Este rincón andaluz, de apenas 300 habitantes, ha sabido reinventarse combinando la tradición alpujarreña con una original temática esotérica. Según cuenta la leyenda, durante la repoblación cristiana del siglo XVI llegaron a la zona familias procedentes del norte de España y de Europa central, trayendo consigo antiguas supersticiones y rituales. Hoy, esas historias forman parte de su identidad turística, y pasear por el pueblo es como sumergirse en un universo de pócimas, hechizos y símbolos mágicos. En Soportújar, cada rincón tiene un toque de misterio. Las papeleras están diseñadas como pequeños calderos, los balcones se decoran con escobas y figuras de brujas, y en las fachadas abundan los murales con motivos mágicos. Uno de los lugares más fotografiados es la fuente de las brujas, presidida por una figura que parece vigilar el pueblo desde su escoba. Pero el punto más encantador —y también el favorito de los niños— es la casa de Hansel y Gretel, una colorida construcción inspirada en el cuento clásico, rodeada de dulces gigantes y detalles que despiertan la imaginación. También destacan la Cueva del Ojo de la Bruja, donde según la tradición habita una hechicera, y la Bruja Baba Yaga, una escultura gigante que recuerda a la figura del folclore eslavo.
Aunque Halloween es la época en la que Soportújar luce más mágico, el pueblo mantiene su encanto durante todo el año. Los visitantes pueden recorrer sus miradores con vistas espectaculares a la Alpujarra, descubrir sus calles blancas llenas de flores o hacer rutas de senderismo que conectan con pueblos vecinos como Pampaneira o Capileira. Además, cada verano se celebra Embrujao, una fiesta temática en la que el pueblo se llena de música, teatro y rituales simbólicos, todo con una estética mágica que atrae a visitantes de toda España.
Soportújar no es solo un destino turístico, sino una experiencia sensorial que combina naturaleza, cultura y fantasía. Si este Halloween buscamos un plan diferente, lejos del bullicio de las grandes ciudades, este pequeño pueblo granadino te espera entre montañas… con calderos, escobas y una buena dosis de magia.