Las claves (y las incógnitas) del caso Daniel Sancho que ha revolucionado a la opinión pública este verano

La noticia bien pudiera ser una de las que ilustraba con lujo de sangrientos detalles en los quioscos de toda España la portada del desaparecido diario 'El caso'. "El chef de YouTube, de 29 años, confiesa haber asesinado y desmembrado a hombre de 44 años, en una pelea sobre sexo y dinero antes de arrojar partes de su cuerpo en una maleta en la fiesta Full Moon de Tailandia". Pero no, este es un sensacionalista titular del periódico británico 'Daily Mail', uno de los numerosos medios de todo el mundo que se han hecho eco de la detención en el país asiático del español Daniel Sancho, que en estos momentos se encuentra en prisión acusado del asesinato del cirujano colombiano Edwin Arrieta.

Puede que este caso en pleno agosto no hubiera pasado de ser una noticia breve entre las informaciones sobre la sequía o la ola de calor, o quizá uno más de los tantos hilos de Twitter (perdón, X) que se dedican a detallar los crímenes de ayer y de hoy. Pero la condición de famoso de Daniel, o más bien la fama de sus padres y abuelo, han puesto todos los ojos en él y en todo lo que rodea a este asesinato. El joven madrileño es hijo de del actor Rodolfo Sancho y la actriz Silvia Bronchalo, y nieto a su vez del también intérprete Sancho Gracia, el recordado protagonista de 'Curro Jiménez'.

Daniel Sancho, de 29 años, se encuentra de momento en prisión preventiva en la cárcel de la turística isla de Koh Samui, en el sur de Tailandia, a la espera de juicio, después de declararse culpable de los cargos de asesinato con premeditación y ocultación de pruebas. Desde que trascendiera su detención, el despliegue de medios para cubrirla al detalle en este recóndito rincón del mundo, incluida la presencia de enviados especiales de las cadenas de televisión más importantes, solo ha tenido precedentes cercanos cuando nació en Miami la nieta de Ana Obregón.

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Entrevistas con testigos presenciales de lo sucedido, pormenorizadas y escalofriantes descripciones del caso, transcripciones de las conversaciones por WhatsApp de Daniel con la hermana de la víctima, perfiles de los policías encargados de la investigación y, por supuesto, las primeras palabras tanto del acusado como de sus padres han llenado horas de informativos y generado docenas de titulares, además de encendidos debates en las redes sociales y en las tertulias de sobremesa de media España. Esto es todo lo que sabemos de momento y las incógnitas que quedan por resolver.

Los hechos

La noche del jueves de la semana pasada, el chef español denunciaba en una comisaría de Kho Phangan la desaparición de su amigo, el cirujano Edwin Arrieta, que supuestamente había llegado un día antes a la isla. Sancho declaró entonces que fue a recoger a Arrieta a un muelle en Koh Phangan alrededor de las 15:00 horas del miércoles y que pasaron el día juntos, y aseguró a la policía que desapareció después de la medianoche de ese mismo día.

Pero a raíz de descubrir los restos desmembrados del colombiano repartidos en varias bolsas de basura y también tras percatarse de que Sancho mostraba cortes y arañazos en su cuerpo cuando se había personado en comisaría para denunciar la desaparición, la policía decide deternerle. Fue entonces cuando Sancho confesó el crimen y reveló que mató y descuartizó a Arrieta, de 44 años, por "celos" y temor de que "le engañara".

"Soy culpable, pero yo era el rehén de Edwin. Me tenía como rehén. Era una jaula de cristal, pero era una jaula. Me hizo destruir la relación con mi novia, me ha obligado a hacer cosas que nunca hubiera hecho”, aseguró el español durante una conversación frente a sus abogadas de oficio tailandesas y varios agentes en la comisaría de policía de Koh Phangan. "Él estaba obsesionado conmigo. Me engañó, me hizo creer que lo que quería era hacer negocios conmigo, meter dinero en la empresa de la que soy socio. Que hiciéramos cosas juntos, que fuéramos a México, Chile, Colombia, a abrir un restaurante. Pero era todo mentira. Lo único que quería era a mí, que fuera su novio", argumentó en su defensa.

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Al ser preguntado si se sintió forzado por la policía a declararse culpable, contestó: "No me sentí cómodo, pero tampoco forzado. Sentí que tampoco tenía ninguna otra opción. Me tomaron pruebas de ADN y eso es todo. Eso es todo", añadió.

Posteriormente, el joven acompañó a los agentes a los lugares en los que supuestamente arrojó distintas partes del cuerpo descuartizado del colombiano, entre ellos el mar. Las pruebas contra él comenzaban a acumularse paulatinamente cuando salió a la luz que había sido captado por las cámaras de seguridad comprando a principios de semana cuchillos, una sierra y bolsas de basura, y que habían registrado su alojamiento en la isla situada en el Golfo de Tailandia. Esas imágenes también les mostraban a ambos montados en una motocicleta el 2 de agosto. Un ticket de compra en una de las bolsas de basura con restos y el hecho de que adquiriera por 1.000 dólares un kayak que habría usado para deshacerse de restos del cadáver son más evidencias en su contra.

