El álbum de boda de Ion Aramendi y María Amores: "Hicimos de aquel día un festival con amigos, toques surrealistas y mucha música"
La de los periodistas Ion Aramendi y María Amores fue una boda cero convencional, inspirada en el estilo de vida y la personalidad 'outsider' y disfrutona de los novios
Detrás de la boda del presentador de televisión Ion Aramendi y la periodista María Amores hay una historia de amor de las de verdad, un enlace alejado de cualquier protocolo imaginable y una novia feliz con su vestido vintage. "Nuestra boda fue un fiel reflejo de nuestra personalidad y de lo que queríamos que fuese nuestra vida juntos: un festival. Lo que buscábamos era disfrutar con esas personas que son importantes para nosotros de un enlace pequeño, una cena distendida y un baile para celebrar la vida", subraya la novia. Ambos tenían 34 años.
Pero, ¿cómo empezó todo? El primer encuentro de Ion y María se produjo en 1996, en los pasillos de la Universidad Pontificia de Salamanca, donde los dos cursaban el mismo curso de Periodismo. "Nos cruzábamos, nos mirábamos, nos gustábamos, pero aquello no pasó de ahí. Después, nos perdimos de vista. Yo acababa de salir de una relación, Ion pasó por una ruptura amorosa complicada, se marchó a Australia para poner tierra de por medio… Todo esto lo supe mucho después, claro", apunta la novia.
Sin embargo, la vida da muchas vueltas y el destino quiso que, 14 años después, volvieran a coincidir en un bar de Salamanca. "Ahí surgió el flechazo de verdad; yo me quedé superpillada, empezamos a escribirnos por Facebook, a salir y al poco tiempo nos fuimos a vivir juntos. Fue una suerte encontrarnos en el momento que lo hicimos, libres y con una buena mochila de relaciones complicadas, terminadas y resueltas. Era como si nos hubiésemos estado buscando todo este tiempo", aseguró entonces el presentador en sus redes sociales.
La boda tuvo lugar el 28 de mayo de 2011 y eligieron para celebrarlo la finca El Jardín de Páramo, ubicada en Salamanca, ciudad natal de la novia, para darse el 'sí, quiero'. Un espacio lleno de encanto con frondosos bosques de chopos y cipreses, muros de hiedra y espectaculares vistas al paisaje agreste de Castilla y León. "Elegimos un entorno natural, con un punto silvestre, y conseguimos crear un ambiente espontáneo y cero formal que respiraba el mismo espíritu sencillo y feliz de un día en el campo".
Los padrinos fueron la madre de María, Carmela Velasco, vestida con un dos piezas de Adolfo Domínguez, y el padre de Ion, Santiago Aramendi. El novio vestía traje oscuro de Pedro del Hierro, camisa blanca y corbata azul marino. "Rompiendo de nuevo los convencionalismos, Ion pasó a buscarme al hotel Rector de Salamanca, donde me vestí, de modo que llegamos juntos a la finca donde celebramos la ceremonia civil y la fiesta a bordo de un Mehari naranja", apunta la periodista.
A ritmo de 'Mad Men'
La entrada de los novios a la ceremonia civil fue otro de los momentos memorables del día. "La hicimos bajo los acordes de la sintonía de 'Mad Men', nuestra serie favorita. Sabiendo que llegaríamos en el mismo coche, pedimos a los invitados que nos esperaran sentados, pero no hubo manera. Al vernos llegar se levantaron espontáneamente para abrazarnos, desearnos suerte y formar un caos divertidísimo. ¿Qué si estaba nerviosa? Nada. Mi única preocupación era que empezara a llover, pero, por suerte, todo quedó en una amenaza y lució un sol radiante". De la ceremonia, celebrada a las seis de la tarde, María destaca un instante especialmente emotivo "Cuando los padrinos nos sorprendieron con un mini discurso simulando un guion de televisión dirigido a Ion y a mí que consiguió emocionarnos a todos".
Fiel a su espíritu 'outsider', nuestra pareja protagonista también decidió alejarse de todas las tradiciones para la celebración. "Queríamos que la decoración tuviera cierto aire campestre, como si estuviésemos celebrando la boda en el jardín de casa, y así se dejó ver en los cobertizos de la finca, las mesas bajas adornadas con manteles blancos de lino y flores silvestres, sillas de mimbre y las decenas de mini bombillas colgantes que iluminaron el espacio creando un ambiente cálido y ensoñador".
En el cóctel no hubo ningún tipo de protocolo ni sitos asignados en las mesas, de modo que los invitados se sentaron donde quisieron. Aunque hubo una banda cantando en directo, la cena fue interrumpida en varias ocasiones. "Cantó el novio, cantó el padrino una canción de Roy Orbison y nuestros amigos nos regalaron varios minidiscursos improvisados y supercariñosos", explica María. Los novios contaron con Sara, la hermana de la novia, que en aquella época iniciaba su andadura como wedding planner con su propia empresa Wed&Bazaar, para organizar, planificar y diseñar todos los detalles de la boda.
Los aperitivos se dispusieron en múltiples puestos gastro con tablas de ibéricos y quesos españoles, bombones de foie, brochetas de gambas, otras de tomates cherry con queso y de espárragos trigueros con jamón, vasitos de salmorejo, una barra de cócteles, vinos de la zona y por supuesto, casándose en Salamanca, jamón de bellota. "Me resulta difícil destacar una sola cosa de nuestra boda, pero diría que lo más especial fue la actitud y la entrega espectacular de nuestros 120 invitados para que todo resultara mágico de principio a fin. Muchos de ellos también nos comentaron lo bonita que estaba la decoración y lo bien que lo pasaron", explica la novia.
