Piña rellena de helado de caramelo, un postre con sorpresa
Un buen postre veraniego es aquel que procura felicidad en cada cucharada. Y con esta perfecta combinación de frío, dulce, ácido y crujiente lo conseguirás fácilmente
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El reto de esta receta es conseguir el equilibrio en un postre entre dulce y ácido, cremoso y crujiente, helado y caliente. Que cada bocado estimule los sentidos y sea una experiencia de sensaciones que nos haga disfrutar y divertirnos. El exotismo de la piña se ve suavizado por el caramelo y avivado por los bizcochos crujientes. Tan efímero como delicioso, no aguanta la espera y no tardará en volar en cuanto llegue a la mesa.
Preparación: 30 min. Dificultad: fácil Coste: económico Comensales: 4
Ingredientes
- Media piña grande
- 100 g de azúcar
- 1 cucharada sopera de agua
- 50 g de mantequilla
- 250 g de helado de caramelo
- 7 bizcochos de soletilla
Elaboración
- Cortamos en dos la piña a lo largo manteniendo las hojas. Vaciamos el interior con la ayuda de un cuchillo afilado, con cuidado de no perforar la piel.
- Cortamos la pulpa en cubos del tamaño de un bocado y desechamos la parte más fibrosa del corazón.
- Añadimos la fruta escurrida al caramelo y dejamos que se cubra completamente. Dejamos que se enfríe y reservamos.
- En un cazo, vertemos el azúcar y una cucharada de agua, mezclamos y cocemos a fuego medio hasta conseguir un caramelo rubio.
- Incorporamos entonces la mantequilla cortada en cubitos poco a poco, sin dejar de batir entre cada pedazo para que se incorpore bien al caramelo.
- Añadimos los trozos de piña a la crema de caramelo. Cocemos cinco minutos para que la piña se mezcle bien y se vuelva más tierna.
- Dejamos enfriar ligeramente.
- Rellenamos la media piña con bizcochos de soletilla, incorporamos unas bolas de helado de caramelo y cubrimos con los trozos de piña caramelizada templada.
El truco final
Utiliza unas migas de galletas de mantequilla en lugar de bizcocho. Alegra la piña con un poco de ron o de licor de tu elección.
El reto de esta receta es conseguir el equilibrio en un postre entre dulce y ácido, cremoso y crujiente, helado y caliente. Que cada bocado estimule los sentidos y sea una experiencia de sensaciones que nos haga disfrutar y divertirnos. El exotismo de la piña se ve suavizado por el caramelo y avivado por los bizcochos crujientes. Tan efímero como delicioso, no aguanta la espera y no tardará en volar en cuanto llegue a la mesa.