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Tamara Gorro, sobre su divorcio "terriblemente doloroso": "Yo misma nos veía como la pareja perfecta"
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ADELANTO EDITORIAL

Tamara Gorro, sobre su divorcio "terriblemente doloroso": "Yo misma nos veía como la pareja perfecta"

Adelantamos uno de los capítulos más tristes del nuevo libro de la empresaria, en el que relata como fue la separación de Ezequiel Garay y lo que supuso como familia

Foto: Tamara Gorro, en una entrega de premios de Vanitatis. (Gtres)
Tamara Gorro, en una entrega de premios de Vanitatis. (Gtres)

'Ahora que vuelvo a vivir' (HarperCollins Ibérica) es el título del nuevo libro de Tamara Gorro. En él, la creadora de contenido, empresaria y colaboradora televisiva habla a corazón abierto sobre asuntos íntimos como su trastorno de alimentación o su mediática separación del futbolista Ezequiel Garay. Vanitatis ha tenido acceso en exclusiva a algunos de esos fragmentos, como el relativo al divorcio de la pareja y cómo eso afectó a la familia. Fragmentos que reproducimos a continuación.

"Mi divorcio fue terriblemente doloroso, creo que como todos los divorcios. Al fin y al cabo se trata de cerrar una etapa y, aunque en algunos casos seguro que es un alivio separarse, el proceso nunca es agradable, ya que incluso sin querer ver a tu ex, tienes que mantener el contacto de cierta forma hasta que todo termina. Yo contaba con una gran suerte, existía muy buena relación con el padre de mis hijos, le quería y amaba con locura, de ahí el 'problema'. No he tenido otra relación que fuera importante, y tampoco tengo más hijos ni nada que me vincule de por vida con nadie.

Creo que si en una separación o divorcio no tienes sentimientos hacia el otro o un problema serio que haya provocado una mala relación, es más fácil, aunque, como he dicho, sigue siendo desagradable. Pero si hay amor, y a eso le sumas que no hubo un motivo grave para la ruptura, y, además, tienes hijos en común, es un poco más complicado.

No te levantas una mañana y piensas: hoy me separo de mi compañero de vida. Se trata de un proceso que surge al cabo de muchos días, semanas, meses o incluso años hasta llegar a ese momento fatídico. Los motivos o el tiempo que se tarda en realidad no importan, porque la decisión es la misma y va acompañada de sentimientos. El mío principalmente fue el miedo. Miedo al cambio, porque los cambios son sinónimo de novedad y eso me aterrorizaba. Mi vida estaba estructurada. Tenía dos hijos felices con un papá y una mamá que los adoraban, que vivían en un hogar seguro y estable a los que les podría desestabilizar psicológicamente esa separación y no quería arriesgarme a que sufrieran.

"Construimos una familia desde el más profundo amor, crecimos juntos… Me negaba a ver cómo a lo nuestro se le iba a poner un punto final, no quería. Hubo muchos intentos por ambas partes"

La sola idea de que tuvieran que estar trasladándose de una casa a otra, de alterar su rutina, ya me producía dolor. Así que imagina lo que sentía cuando pensaba lo que sería no poder estar con ellos los trescientos sesenta y cinco días del año, las veinticuatro horas del día… Me destrozaba y hundía por dentro. Ese fue el principal motivo por el cual alargué durante mucho tiempo dar ese paso.

