Cuando hablamos de desarrollo personal, a menudo pensamos en añadir: más hábitos positivos, más lectura, más rutinas de éxito. Pero cada vez más expertos coinciden en que crecer no siempre significa incorporar nuevas exigencias, sino revisar con honestidad lo que ya forma parte de nuestro día a día. El verdadero cambio, en muchas ocasiones, empieza cuando dejamos de hacer aquello que no nos permite avanzar.
Mel Robbins, autora y conferenciante reconocida internacionalmente, ha lanzado un mensaje claro en una reciente publicación de Instagram: “El crecimiento no consiste en forzar más, sino en eliminar lo que te frena”. Acompañado de una imagen simbólica, su planteamiento retoma una idea recurrente en su enfoque: si algo bloquea tu potencial, no intentes compensarlo con más presión o exigencia. El primer paso puede ser tan simple —y a la vez desafiante— como retirarlo del camino.
Según Robbins, muchas veces no necesitamos más fuerza de voluntad, sino una limpieza estratégica. “Corta los hábitos, el desorden y las dudas que limitan tu potencial y observa lo que sucede”, explica. Esta frase apunta a una dinámica común: insistimos en forzarnos a mejorar sin cuestionar los patrones que ya nos agotan o sabotean en silencio.
El enfoque plantea una reflexión útil: ¿qué pensamientos, costumbres o relaciones están ocupando espacio sin aportar valor? A menudo, el miedo al cambio, la comparación constante o la procrastinación no se combaten con más disciplina, sino con decisiones conscientes que apuesten por la claridad y el equilibrio. Robbins defiende que el crecimiento no es un sprint, sino un proceso de poda personal.
Debemos soltar todo aquello que nos impide seguir creciendo. (Pexels / KoolShooters)
Inspirándose en la metáfora del jardín, la autora recuerda que una planta no necesita presión para crecer; necesita un entorno adecuado. Lo mismo sucede con las personas. Crear las condiciones para que el desarrollo ocurra de forma natural implica, muchas veces, apartarse de lo que interfiere: desde el ruido mental hasta la autoexigencia extrema.
En un contexto en el que muchas personas se sienten desbordadas por las exigencias diarias y la presión por rendir constantemente, la reflexión de Robbins plantea una alternativa clara: revisar, soltar y simplificar. Más allá de modas o promesas de transformación exprés, su propuesta se alinea con una visión sostenible del desarrollo personal, centrada en la eliminación de bloqueos más que en la acumulación de tareas. Una fórmula que, sin pretensiones milagrosas, invita a avanzar con menos carga y mayor conciencia.
Cuando hablamos de desarrollo personal, a menudo pensamos en añadir: más hábitos positivos, más lectura, más rutinas de éxito. Pero cada vez más expertos coinciden en que crecer no siempre significa incorporar nuevas exigencias, sino revisar con honestidad lo que ya forma parte de nuestro día a día. El verdadero cambio, en muchas ocasiones, empieza cuando dejamos de hacer aquello que no nos permite avanzar.