Cada vez son más las personas que están eligiendo este estilo de vida, que priorizan la independencia y el autoconocimiento. La agamia es un nuevo pensamiento que se basa en la decisión consciente de no establecer relaciones románticas convencionales. A diferencia de la monogamia, que implica un compromiso exclusivo con una pareja, o la no-monogamia, que aboga por vínculos múltiples, la agamia se centra en romper con la idea de que el éxito personal o emocional depende de un vínculo romántico.
El amor podría durar toda una vida. (Pexels)
No obstante, esto no significa renunciar al amor o al contacto humano, en absoluto. Por el contrario, quienes practican la agamia suelen dar más importancia a las amistades y a otro tipo de relaciones afectivas más libres, sin las expectativas propias de una pareja tradicional. Este fenómeno, además, está íntimamente ligado al creciente número de solteros de los últimos tiempos en España.
Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el país ha alcanzado cifras históricas en este aspecto: más de 14 millones de personas sin pareja, respecto a las estadísticas del año 2021. Atrás quedaron los tiempos en los que no estar casado a los 40 se veía como un fracaso social. En la actualidad, y damos gracias, la soltería no solo se normaliza, sino que también se elogia como una muestra de libertad y autonomía.
Sin embargo, cabe mencionar que, para muchas personas, la agamia supone una oportunidad para redefinir su relación con el amor y la intimidad, dejando atrás las expectativas sociales que históricamente han impuesto el matrimonio o el noviazgo como metas vitales. De este modo, este enfoque permite centrarse en el crecimiento personal, en los propios proyectos y en disfrutar de relaciones afectivas sin etiquetas ni obligaciones.
En este caso, aunque a primera vista pueda parecer similar a la soltería, la agamia se diferencia en su filosofía: no es una etapa transitoria ni el resultado de no encontrar a la "persona ideal", sino una elección intencionada de vivir sin pareja. En este modelo, el amor propio y las relaciones no románticas ocupan un lugar central, lo que ofrece una perspectiva fresca y liberadora sobre la manera de vincularse con los demás. Algo que muchos agradecen.