Eugenia Martínez de Irujo sobre Jesús Aguirre: "Era muy malo"

“Era muy malo”. Así de simple y así de rotunda se mostró Eugenia Martínez de Irujo al referirse a Jesús Aguirre, segundo marido de la duquesa de Alba, con la que se casó cuando ella solo tenía ocho años. Unas declaraciones sorprendentes por inesperadas –es la primera vez que habla en público de ello a sus 50 años recién cumplidos– y por el lugar donde se produjeron: las Islas Feroe, durante la grabación del programa 'Planeta Calleja', donde Eugenia ha vivido toda una aventura.

“Cuando se casó con Aguirre fue pésimo para nosotros. Era muy culto, pero cero humano”, añadió para recordar luego el momento más traumático para ella: “Me llamó a su despacho y dijo que si seguíamos viviendo en casa era gracias a él. Que si le pasaba algo a mi madre, que según él estaba enferma del corazón, cosa que era mentira, yo sería la culpable. Yo tenía 11 años. Lloré mucho”.

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Jesús Aguirre, o el cura Aguirre, como le llamaban sus fieles, era un estudioso teólogo junto con su amigo Ratzinger, que después sería Benedicto XVI. El círculo más íntimo de la aristócrata estaba horrorizado con la perspectiva de que se casaran –algo que ocurrió tan solo cuatro meses después de conocerse–, sobre todo porque consideraban que Aguirre formaba parte de lo que se denominó en aquellos años 'curas rojos'. Interesado, arribista, cazafortunas y derrochador fueron otras de las lindezas que le dedicaron en la época. Su matrimonio con Cayetana Fitz-James Stuart duró desde 1978 hasta que falleció en 2001.

Para quien sí tuvo mejores palabras Eugenia fue para el último marido de su madre, Alfonso Diez: “Es educado y cariñoso. Claro que al principio nos resultó extraño, hasta que lo conocimos. Cuidó e hizo feliz a mi madre”. En la paz de la naturaleza ártica hubo tiempo para hablar también de su matrimonio con Francisco Rivera Ordóñez, de su actual pareja, Narcís Rebollo, y del reparto de la herencia con sus hermanos, “que se resolvió rápido y bien”.

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Por supuesto, también tuvo palabras de recuerdo para su madre: “Tras su muerte lo pasé muy mal. Estaba muy unida a ella y tenía una personalidad y un humor irrepetibles. La tengo siempre muy presente. Me reconforta pensar que sigue aquí de alguna forma”. Aunque eso no evita que confiese que fue una chica rebelde y que no obtuvo por parte de su madre todo el cariño que a ella le hubiera gustado: "El cariño de mi madre escaseaba", confesó.