César Alierta, amigo fiel y una gran pérdida para Isabel Sartorius

Cesar Alierta, expresidente de Telefónica, fallecía este pasado miércoles a los 78 años en Zaragoza. Hace tiempo que su salud no era buena, con entradas y salidas del hospital. Vivía en su chalé de La Florida bien atendido y allí recibía las visitas de sus amigos. Hasta hace un tiempo también las de Isabel Sartorius, que fue su pareja durante unos años. Una relación que comenzó en 2017 y fue evolucionando hasta finalizar en una amistad profunda.

El empresario fue para ella la persona donde refugiarse en todos los sentidos. Y no solo en lo afectivo, sino también en temas laborales y personales. Uno de ellos tuvo que ver con el trabajo de Mencía, la hija de Isabel, a la que aconsejaba a la hora de decantarse por uno u otro máster una vez que terminó sus estudios de Relaciones Internacionales.

Nunca llegaron a vivir juntos, pero sí disfrutaban del ocio con viajes fuera de España. El empresario nunca quiso publicidad más allá de su cargo en Telefónica. La vida de Isabel estos últimos años no ha sido un camino de rosas. Ha tenido subidas y bajadas emocionales que la han hecho más retraída y con pocas ganas de relacionarse salvo con sus amigas íntimas. Su dedicación, hasta hace un año, ha sido trabajando de 'coach', una labor profesional en la que puso todo su esfuerzo y que ella contaba a través de un blog que finalmente abandonó.

Como ella misma explicaba a Vanitatis, “el 'coaching' llegó a mi vida en el año 2010. Primero me profesionalicé en 'practitioner' de programación neurolingüística y, más tarde, en 'coaching' ejecutivo, especializándome en 'life coaching' y en inteligencia emocional”. Esa especialización le iba muy bien con su personalidad.

Alierta le brindó contactos en ese camino profesional que Isabel controlaba. Lo aparcó durante un tiempo que ha coincidido con su etapa más melancólica y menos sociable. Mientras Alierta estuvo bien de salud, fue su gran apoyo, igual que lo había sido ella cuando comenzaron su relación, en la que no hubo planteamiento de boda y tampoco convivencias diarias. Isabel vivía de alquiler en su casa en la zona de Chamberí. Se dijo que el expresidente le había regalado ese piso y no era cierto. Isabel se pagaba sus gastos domésticos. Cuando viajaban o iban a cenar o almorzar, era Alierta quien se encargaba de las cuentas. Por otra parte, un gesto que no salía de la normalidad habitual del empresario. En octubre de 2017, la 'coach' nos confirmó lo que ya era un rumor: “Sí, nos estamos conociendo”.

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Raquel Pérez

En aquellas fechas, las amistades del empresario coincidían en que ese romance era una oportunidad de oro para que el exdirectivo de Telefónica recuperara la ilusión perdida. La muerte de su mujer, Ana Cristina Placer, en 2015 dejó totalmente fuera de juego al directivo. Eran una pareja envidiada por la unión y complicidad que tenían. Se conocieron a los veinte años, se casaron, no tuvieron hijos y crearon una unidad familiar fuerte y duradera, rota por el fallecimiento de la esposa querida. Cuentan los que lo trataron en aquellos meses de gravedad cómo Alierta terminaba su jornada laboral y se instalaba en el hospital, donde permanecía hasta el día siguiente. Dedicación absoluta.

Los que conocían la nueva relación aseguraban que se habían acoplado muy bien. Definían a Isabel como una mujer muy cariñosa que hacía la vida muy agradable a las personas de su entorno: “César está encantado con ella”. Aseguraban lo que la propia Isabel nos confirmó en varias ocasiones: “No vamos a vivir juntos. Estamos bien así”. Y explicaba que lo único que le agobiaba al principio al directivo fue tener a los paparazzi detrás, pero también se acostumbró a ser noticia por temas que no tenían que ver con haber sido uno de los hombres brillantes del Ibex.

Alierta ha sido un hombre muy involucrado en actividades sociales y altruistas. El día de la despedida del consejo de administración de la compañía, después de dos décadas de trabajo presencial, dejó claro cuál iba a ser su nueva hoja de ruta: “Ahora voy a dedicar mi tiempo a proyectos sociales”. Y esta decisión fue la que utilizó el destino para unirle durante un tiempo a la que podía haber sido su nueva compañera de viaje.

La historia sentimental comenzó en mayo del 2017 por un asunto solidario, precisamente. Coincidieron en un viaje organizado por la Fundación Telefónica a Nigeria, donde la empresa tiene abiertos proyectos sociales. Ambos iban a desarrollar su trabajo como voluntarios y desde ese momento se entendieron muy bien. No se habían tratado nunca. A lo más que habían llegado era a coincidir en algunos actos públicos. Alierta sabía poco de Isabel, salvo las nociones generales de una mujer encantadora que a los veintipocos había sido la novia oficial del príncipe Felipe y poco más. Isabel sí estaba más documentada. Cuentan los que conocen la historia afectiva del expresidente y la 'coach' que conectaron enseguida. Les favorecía que estaban muy lejos de España y ausencia total de paparazzi.

A la vuelta del viaje, hubo un tiempo de espera para asumir los riesgos que suponía que a dos personas con una vertiente mediática importante se las viera en restaurantes y teatros como cualquier pareja que comienza una relación a la que no quieren poner nombre. La noticia se convirtió en tema de conversación en los ambientes económicos y de poder. Para la prensa de entretenimiento interesaba mucho más que Isabel Sartorius saliera con un expresidente de Telefónica que a la inversa. La cara visible era la de la bella 'coach', a la que no se le conocía pareja desde hacía mucho tiempo.

Duraron como pareja desde el 2017 a febrero del 2021. Y a partir de esas fechas pasaron a ser grandes amigos. Para Isabel, la muerte del que ha sido su gran apoyo en los últimos años es una nueva tragedia afectiva. Una vida agridulce marcada por una familia desestructurada donde tuvo que ejercer de madre con sus hermanos pequeños. En su libro ‘Por ti lo haría mil veces’, dedicado a su madre, Isabel Zorraquín, narraba episodios muy dolorosos que tuvo que afrontar siendo muy joven.