La familia rompe su silencio

Poco después de confirmarse que Daniel Sancho había confesado ser el autor del asesinato de Edwin Arrieta, su padre viajaba urgentemente a Tailandia acompañado de un abogado para estar cerca de su hijo en este trance tan trágico. No sin antes emitir un comunicado para que se dejase de especular con el caso. Rodolfo Sancho solicitaba el "máximo respeto" tanto para su familia como para su hijo y pedía que no se hicieran públicas "informaciones que pudieran interferir en el desarrollo de la Justicia y en el correcto procedimiento de la investigación, así como cualquier acción diplomática que pudiera estar en curso".

Una vez aterrizado en el país asiático, y a través del programa 'Así es la vida', el protagonista de 'El ministerio del tiempo' realizaba unas nuevas declaraciones en las que aseguraba que "por del bien de la investigación", Daniel Sancho no hablaría más sobre lo ocurrido y pedía "encarecidamente" a los medios que respetaran esta situación. "Las manifestaciones que pueda estar haciendo Daniel son bajo una situación de presión emocional difícil de controlar. Por favor, solicitamos que no se especule más sobre la situación. Seguimos en contacto, Si hubiera alguna novedad, os la comunicaríamos. Gracias por vuestra comprensión", rezaba este texto.

También rompía entonces de forma muy escueta su silencio la madre del chef, Silvia Bronchalo. Aunque siempre ha mantenido su vida totalmente alejada de los focos, la exactriz, que fue pareja sentimental de Rodolfo Sancho en los 90 y con la que el actor tuvo a Daniel Sancho con solo 19 años, realizaba una escueta declaración al programa ‘En boca de todos'. Por boca de la periodista Leticia Salas, la actriz quería transmitir un contundente mensaje: "Ha querido decirnos que estamos haciendo una película de todo esto sin saber nada".

La situación actual de Daniel Sancho

El madrileño mantiene por el momento "un buen estado anímico", según las declaraciones a la Agencia EFE del director del centro penitenciario donde se encuentra ingresado. Este explicó que aunque a su entrada en la prisión Sancho "no mostró signos de miedo o ansiedad", dos funcionarios de la prisión tienen el encargo de ocuparse de él y "conversar con él para aliviar cualquier estrés potencial".

Sancho, de 29 años, se sometió a un análisis físico a su llegada al centro y "su condición general era normal". El hijo de Rodolfo Sancho está cumpliendo un aislamiento obligatorio de diez días en la zona hospitalaria de la cárcel para cumplir con los protocolos de prevención de la pandemia de covid-19.

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Compartiendo prisión con otro español, el director del centro señaló que el chef no recibirá ningún trato especial y "tiene los mismos derechos que otros reclusos". La cárcel de Samui es una prisión considerada como "amable para penas máximas de 15 años” y Sancho se encuentra de momento en una división interna "más tranquila", en la que las celdas son "mejores" y tienen menos presos, aseguran fuentes cercanas al caso citadas por EFE.

Según informa 'El programa del verano', el español ha pedido de momento medicamentos para la ansiedad y que le traigan mejor comida que "el poquito de caldo con huesos y algo de arroz" que comen los reclusos una vez al día, algo que deberá pagarse de su bolsillo. La petición que no le ha sido concedida es poder hablar con su familia por teléfono, ya que durante los diez primeros días en la cárcel solo tendrá contacto con su abogado.

Las incógnitas por resolver

¿Qué le espera ahora a Daniel Sancho? De momento, una de las pocas certezas en su caso es que solo podría ser entregado a España para la ejecución de una hipotética pena de prisión si no es condenado en Tailandia a la pena de muerte, reservada para homicidios con agravantes y que suele ser habitualmente conmutada por la cadena perpetua.

En Vanitatis hemos consultado al respecto con el reconocido abogado penalista Javier Díaz Aparicio, que nos ilustra la situación con el siguiente ejemplo: "Un tailandés delinque en España y puede cumplir en su país. Y al revés. Pero tiene que ser juzgado, condenado y que haya cumplido una parte de la pena. Podría venir a España si se llega a un acuerdo".

Entre España y Tailandia no existe un acuerdo de extradición para que un ciudadano español pueda ser juzgado en nuestro país por la presunta comisión de un delito en suelo tailandés. Pero sí que hay un acuerdo en materia de ejecución de sentencias penales firmado por ambos países en 1983 y por el que podrían solicitar la entrega de un ciudadano nacional una vez condenado en el otro país para el cumplimiento de parte de la pena que se le haya impuesto.

En la actualidad son cuatro los españoles que cumplen condena en la peligrosa prisión tailandesa de Lard Yao, en Bangkok, dos de ellos por delitos de sangre, según datos del Ministerio de Exteriores. Uno es Artur Segarra, condenado en primera instancia a cadena perpetua como autor del asesinato y posterior descuartizamiento del también español David Bernat en 2016. Tras solicitar un indulto real al monarca de Tailandia, Maha Vajiralongkorn, este le conmutó en 2020 la condena por la cadena perpetua.