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El príncipe Andrés, en el espejo de la infanta Cristina: mismas pautas, ¿mismo desenlace?
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ESCÁNDALO EN LA CASA REAL BRITÁNICA

El príncipe Andrés, en el espejo de la infanta Cristina: mismas pautas, ¿mismo desenlace?

Desde la condena pública a Iñaki Urdangarin pronunciada por el rey Juan Carlos I en su discurso de Navidad de 2011 hasta el posterior cordón sanitario impuesto a la Infanta

Foto: Los Reyes de España saludan al príncipe Andrés en una visita oficial a Reino Unido. (EFE)
Los Reyes de España saludan al príncipe Andrés en una visita oficial a Reino Unido. (EFE)

Ser hermano de un heredero al trono no vacuna contra la codicia. Lo sabíamos aquí en España, gracias al caso Nóos, y lo están aprendiendo ahora en Gran Bretaña, con los escándalos, uno tras otro, que protagoniza el príncipe Andrés. Porque además de su presunta implicación en los escándalos sexuales del caso Epstein, ahora la prensa británica se pregunta cómo puede pagar el duque de York su alto nivel de vida. Las cuentas no cuadran. El caso de la infanta Cristina puede ser un ejemplo para la realeza británica sobre cómo proceder cuando un miembro de la familia no actúa con arreglo a lo que se espera de él.

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El primer paso se dio a última hora de la tarde de ayer, cuando el duque de York anunció que abandonaba sus obligaciones institucionales. La monarquía española -admitámoslo- ha sabido resolver sin demasiadas lesiones el escándalo Nóos y bien podría asesorar a la británica en estas lides. Incluso la Infanta ha sabido mantenerse firme, alejada cuando tocaba y acercándose de forma paulatina. Hubo momentos críticos, alguno casi irreparable, pero todo ha vuelto a su cauce (o casi todo, claro, que Iñaki Urdangarin sigue entre rejas).

placeholder Los Reyes, en el funeral por Alicia de Borbón-Parma con las infantas Cristina y Elena. (EFE)
Los Reyes, en el funeral por Alicia de Borbón-Parma con las infantas Cristina y Elena. (EFE)

El primer paso que habrá dado Buckingham Palace es hablar en privado con el príncipe en cuestión. La Casa Real española lo hizo a través de un emisario y mandó a José Manuel Romero a Barcelona en dos ocasiones. Primero en 2005, para que Urdangarin modificara algunos aspectos de Noós, y después en 2006, para que se apartara totalmente de esas empresas. Y aunque parece que en principio el duque de Palma hizo caso y abandonó la presidencia de las sociedades, después se ha demostrado que ya era demasiado tarde.

Exilio

Así que tocaba dar otro paso: el ‘exilio’. La reina Isabel II podría mandar al príncipe Andrés lejos. Lograr que una gran empresa le diera un cargo en América, donde ya reside su hija Beatriz y podría pasar más desapercibido. En 2009, el yerno de don Juan Carlos I fichó por Telefónica y se fue con toda la familia a vivir a Washington. Puede que en este momento sea también ya demasiado tarde.

placeholder El príncipe Andrés junto a su madre, la reina Isabel II. (EFE)
El príncipe Andrés junto a su madre, la reina Isabel II. (EFE)

En el caso de Andrés, es la prensa y no un juez -no existe todavía un José Castro británico- la que pone en cuestión cómo puede ser que un príncipe que recibe un salario concreto (291.580 euros anuales de la familia, según afirman los medios británicos, y 23.330 de la Armada) pueda llevar semejante tren de vida. Sus viajes han costado, en los útlimos 10 años, 4,67 millones de euros, a los que hay que añadir 11,6 en costes de seguridad, según los mismos medios. Su relación con Jeffrey Epstein, empresario corrupto y pedófilo que terminó por suicidarse, ha sido devastadora para su imagen. Tampoco lo hacen sus declaraciones en la entrevista dada el sábado 16, en la que todos esperaban una disculpa que jamás llegó. Ni la cascada posterior de informaciones y fotografías que ha publicado la prensa británica para demostrar las contradicciones de la entrevista.

