Emilia Pardo Bazán y Benito Pérez Galdós: las pasionales cartas de dos genios
Si te gustan sus obras, te encantará descubrir que los escritores mantuvieron una relación romántica muy intensa hace más de un siglo
La literatura nos ha enseñado a viajar a diferentes escenarios y tiempos a través de sus palabras. Sin embargo, en la mayoría de los casos, existe una temática favorita que inunda cualquier género literario. Las historias de amor, en época de guerra, en palacios, el espacio o en un sótano terrorífico, lo inundan casi todo.
Podría parece que ya está todo inventado en cuestión de romanticismo literario, pero seguro que aún queda mucho por imaginar o por contar. Por ejemplo, deleitarnos en un libro con maravillosas historias como las de Miguel Delibes o Conchita Montenegro.
De hecho, vamos a añadir un romance más a esta lista de posibles libros que nos encantaría leer, la de Benito Pérez Galdós y Emilia Pardo Bazán. La unión de dos genios literatos que recordamos para celebrar el centenario del fallecimiento de una de las gallegas más importantes: Emilia Pardo-Bazán y de la Rúa-Figueroa, condesa de Pardo Bazán.
Nos ponemos en situación, estamos a finales del siglo XIX con dos de los nombres más ilustres de la literatura en castellano y también en gallego (en el caso de ella). Además de sus obras, la vida de ambos escritores es intensa y muy interesante, por lo que no pierdas la ocasión de leer también sus biografías, pero hoy nos queremos centrar en la relación epistolar que ambos mantuvieron durante décadas.
"Miquiño mío"
Todo comenzó, según se estima, sobre el año 1881 cuando Emilia Pardo Bazán comienza a escribir a un escritor más experimentado en busca de consejo. "Ilustre maestro y amigo" o "querido y respetado maestro", son algunos de los encabezamientos de las cartas que se conservan, como podemos ver en el libro 'Miquiño mío: cartas a Galdós', de Isabel Parreño y Juan Manuel Hernández.
Su relación se iniciaba así de una forma amistosa y profesional, pero fue derivando con los años en algo mucho más intenso. Asentada ya en Madrid, donde Benito Pérez Galdós vivía también, Emilia Pardo Bazán se separa de su marido, José Quiroga, en 1883 al no verse apoyada en su carrera en la prensa.
Su esposo le habría exigido que se retractase de algunos de sus artículos publicados y que eligiese entre la literatura y su matrimonio. Pues Pardo Bazán lo tuvo claro, y eligió las letras.
Una decisión difícil en la época, aunque para ella un poquito menos, dado que era noble (heredaría de su padre el título de condesa de Pardo Bazán con el famoso pazo de Meirás), venía de una familia con dinero y, más importante, tenía su propia fortuna, que le permitió seguir dedicándose a su pasión por la escritura.
Así, a partir de 1884 comienza a cartearse y verse de forma más asidua con el autor, con el que mantiene una admiración mutua. Dos escritores de pleno éxito, él por el triunfo de 'La desheredada' y ella por 'La cuestión palpitante'. Un tiempo donde en sus cartas podemos leer encabezamientos como 'amigo querido e inolvidable' o 'amigo querido y no digo más'.
El misterio de las cartas de Galdós
Mencionamos siempre las cartas de Pardo Bazán porque son las que más se conservan, 92 en total de forma pública, ya que de Galdós solo se mantiene una, que envió a la escritora en 1883. Aunque los expertos dan por supuesto que (al analizar las contestaciones de ella) eran muy similares en fogosidad.
Aunque, según se publicó el pasado mes de diciembre, el librero Guillermo Blázquez, perteneciente a la Asociación de la Cuesta de Moyano de Madrid, sostiene que no están perdidas sino en manos privadas. Asegurando que él las vio en una biblioteca particular hace 30 años. "Me las enseñaron en secreto y me pidieron discreción", aseguró en 'ABC'.
Una amistad que va creciendo entre las calles de Madrid y sus constantes viajes y que va un paso más allá en torno a 1888, cuando entre ellos estalla la chispa del amor. A pesar de lo que pueda parecer para algunos, todo (o casi) estaba inventado en esta cuestión hace siglos. Así que los mensajes eróticos, el conocido sexting de las aplicaciones, ya triunfaba en el siglo XIX en formato postal, como nos demuestran estos grandes autores.
Algunas de ellas son muy subidas de tono, pero centrándonos en las palabras más románticas, nos podemos encontrar con algunas de las frases que el libro 'Miquiño mío' (mote cariñoso de la gallega para el escritor que sería como 'mico mío' o 'pequeño mío') recoge: "Ratonciño querido", "te muerdo un carrillito y te doy muchos besos por ahí, en la frente, en el pelo y en la boca".
