Juan Antonio Pérez Simón y Silvia Gómez-Cuétara: dos versiones para una misma ruptura

Juan Antonio Pérez Simón es un mecenas con una de las colecciones de arte más importantes del mundo y con la biblioteca personal con más relevancia en Latinoamérica. Nació en Llanes (Asturias) donde regresa todos los veranos a su casa palacio de Niembro, que también comparte con su ex mujer alternándose con él las fechas de vacaciones.

Su familia emigró a México cuando él tenía cinco años. Gran amigo de juventud de Carlos Slim, creo su propio imperio relacionado con las telecomunicaciones, tal y como figura en la información de Wikipedia. Ambos, Slim y Pérez Simón, comparten aspectos comunes relativos a su amor por el arte y ejercen sus labores como filántropos a través de sus fundaciones. Cuentan los que lo conocen de siempre que Pérez Simón empezó a coleccionar con veinte años cuando su economía no era potente. A lo largo de los tiempos fue adquiriendo obras de arte cada vez más importantes y añadiendo conocimiento a esas compras.

Se casó solo una vez con Josefina Carreras, madre de su hija María José, de la que nunca se divorció y con la que mantiene una excelente relación tanto en el aspecto emocional como en el económico compartiendo empresas.

Pérez Simon siempre se ha mantenido al margen de la vida social de fiestas patrocinadas. Era habitual que acudiera a los estrenos del Teatro Real acompañado de su pareja, la bella Silvia Gómez-Cuétara, a la que conoció hace quince años gracias a Carlos Slim y Felipe González. El que fuera presidente de España era íntimo amigo de García Cereceda, creador de la urbanización La Finca, que se casó en su día con Gómez Cuétara. Al enviudar, ella y Pérez Simón iniciaron una relación que no ha perdurado en el tiempo como ya adelantó Vanitatis el domingo pasado. El filántropo acudió al cumpleaños de Teresa Bueyes y fue entonces cuando se hizo más pública la ruptura. La información ese día, por aquello de transmitir buenos augurios, aseguraba que la pareja se encontraba en tiempos de espera.

En realidad, la agenda afectiva de ambos había terminado en el mes de marzo, tal y como aseguran a Vanitatis. En ese momento, Silvia atravesaba un momento difícil en su vida personal y familiar y tuvo que cambiar sus prioridades. Decidió separarse después de quince años de vida en común, algo que Pérez Simón parece que no aceptó.

Como en todas las rupturas hay una cara A y otra B o, mejor dicho, versiones enfrentadas. Mientras el círculo de amistades de Gómez Cuétara no daba crédito a cómo había gestionado el empresario la historia sentimental cuando ella más lo necesitaba, el de Pérez Simon negaba la mayor.

La cara A y la cara B

“Silvia tuvo que dedicarse y preocuparse por ella y por sus nietos. La situación personal no era fácil y Juan Antonio no lo entendió. Siempre ha estado muy pendiente de él y de todo lo que necesitara para que la vida le fuera más fácil . Y eso que, al principio de la relación, Silvia no lo tenía muy claro”, explican a Vanitatis. Confirman que, efectivamente, poco a poco se fue enamorando. “Y, desde luego, no estás con una persona quince años solo por dinero. Silvia tiene sus ingresos y una vida cómoda con una pensión importante que le dejó García Cereceda, además de la casa de la Finca. La anterior la vendió porque era muy grande. Es verdad que Juan Antonio ha sido siempre una persona muy generosa con ella, con sus hijos y su familia”.

La ruptura no formaba parte del interés rosa ni mediático dada la poca necesidad del magnate para hacerse visible. Pero las circunstancias cambiaron cuando acudió solo al cumpleaños de la abogada Bueyes y al día siguiente celebró su santo en su mansión de La Finca. En ninguno de los dos lugares Silvia Gómez-Cuétara se hizo visible. Aunque la ruptura ya era conocida en los ambientes más privados en los que se desenvolvían ambos.

En ciertos sectores de Madrid echaban la culpa al novio, que había abandonado a la mujer con la que había compartido los últimos años cuando surgieron los problemas personales y familiares. Fue muy llamativa la aparición de Silvia en el juzgado de Pozuelo por temas económicos relacionados con un matrimonio anterior muy delgada, con un turbante y con un aspecto muy diferente al que estábamos acostumbrados a ver, según cuentan.

La otra versión era muy diferente. Juan Antonio Pérez Simón no había dejado en la estacada a la bella Silvia porque ya no podía dedicarse a tiempo completo a él. Eran cuestiones mucho más complicadas que nada tenían que ver ni con la salud ni con las emociones. Según la información que ese domingo trasladaron a este medio, la situación entre ambos se hizo imposible por supuestas traiciones de la que hasta marzo había sido su pareja. “Para Juan Antonio fue muy triste descubrir cuál era la realidad. El tiempo le dará la razón porque es un hombre bueno y generoso”. Por parte de Silvia, se exponen los datos contrarios que hemos mencionado anteriormente.