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Sitges, un viaje del mar a la cuna del cava
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Sitges, un viaje del mar a la cuna del cava

Un privilegiado rincón, un pequeño pueblo de pescadores mecido por las aguas del Mediterráneo que comparan con el exclusivo Saint-Tropez.

Foto: Foto: web Turismo Sitges
Foto: web Turismo Sitges

Unrincón privilegiado, un pequeño pueblo de pescadores mecido por las aguas del Mediterráneo,que muchos comparan con el exclusivo Saint-Tropez. Apacible en invierno, sus calas y playas son bulliciosas y animadas en los meses más cálidos, situándolo como uno de los destinos internacionales más demandados, incluyendo el turismo LGBT. Sitges celebra cada año el Festival de Cine Internacional, exposiciones de arte, conciertos, carnavales...,lo que le confieren un carácter abierto, moderno y cosmopolita. Garante de todo este movimiento fue la imagen de aquella villa de colores marineros que enamoró a Santiago Rusiñol cuando la visitó por primera vez en 1891. El pintor y escritor catalánno tardó en reflejarlo en sus cuadros, así comoen atraer a artistas de diferentes nacionalidades que convirtieron Sitges en lugar de encuentro de la élite social, cultural y modernista de la época.

Entre ellos, su amigo y también pintorRamón Casas, junto a su mecenas, el norteamericano Charles Deering,que adquirió el Palacio de Maricelpara conservar su colección. Aunque solo queda una parte, la que no se llevó cuando regresó a su país, merece la pena conocer este edificio de patios adornados con coloridos azulejos y de privilegiadas vistas al mar, convertido también en escenario de conciertos, visitas con copa de cava o cenas en las lunas llenas de julio, agosto y septiembre. Ya está abierta al público la casa de Rusiñol, hoy Museo Cau Ferrat.

En la comarca del Garraf,hay que dar un homenaje al paladar consumiendo sus excelentes productos del mar, los arroces marineros y el típico xató, una ensalada de escarola con bacalao y aceitunas negras entre sus ingredientes que se acompañan de una rica salsa con base de tomate. Es tan popular que llevan años celebrando las 'xatonadas'y hasta la Ruta del Xató.

Se puede degustar en el restaurante Marejol, de Vilanova i la Geltrú, como aperitivo a la local y codiciada 'gamba calada'que son su especialidad junto con su carta de pescados frescos comprados en la lonja cada día y que saben tratar con maestría en su cocina.

Si prefiere una versión más moderna de la cocina tradicional, el lugar es Maricel, en Sitges, donde hay que probar, entre otros platos, los ravioli con bogavante, una delicia que con suerte podrá disfrutar en su agradable terraza frente al mar, incluso en invierno.

Si hablamos de cómo maridar estos platos, no podemos obviar que nos encontramos en una de las zonas vinícolas más importantes.

Desde el litoral hacia el interior llegamos al Penedés, una comarca con denominación de origen que reúne óptimas condiciones climáticas para la obtención de vinos espumosos de calidad. La cuna del cava celebra este año el centenario de la elaboración de aquellas primeras botellas que el matrimonio Ferrer Sala denominó Freixenet. Fue en Casa Sala, una pequeña cava en Sant Quintí de Mediona que aún mantiene su actividad con igual mimo que el método originario y bajo la supervisión de su director técnico, Josep Buján.

Para corroborar las palabras del presidente del Consejo Regulador del Cava, Pedro Bonet, que dicen que “el cava es mucho más que un brindis”, por ello propongo, si me permiten, acompañar una comida con Trepat, un vino de los Cuvées Prestige de Freixenet que recibió el premio al Mejor Espumoso Rosado del Mundo.

Un dato curioso que revela nuestras costumbres y preferencias: exportamos más cava a Francia que ellos champán a España.

Unrincón privilegiado, un pequeño pueblo de pescadores mecido por las aguas del Mediterráneo,que muchos comparan con el exclusivo Saint-Tropez. Apacible en invierno, sus calas y playas son bulliciosas y animadas en los meses más cálidos, situándolo como uno de los destinos internacionales más demandados, incluyendo el turismo LGBT. Sitges celebra cada año el Festival de Cine Internacional, exposiciones de arte, conciertos, carnavales...,lo que le confieren un carácter abierto, moderno y cosmopolita. Garante de todo este movimiento fue la imagen de aquella villa de colores marineros que enamoró a Santiago Rusiñol cuando la visitó por primera vez en 1891. El pintor y escritor catalánno tardó en reflejarlo en sus cuadros, así comoen atraer a artistas de diferentes nacionalidades que convirtieron Sitges en lugar de encuentro de la élite social, cultural y modernista de la época.

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