"Un beso del fondo del alma"
"Me están volviendo tarumba tus cartitas. Creo que jamás escribiste con tanta sencillez, con una gracia más bonita y más tierna. No sé las veces que he leído esta última epístola, ni el bien que me hizo, ni cuánto se me humedecieron los ojos... Un beso del fondo del alma", encontramos también en las letras de la gallega.
Aunque, como en toda buena novela o serie romántica, los protagonistas se enfrentaron a un duro golpe a su amor. Alrededor de 1889 Galdós descubre que Emilia Pardo Bazán tiene una aventura con José Lázaro Galdiano, el empresario y coleccionista de arte (que cedió todas sus obras a Madrid para abrir su museo).
Una infidelidad que fue muy dura para ambas partes y que, según encontramos en análisis literarios, el escritor narró en 'La incógnita' y 'Realidad', y la autora gallega en 'Insolación' cómo se habían sentido.
Por suerte para nuestros literatos enamorados, la reconciliación no tardó en llegar. Así que de nuevo por las cartas que encontramos de la autora de 'Los pazos de Ulloa', volvió la conexión más íntima entre ellos.
"Pánfilo de mi corazón: rabio también por echarte encima la vista y los brazos y el cuerpote todo. Te aplastaré. Después hablaremos dulcemente de literatura y de la Academia y de tonterías. ¡Pero antes morderé tu carrillito", manda en una carta Bazán a Galdós.
Unas letras que nos transmiten la felicidad de la pareja, y nos permiten conocer el lado más personal de estos dos increíbles escritores. Por ejemplo, tras volver de un viaje por Europa, Emilia escribe en su misiva: "Mi bien, mono, compañerito, que te acuerdes mucho, mucho, de mí, y con las mismas saudades que yo de ti".
"Te quise ayer y te querré mañana"
"Que sueñes en renovar horas tan venturosas, y que vayas tramando el modo de realizarlo en compañía de tu Peinetita, que te besa un millón de veces el pelo, los ojos, la boca y el pescuezo", como se expone en el espacio virtual que el Instituto Cervantes le dedica.
Unas semanas después, nos encontramos con: "Ven a tomar posesión de estos aposentos escultóricos. Aquí está una buitra esperando por su pájaro bobo, por su mochuelo. Hay en mí una vida tal afectiva y física, que puedo sin mentir decir que soy tuya toda: toda, me has reconquistado de muchas maneras y más que nada porque nunca me habías perdido; porque te quise ayer y te querré mañana".
Sin embargo, a partir de 1890 la cosa comienza a cambiar en esta relación epistolar. Aunque se sigue manteniendo un tono cariñoso, con expresiones como "ratoncito mío", sus encuentros comienzan a desaparecer. Todo parece indicar que se debe a que Galdós había dejado embarazada a Lorenza Cobián, una nueva relación con la que tuvo una hija en Santander en 1891.
Así, aunque su relación amorosa quedará rota mantuvieron una correspondencia postal muy amistosa hasta 1915, cuando se cree que la débil salud del autor de 'Fortunata y Jacinta' (ciego por cataratas y con secuelas de una apoplejía) le hizo dejar de escribir tan a menudo. Aunque quizás, sencillamente, es que no se conserven.
"Nada de esto merece que se le cuente al público"
Lo que sí sabemos, como analizan en el Instituto Cervantes, es que Pérez Galdós era muy discreto con su intensa vida privada, prefería contar la historia de otros, por lo que no sorprende que no dejara cartas tras su muerte. "Nada de esto merece que se le cuente al público", escribió a su amigo Leopoldo Alas Clarín.
Benito Pérez Galdós falleció en 1920 a los 76 años en Santander, mientras que solo un año después fallecería su querida Emilia Pardo Bazán a los 69 años en Madrid por complicaciones en su diabetes.
Ambos nos dejan maravillosas obras literarias, pero si queremos conocer este lado más íntimo y personal a fondo y el mundo que les rodeaba (ya que también hay constantes menciones a la política o la actualidad social de entonces), nada como descubrir su correspondencia.
Descubre el libro de Isabel Parreño y Juan Manuel Hernández
La literatura nos ha enseñado a viajar a diferentes escenarios y tiempos a través de sus palabras. Sin embargo, en la mayoría de los casos, existe una temática favorita que inunda cualquier género literario. Las historias de amor, en época de guerra, en palacios, el espacio o en un sótano terrorífico, lo inundan casi todo.
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