La cena se sirvió de pie y en formato buffet, convirtiéndose en un momento muy dinámico en el que los invitados se relacionaron entre sí, sin prisas y con total libertad. "Recuerdo a mi madre preocupadísima por saber los platos que se iban a servir en el menú. 'Mamá, no te apures tanto por la comida, le decía yo, nuestros invitados vienen solo a beber' (risas)".
La música fue otra de las grandes protagonistas de la boda. "Ion es un apasionado de los conciertos y los festivales, explica la novia, así que esa noche hubo un despliegue de ritmos de todo tipo. Para abrir el baile, nos atrevimos con una coreografía sorpresa de 'Saturday Night Fever', la célebre película de John Travolta, con portés incluidos. Nos salió genial". La fiesta siguió hasta bien entrada la madrugada animada por la DJ Diana Aller “que nos lo hizo pasar como nunca saltando del rock de los 80' a Julio Iglesias, de Depeche Mode a Queen. Una pasada".
Tampoco faltó la actuación en directo de la banda Juan Querol y hasta el novio se arrancó a cantar con el micro. "Sí, sí, fue la bomba. Recuerdo que me dedicó dos canciones, 'A Strange Kind of Love' de Peter Murphy y 'Amante bandido' de Miguel Bosé. Lo pasamos bárbaro". Sin tiempo para recuperarse, al día siguiente iniciaron su viaje de novios. ¿El destino? Nueva York y Formentera.
Un vestido cargado de historia
María siempre tuvo claro que, si algún día se casaba, lo haría con una pieza con una historia muy especial: un vestido vintage de su abuela Dorita. "Un día mi abuela abrió una maleta, apareció este traje y desde el primer momento que lo vi, me enamoró. "En realidad no era un traje de novia -el de novia de verdad se lo puso después mi hermana en su boda-. Mi abuela se lo encargó a una costurera para celebrar la fiesta de su puesta de largo en el hotel Reconquista de Oviedo, aunque creo que finalmente no se celebró como estaba previsto y nunca llegó a estrenarlo", explica.
Realizado en organza de seda, y tras hacer algunos retoques de las partes dañadas con ayuda de una modista, la novia lo lució con escote asimétrico adornado con un minivolante, cuerpo ajustado a la cintura con un ligero drapeado hecho a mano y falda voluminosa 'muy al estilo Cenicienta'. No llevó velo. Para acompañar un vestido tan especial, unas sandalias de tacón alto color topo de Uterqüe.
¿Las joyas? El anillo de pedida, "que siempre llevo conmigo", una pulsera y unos pendientes estilo art déco de oro blanco y brillantes pertenecientes a su abuela materna. "Las alianzas de casados nos las hicieron fundiendo joyas familiares desvencijadas: un pendiente desparejado, una pulsera sin broche de mi abuela… Así tengo la sensación de llevar a toda mi familia en el dedo (risas)". El ramo, realizado con hortensias blancas cortadas el mismo día de la boda, se lo hizo la floristería Diflosal. "En medio del convite, lo lancé al aire y lo recogió mi amiga María".
El maquillaje, en tonos sutiles y muy naturales, corrió a cargo de Dani Gómez Make Up, y de peinar su melena suelta ligeramente ondulada se encargó Lourdes Crego. Para la fiesta, María se cambió a un vestido corto y blanco, muy setentero, con falda plisada y manga larga ligeramente acampanada.
¡Segunda boda a la vista!
Ion y María nunca han presumido de pareja almibarada y perfecta. De hecho, hace poco publicaron juntos un divertido vídeo 'Desmitificando l'amour', con el que apuntaban que en el amor, olvidar una fecha emblemática puede ser también síntoma de lo bien que sigue funcionando todo y que no es necesario aferrarse a un día concreto para celebrar. "Que se nos olvide alguna vez que otra nuestro aniversario me lleva a pensar que todos los días son maravillosos… o no", escribía la periodista.
Su boda fue un fiestón inolvidable, tanto que a María le hace toda la ilusión volver a darse el 'sí, quiero' con su marido. "Repetiremos en breve, no sabemos ni dónde ni en qué momento, pero la verdad es que nos encantaría celebrar una fiesta con nuestros amigos y, por supuesto, con nuestros hijos".
Lo cierto es que, a un año de cumplir los quince años de casados y con tres hijos en común, este dúo de periodistas sigue tan unido y cómplice como aquel día de primavera. "Celebro sin fiestas todos los días que paso junto a ti, escribía María hace un tiempo en su Instagram, y mi máximo objetivo en esta vida es continuar disfrutando juntos de lunes a domingo y de domingo a lunes. En las duras, en las maduras y en las más duras. Te amo @ionaramendiurrestarazu". Nada que añadir.
Detrás de la boda del presentador de televisión Ion Aramendi y la periodista María Amores hay una historia de amor de las de verdad, un enlace alejado de cualquier protocolo imaginable y una novia feliz con su vestido vintage. "Nuestra boda fue un fiel reflejo de nuestra personalidad y de lo que queríamos que fuese nuestra vida juntos: un festival. Lo que buscábamos era disfrutar con esas personas que son importantes para nosotros de un enlace pequeño, una cena distendida y un baile para celebrar la vida", subraya la novia. Ambos tenían 34 años.