Luego estaba el segundo motivo. Él… Esa persona de la que me enamoré nada más verle, con el que conocí el amor de verdad, me sentí amada, valorada, cuidada y querida. Con él supe lo que era querer, cuidar a alguien y amarle sin límites. Toda mi vida giraba a su alrededor, por decisión propia, y estaba feliz de hacerlo. Yo misma nos veía como la pareja perfecta, nos cuidábamos, entendíamos, disfrutábamos juntos sin necesidad de estar con otras personas. Tuvimos bastantes dificultades que superar y siempre lo hicimos con mucha fuerza y unión. Construimos una familia desde el más profundo amor, crecimos juntos… Me negaba a ver cómo a lo nuestro se le iba a poner un punto final, no quería. Hubo muchos intentos por ambas partes, hacíamos todo lo posible por salvarlo, pero nos resultaba imposible. Forzar la máquina lo único que iba a provocar sería romper la cuerda.

placeholder Tamara Gorro y Ezequiel Garay, en una bonita imagen de cuando eran pareja. (Gtres)
Tamara Gorro y Ezequiel Garay, en una bonita imagen de cuando eran pareja. (Gtres)

Avanzar por caminos separados

Cuántas lágrimas de rabia, dolor e impotencia derramadas en mi cama, en el coche y yendo a trabajar. Cuando mis niños dormían, me tumbaba con ellos y los abrazaba, los acariciaba mientras les pedía perdón llorando desconsoladamente. Les juraba que haría todo para que no sufrieran.

Además de retrasar demasiado el proceso, cometí otro gran error, ese del que ya te he hablado: dar demasiadas explicaciones. Es normal que tu entorno y en ocasiones aquellos que no lo son quieran saber qué ha sucedido, pero muchas veces, por no decir siempre, somos incapaces de permanecer en silencio o ser cautos con lo que decimos. ¿Sabes por qué? Maldito personaje.

"Además de retrasar demasiado el proceso, cometí otro gran error: dar demasiadas explicaciones. Somos incapaces de ser cautos con lo que decimos. ¿Sabes por qué? Maldito personaje"

Recuerdo como una pesadilla la primera vez que mis hijos se fueron con su papá, antes de firmar el divorcio, y una vez que ya habíamos decidido separarnos. No fui capaz de estar presente en el momento de su partida. Sabía que me derrumbaría y no podía permitir que ellos me vieran así. Y aunque les había asegurado que irse con papá era bonito, que lo iban a pasar genial haciendo planes estupendos y que su papi los amaba con locura y, por supuesto, los cuidaría mucho, estaba claro que mi tristeza se la iba a trasmitir.

—Me voy corriendo al súper a comprar los ingredientes para hacer pizzas caseras para nuestra cena del domingo. No quiero que me cierren, ¿vale? —les conté como excusa.

Ellos me dieron un beso y felices me dijeron:

—Adiós, mami, te amamos.

Según me alejaba no dejaba de mirar el espejo retrovisor. Los veía a lo lejos, cada vez más pequeñitos, hasta que por fin salí del garaje, conduje unos metros y detuve el coche a la vuelta de casa. En ese instante comencé a golpear el volante con mucha fuerza y rabia, mi llanto era desconsolado.

Por primera vez sentí ese tipo de dolor, era como si un cuchillo me estuviera atravesando el corazón. Tenía una presión terrible en la cabeza y un dolor en la garganta de tanto llorar…

Permanecí dentro un rato hasta que recibí un WhatsApp de Ezequiel:

"Ya me fui con los peques, están bien, tranquila. Un besito".

Fue entonces cuando me bajé del coche, cogí aire por la nariz, algo que me resultó muy complicado porque tenía mucha ansiedad, y traté de expulsarlo despacio por la boca. Me agarré la mano, apreté fuerte y me dije: 'No te voy a soltar, Tama, tranquila. Es difícil, mucho, pero solo tienes que acompañarte en el camino. Echa la vista atrás, ¿cuántas etapas has superado a lo largo de la vida?'".

'Ahora que vuelvo a vivir' (HarperCollins Ibérica) es el título del nuevo libro de Tamara Gorro. En él, la creadora de contenido, empresaria y colaboradora televisiva habla a corazón abierto sobre asuntos íntimos como su trastorno de alimentación o su mediática separación del futbolista Ezequiel Garay. Vanitatis ha tenido acceso en exclusiva a algunos de esos fragmentos, como el relativo al divorcio de la pareja y cómo eso afectó a la familia. Fragmentos que reproducimos a continuación.

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