Charlène de Mónaco deslumbra en una gala con un mono blanco de Elie Saab y joyas de diamantes

El estilo de Charlène de Mónaco siempre ha sido muy sobrio. Demasiado para algunos. Sin embargo, últimamente la princesa nos está dando alguna que otra sorpresa. Como ocurrió durante la jornada de Fórmula E en el principado, con motivo del 10º aniversario de la competición en el legendario Circuito de Mónaco. La exnadadora fue la encargada de presidir tanto la carrera como la entrega de premios esa misma noche, y para la velada deslumbró con un mono blanco de Elie Saab y pendientes de diamantes.

Si por la mañana la princesa sorprendió con una colorida falda que combinó con una blusa blanca, por la noche era el epítome de la elegancia en el Hotel de París, donde hizo entrega del flamante trofeo 'S.A.S. el Príncipe Alberto II de Mónaco' al piloto británico Oliver Rowland, quien fue reconocido por haber obtenido la mejor puntuación total durante todo el fin de semana.

Charlène, quien es muy fan de los monos, optó por uno de la firma libanesa Elie Saab, reconocida por sus modelos llenos de pedrería pero a la vez por diseños clásicos de líneas limpias. En concreto, la princesa lucía un mono realizado en seda cady en blanco roto, con corpiño sin mangas, pantalones acampanados y, lo mejor, un gran volante en cascada en el lado que le daba un tono más dramático.

Se trata de un modelo de esta temporada, por lo que aún sigue a la venta en la web de Elie Saab por 3.000 euros. Cabe recordar que casi todos los años, la esposa del príncipe Alberto ocupa el primer puesto en la lista de las mujeres royals que más estrenan y también que más gastan en ropa, dejando claro que para ella no es problema lucir diseños de precios elevados.

La princesa completó su estilismo con una cartera de mano también de lujo, firmada por Louis Vuitton. Un modelo forrado de cuero dorado y con un gran logotipo LV en la parte delantera. Charlène lo tiene desde 2014, por lo que, a pesar de su gusto por llevar ropa nueva, también recicla piezas del pasado. En sus pies llevaba unos salones dorados con tacón alto.

Charlène fue muy sobria con sus joyas, optando únicamente por unos pendientes, que se veían a la perfección gracias al favorecedor moño trenzado, con ondas en la parte delantera, con el que recogió su pelo. Son unos botones de diamantes que le daban muchísimo luz al rostro de la princesa, perfecta una vez más y completamente recuperada ya de sus problemas de salud del pasado.