Cote Villar en este medio, es una de las residencias privadas más importantes dela capital, con sus 3.500 metros cuadrados, sus 200 habitaciones y sus 26 salones. Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo pretende hacer accesible ese patrimonio para que siga en pie o, como dijo Lampedusa en 'El Gatopardo', "cambiar todo para que nada cambie".
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