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El estilo americano triunfa
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El estilo americano triunfa

El 'made in USA' está más de moda que nunca. Estimado dandy: prepárese para darse un chapuzón 100% americano.

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Hace casi 30 años, en 1985, el entonces presidente de los Estados Unidos Ronald Reagan proclamó diciembre como el mes del made in America, declarando que no tenía ninguna duda de que cada vez más estadounidenses y foráneos se sentirían atraídos por esta etiqueta. No falló en sus predicciones y, desde 2010 –aunque con mayor empuje en el último trienio–, el mercado está asistiendo al estallido de una tendencia que supera el esteticismo efímero para engastarse en la historia y mística que se esconden tras ciertas prendas y accesorios.

BE AMERICAN. BUY AMERICAN

Si remontamos esta corriente para hallar su origen, descubriremos que se sitúa en los propios norteamericanos. Tras la recesión de 2008 y 2009 provocada por la crisis hipotecaria, el país generó, como en tantas otras ocasiones, anticuerpos en forma de patriotismo. Y qué mejor demostración del orgullo nacional que estimular la economía y la industria adquiriendo productos de fabricación doméstica, fomentando así la creación de empleo. Una vez fijados los cimientos, la viga maestra que aporta solidez y continuidad a este movimiento es la percepción de calidad.

Según un estudio del Boston Consulting Group, el 85% de los consumidores estadounidenses creen que los artículos made in USA cuentan con un grado de manufactura superior y, por lo tanto, el 65% de ellos están dispuestos a pagar más por uno de estos bienes. Curiosamente, la misma encuesta señala que cerca del 50% de los compradores chinos se decantan por el producto americano en detrimento del propio en caso de precio y calidad parejos. En contraste, alemanes y franceses muestran un fuerte apoyo a la elaboración local.

UN ESTILO PARA ATRAERLOS A TODOS

Existe un término que aúna las diferentes influencias con que la cultura estadounidense ha impregnado, entre otros, el universo de la moda: americana. Bajo este paraguas atisbaremos aquellos rasgos que nos fascinan y definen un modo de vida que se remonta al Lejano Oeste del siglo XIX. Es en esa época de pioneros donde se forja la identidad visual y el carácter práctico de muchas de las prendas que han llegado hasta nuestros días. Así, el trabajo en la mina, granjas e industria del acero en la primera mitad del siglo XX –a la par que las grandes guerras– trajo consigo la necesidad de vestir piezas resistentes en las que la forma seguía a la función. Y es esta ropa de trabajo, confeccionada con materiales crudos, bastos, la que conforma la herencia sobre la que se sostienen muchas de las marcas por las que hoy suspiramos.

Otra fuente de la que bebe la estética americana son los colleges privados de las regiones de Nueva Inglaterra y el Atlántico Medio, que conforman la llamada Ivy League. Estos, con sus alumnos como abanderados, gestaron el look preppy en los años 50. ¿Sus señas de identidad? Jerséis de cuello redondo; cazadoras, cárdigan y blazers universitarios, shorts y caquis de cintura alta y corte relajado, zapatos náuticos y estampados clásicos como las rayas horizontales, marineras y los rombos.

PESCANDO EN RÍO REVUELTO

Cuando un movimiento de relativa entidad se convierte en tendencia y las primeras luces del mainstream titilan en el horizonte, distinguir el grano de la paja se complica a medida que un número creciente de firmas se apresta a reclamar su parte del pastel de manzana. La Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos, encargada de supervisar el empleo adecuado de la denominación made in USA, afirma que un producto deberá estar fabricado enteramente o en su gran mayoría en Norteamérica para poder lucir dicha etiqueta. Sin embargo, multitud de empresas de certificación y directorios de productos americanos han surgido no se sabe bien si para paliar o contribuir al desconcierto de compradores; concienciados unos, fetichistas otros. Esto es lo que, a grandes rasgos, puede encontrase en su periplo consumista todo aquel que sucumba a esta particular fiebre del oro:

- Abanderados de la esencia y los valores americanos que, a día de hoy, mantienen externalizada una notable parte de su producción y que suelen contar con líneas patrias que identifican con la calificación made in o heritage: Levi’s, Brooks Brothers, Red Wing Shoes, Woolrich, L.L.Bean...

- Marcas que se presentan bajo el nombre de otras desaparecidas con el fin de asumir sus valores y disponer de una narrativa acorde con los argumentos de venta actuales. Un ejemplo claro sería Madewell, que resucitó J.Crew 17 años después de extinguirse.

- Firmas noveles que se inspiran en la tradición y recuperan procesos artesanales de confección y suministradores locales; además de aquellas que se han mantenido fieles a sus orígenes con el paso del tiempo. Pon en marcha tu espíritu explorador y encontrarás una selección de todas ellas en nuestra galería multimedia.

Hace casi 30 años, en 1985, el entonces presidente de los Estados Unidos Ronald Reagan proclamó diciembre como el mes del made in America, declarando que no tenía ninguna duda de que cada vez más estadounidenses y foráneos se sentirían atraídos por esta etiqueta. No falló en sus predicciones y, desde 2010 –aunque con mayor empuje en el último trienio–, el mercado está asistiendo al estallido de una tendencia que supera el esteticismo efímero para engastarse en la historia y mística que se esconden tras ciertas prendas y accesorios.

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