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Omar Sánchez, tristón del mes
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OPINIÓN

Omar Sánchez, tristón del mes

Es de esos seres humanos que no comprenden que no se puede quedar bien con todo el mundo y que en las entrevistas, además de contar cosas, es importante despertar el interés de quien hace las preguntas

Foto: Ilustración: Jate.
Ilustración: Jate.

En casa no paramos de hacernos preguntas de mayor o menor calado. Una de las últimas se produjo a la hora del desayuno, entre el olor a café y a tostadas: “¿Nosotros de quién somos, de Anabel o del Negro?”. No teníamos muy claro el bando porque a todo le encontrábamos sus virtudes. Hasta este miércoles, cuando me topé con la entrevista a Omar Sánchez en la portada de la revista ‘Lecturas’.

Sánchez es una buena persona. Omar, no Pedro. Pero se puede ser buena persona y divertido, y el canario no parece reunir este compendio. Más bien en la entrevista destila ser, como diría mi amigo José Yélamo, más triste que el Carnaval de Venecia. Intenta mostrarse dolido, un pelín despechado, pero siempre respetuoso porque él no ha venido a este mundo a hacer daño a nadie. Es Tristón, el personaje de la serie de Hanna-Barbera, diciendo: “¡Oh, cielos!”.

placeholder Portada de la revista 'Lecturas'.
Portada de la revista 'Lecturas'.

Es de esos seres humanos que no comprenden que no se puede quedar bien con todo el mundo y que en las entrevistas, además de contar cosas, es importante despertar el interés de quien hace las preguntas. Llega a exasperar tanto a la periodista Karmele Izaguirre que, llegado un momento, esta le dice: “¡Si es que eres un buda!”. Yo no conozco de nada a Izaguirre, pero como la leo siempre hay algo que me dice que hubiera querido sacudirle, dada semejante hipotensión.

Les pongo en contexto. Omar Sánchez no es solo una buena persona. También es instructor de surf, dueño de una academia y tuvo a bien enamorarse de la sobrina de Isabel Pantoja y convertir la isla de Gran Canaria en un hogar para la trianera. Pero la sobrinísima acabó harta de tanta bonhomía y tanta calma, y una vez mandado a paseo su matrimonio solo cuatro meses después de celebrarse, aceptó participar por segunda vez en ‘Supervivientes’. Y allí ha encontrado a otro canario al que en vez de 'negro' llama 'moreno' y al que ha decidido prometerle amor casi eterno, un montón de churumbeles y la felicidad en forma de perdices y mahonesa (que es su perdición junto con el chocolate).

placeholder Anabel Pantoja y Omar Sánchez posan en sus redes sociales. (Instagram/@anabelpantoja00)
Anabel Pantoja y Omar Sánchez posan en sus redes sociales. (Instagram/@anabelpantoja00)

Pero Omar no da esta entrevista para valorar el párrafo anterior, sino porque las cámaras del concurso han captado a su exmujer masturbando a Yulen Pereira, que es el nombre del moreno. “Se pueden dar besos y cariño, pero eso se lo podían haber ahorrado”, dice. “Haciendo eso veo que no ha protegido a los suyos”, añade.

Suelta una colección de frases en las que habla de respeto, del impacto y el dolor sufrido por ver esas imágenes, que no ve pasión en esa relación y que siente “la necesidad de protegerla”. “Soy leal, respetuoso, cariñoso y me desvivo por todos”, aclara. Y ni siquiera ahí destila egocentrismo, sino caridad cristiana. ¡Si hasta quiere que gane Anabel el concurso! También pertenece a ese tipo de personas que cuando habla de familia, amigos y conocidos se refiere a ellos como “mi gente”. De las pocas líneas rojas que tengo en mi vida, esta es una de ellas.

placeholder Anabel Pantoja y Omar Sánchez posan en sus redes sociales. (Instagram/@anabelpantoja00)
Anabel Pantoja y Omar Sánchez posan en sus redes sociales. (Instagram/@anabelpantoja00)

Todo esto, además, aparece ilustrado con unas imágenes en las que se nos muestra con la boca entreabierta y un tupé que, como diríamos también en casa, se ponen muchos señores para aparentar más altura. Solo en una esboza una ligera sonrisa en una sesión que no es capaz de remontar ni la camisa de manga corta repleta de colorines, escenas playeras, un tomate (¿?) y hasta un flamenco. Sánchez también lleva múltiples tatuajes, como un ancla, la palabra ‘ohana’ -que significa familia en hawaiano- y una de esas frases en inglés de cuyo texto no quiero acordarme. Es que no denota maldad ni para inyectarse tinta. Perdóname, Omar, no eres tú, soy yo.

“Como mujer, me hubiera gustado ver a Anabel también disfrutar del sexo, no solo dar placer”. No se hagan ilusiones que esto no lo dice nuestro canario, sino la periodista. Y ante este lance, se limita a responder: “Sí, hubiera sido con pasión y mejor…”. Llevo sin morderme las uñas desde la primera comunión y he sentido unas ganas irrefrenables de volver a hacerlo.

Mis mejores deseos, Omar. Ahora y siempre. Pero tienes cerca a un villano en el que fijarte. Y también se apellida Sánchez.

En casa no paramos de hacernos preguntas de mayor o menor calado. Una de las últimas se produjo a la hora del desayuno, entre el olor a café y a tostadas: “¿Nosotros de quién somos, de Anabel o del Negro?”. No teníamos muy claro el bando porque a todo le encontrábamos sus virtudes. Hasta este miércoles, cuando me topé con la entrevista a Omar Sánchez en la portada de la revista ‘Lecturas’.

Isabel Pantoja
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