Reformas millonarias

Su trabajo como colaborador de grandes fortunas, a las que ayudaba a encontrar buenas inversiones, ‘empleo’ que logró por su papel en la Casa Real, recuerda en algo a las oportunidades que vio Urdangarin ante sí como miembro de la realeza española. Andrés se gastó 8,5 millones de euros en reformar Royal Lodge, su casa en Windsor Great Park. ¿Les suena? Y se compró una casa en Suiza por 15,1 millones de euros. Nadie se explica de dónde sale el dinero, como nadie se explicó en 2006 de dónde salía el dinero que invirtieron los duques de Palma para comprar un inmenso chalé en Pedralbes, el rebautizado Palacete, y gastar después una fortuna en reformarlo.

placeholder El príncipe Andrés, muy activo en el Foro de Davos. (Reuters)
El príncipe Andrés, muy activo en el Foro de Davos. (Reuters)

En 2016, la prensa publicó emails en los que se demostraba la relación de Andrés con tramas corruptas (de nuevo: ¿les suena?), con empresarios rusos, con políticos de países cuyos gobiernos son poco claros. Mientras los correos electrónicos aparecían en la prensa española, Urdangarin fue llamado a capítulo a Zarzuela en noviembre de 2011. Le recibió el entonces jefe de la Casa, Rafael Spottorno, y a las pocas horas de la reunión, Urdangarin emitía un comunicado, publicado por la agencia Efe, en el que defendía su “honorabilidad e inocencia”.

Discurso del Rey

A las pocas semanas era imputado y la Casa Real le apartaba de todas las actividades y desaparecía de la web de la familia. Quizás la reina Isabel II podría seguir los pasos de don Juan Carlos I, quien en su discurso de Navidad de aquel mismo año pronunciaba aquella frase que resuena todavía en las entrañas de la familia Urdangarin: “La justicia es igual para todos”. Un toque de alerta que muchos aplaudieron y que se ha demostrado cierto tras el encarcelamiento de su yerno.

Aquel mes de diciembre, además, empezaba la paulatina desaparición tanto de la infanta Cristina como de su hermana, la infanta Elena (víctima colateral del desaguisado del exduque de Palma), de la agenda real. Al poco tiempo, la familia Urdangarin de Borbón volvió a España, con la esperanza de poder limar asperezas con la familia real, pero no fueron bien recibidos y sufrieron un aislamiento social difícil de digerir por una pareja que lo había sido todo en Barcelona.

placeholder La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, paseando por Barcelona. (Getty)
La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, paseando por Barcelona. (Getty)

Decidieron cambiar de nuevo de domicilio, se mudaron a Ginebra y desaparecieron de la vida social y de la agenda de la familia real. Se creó ese cordón sanitario que quizás debería plantearse ahora la soberana británica, pese a que muchos medios afirman que Andrés es su hijo favorito. También Urdangarin se llevaba de maravilla con el Rey emérito.

Rifirrafe con el Rey

El momento álgido de la crisis entre la Infanta y la Casa Real sucedió en 2016. Ya imputada en el caso Nóos y con su hermano en el trono, surgió un rifirrafe que elevaron a público y que dañó la imagen de la duquesa. El rey Felipe VI anunció que la despojaba de su título nobiliario, entregado por su padre el día de la boda con Urdangarin, y la Infanta respondió, por carta enviada a los medios, que había sido ella quien había renunciado. Si la reina Isabel II decidiera retirarle los títulos a su hijo (recordemos que es duque de York), podría aprender de este error de comunicación entre el monarca y su hermana que se tornó en una especie de culebrón, nada deseado por la Casa Real.

placeholder La infanta Cristina, la reina Letizia y Felipe VI. (Reuters)
La infanta Cristina, la reina Letizia y Felipe VI. (Reuters)

Tras la gran tormenta, llegó una especie de tregua hasta que terminó el juicio y llegó la sentencia. La absolución de la Infanta dio un respiro a los protagonistas de esta historia en la que Iñaki Urdangarin ha sido el único gran perdedor. Si el mal ajeno sirve para tomar conciencia del propio, si los errores del otro sirven para evitar equivocarse, quizás el príncipe Andrés podría hallar la salvación en el espejo que le ofrece la infanta Cristina. Aunque la penitencia deba ser larga.

Ser hermano de un heredero al trono no vacuna contra la codicia. Lo sabíamos aquí en España, gracias al caso Nóos, y lo están aprendiendo ahora en Gran Bretaña, con los escándalos, uno tras otro, que protagoniza el príncipe Andrés. Porque además de su presunta implicación en los escándalos sexuales del caso Epstein, ahora la prensa británica se pregunta cómo puede pagar el duque de York su alto nivel de vida. Las cuentas no cuadran. El caso de la infanta Cristina puede ser un ejemplo para la realeza británica sobre cómo proceder cuando un miembro de la familia no actúa con arreglo a lo que se espera de él.

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