El Enfriador, un buen bar de cañas y raciones en Madrid

Hay gente a la que le gusta ir de tiendas, tienen el impulso irrefrenable de salir de vez en cuando a comprar cualquier cosa, necesiten o no ropa nueva. Otros sienten necesidad de acudir a diario a un sitio cerrado con la música a un volumen considerable para levantar peso mientras se miran en el espejo. Los hay también que se emocionan y sienten pasión por cualquier máquina que con cuatro ruedas haga rugir su motor y alcanzar velocidades prohibidas. Yo siento una atracción inexplicable por los bares y, a juzgar por el número de personas que suele haber en ellos cada vez que los visito, debe de ser algo generalizado entre la población de nuestro país.

Un bar es un sitio de paso y de reunión al mismo tiempo, de tertulias donde unos sientan cátedra hablando de fútbol a pesar de sus profundos desacuerdos y rivalidades, mientras otros relativizan la política local aunando opiniones en contra de los denostados políticos. El bar es un centro de amistad y relajación donde se descargan las tensiones diarias. Como dice la canción son “…sitios para conversar…”, y ojear la prensa diaria. Es el punto de encuentro para reunirse con los amigos y el corazón donde palpita la vida de los barrios, que amanecen cuando abren sus bares y languidecen y terminan la jornada cuando estos echan sonoramente el cierre golpeando la verja contra el suelo.

Hace más de 10 años que escribí por primera vez de El Enfriador, y desde entonces ese pequeño bar que abrió junto a la plaza de la República Dominicana se convirtió en el centro de reunión de amigos y conocidos. Dentro, como en una especie de frontispicio, reza un cartel: “Una caña no es un vaso de cerveza, es un modo de servirla", y efectivamente aquí se tira de forma pausada en varios tiempos. Un primer llenado, se reposa, se cubre de crema, se golpea el vaso en la barra para levantar espuma y burbujas, y se sirve acompañada siempre de una tapa de patatas, chorizos, olivas o unas banderillas. La cerveza se sirve fría en vaso de caña o doble, con su capa superior de crema rebosante resbalando sugerente por el cristal.

Un buen bar conoce a sus clientes habituales y sus gustos, qué toman y hasta cual es su equipo de fútbol, pero sobre todo deben saber tirar una caña de cerveza, hacerlo mecánicamente mientras charlan con el cliente y ordenan gritando a la cocina una tapa que acompañe esas cañas.

Su propuesta de cocina (no tienen fuego) incluye una buena selección de conservas y unas muy buenas tostas, así como tres clases de empanada que traen de Galicia. Estupendas las raciones de boquerones en vinagre con patatas fritas. También tienen platos más consistentes con los que alargar la tarde y cenar bien y a buen precio, como la ensalada Pata Negra, de tomate, ventresca y vinagreta. Tartares de salmón y atún, muy conseguidos, o unos lomos de sardina ahumados y marinados que no tienen siempre, pero que me resultan carnosos, sabrosos y especiales.

Con el tiempo El Enfriador ha ido atrayendo clientela hasta convertirse en un after work del barrio donde tomar una copa antes de que los bares echen el cierre anunciando oficialmente que el día se acaba.

El Enfriador. C/ Príncipe de Vergara, 291.