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Lady Di, de mártir a personaje de novela de espías
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javier sebastián firma una obra sobre ella

Lady Di, de mártir a personaje de novela de espías

El escritor Javier Sebastián fabula sobre la posibilidad de que tras la muerte de Diana de Gales estuviesen los Servicios Secretos en una novela de espionaje

Foto: La princesa de Gales, en una imagen de archivo (I. C)
La princesa de Gales, en una imagen de archivo (I. C)

El 30 de agosto de 1997, el escritor Javier Sebastián había discutido con su esposa. El enfado entre ambos no estaba motivado por algo de gran importancia pero llevaban una hora sin hablarse debido a un malentendido. La televisión los acabó reconciliando y haría que olvidasen para siempre la razón que los había llevado a discutir. En los informativos de todo el mundo hablaban de la muerte de Diana de Gales. La llamada ‘princesa del pueblo’ se iba para siempre por culpa de un accidente de tráfico ocurrido en París y su muerte causaba un estupor generalizado. Años más tarde, un sábado por la tarde, esa vivencia hizo imaginar a Sebastián una imagen muy singular. “Imaginé a Diana sola en Kensington, aburrida y en pijama. Me di cuenta entonces que todos hacemos construcciones de los personajes populares sin humanizarlos”. Ese fue el punto de partida de la novela Puente de Vauxhall, que fabula sobre la vida de la princesa de Gales y su fallecimiento, despertando las teorías conspiratorias que la condujeron al accidente mortal y construyendo una novela de espionaje que gira alrededor de ella sin tenerla como protagonista.

“Es la historia de tres mujeres que son espías sin saberlo y cuya labor acaba llevando a la princesa Diana al Puente del Alma en el que murió”, afirma el escritor zaragozano, que cuenta en su novela cómo un alto cargo de los Servicios Secretos Británicos intenta conducir a la princesa a su fatídico final a través de una monja, una joven de 15 años y la propia narradora de la historia. Para construir este thriller imaginario, Sebastián se vale de una documentación muy real que ha incluido “leer diferentes biografías sobre ella, como la de Morthon o la de Concha Calleja. Lo que quería era tener una base real y, a partir de ahí, ficcionar el resto”, concluye.

Una princesa con valor simbólico

Diana, meses antes de morir en un accidente (I. C)Para Sebastián, Diana siempre fue un personaje con un gran interés y con un valor claramente simbólico. “Para mí ella representa el dolor de la vida. Era una mujer ninguneada. Hay una frase de una de sus biógrafas que dice que debía de ser desestabilizador que todo el mundo la quisiera y que en casa la despreciaran. Eso le pasó desde niña, ya que en su propia familia ella era ‘la tonta’ mientras que su hermano era ‘el listo”. El autor tiene guarda incluso un ejemplar del Times que se publicó el día en que murió la princesa. “Soy un poco friki en ese sentido. Los Windsor me parecen una familia muy particular. Me hacía mucha gracia, por ejemplo, la Reina Madre bebiendo siempre en mitad de esos personajes tan incoherentes. En Love Actually ya decían de un personaje que era “como Lady Di pero sin familia peculiar”.

Aunque en la obra se ficciona partiendo de hechos reales y se especula con la posibilidad de que los Servicios Secretos fuesen la mano negra tras la llorada muerte de la princesa, Sebastián también respeta las investigaciones oficiales. “Aunque hay cosas que no están claras, hay que respetar la investigación de la Operación Paget, dirigida por Lord Steven, un alto cargo de Scotland Yard, que concluyó que todo había sido un accidente”. Su objetivo, después de todo, era conseguir una Lady Di más “real y cercana” y lo que hizo fue representar un poco lo que era en mitad de la intriga ficticia: “Era una mujer dolida e incapaz de gobernar su propia vida. Eso es una metáfora de lo que nos pasa a todos los seres humanos”.

Personalmente, también ve las aristas que convirtieron a la princesa en algo más que una mártir. “También era muy pilla. Le divertía poner nerviosos a los Windsor y hacerles la puñeta. Lo hizo con su romance con Dodi Al Fayed y también con lo de las minas antipersona”. Pese a esas suspicacias reales, es el mito trágico el que la sobrevive y prueba de ello es que ahora llega a las librerías como personaje de una trama que podría haber surgido de la imaginación de John LeCarré o de cualquier novela de espías de la época dorada del género. Una muestra más de que, por muchas obras fallidas que surjan a partir de su vida (el desastre protagonizado por Naomi Watts no anda muy lejano en el tiempo) la figura de la princesa del pueblo aún tiene cuerda para rato.

El 30 de agosto de 1997, el escritor Javier Sebastián había discutido con su esposa. El enfado entre ambos no estaba motivado por algo de gran importancia pero llevaban una hora sin hablarse debido a un malentendido. La televisión los acabó reconciliando y haría que olvidasen para siempre la razón que los había llevado a discutir. En los informativos de todo el mundo hablaban de la muerte de Diana de Gales. La llamada ‘princesa del pueblo’ se iba para siempre por culpa de un accidente de tráfico ocurrido en París y su muerte causaba un estupor generalizado. Años más tarde, un sábado por la tarde, esa vivencia hizo imaginar a Sebastián una imagen muy singular. “Imaginé a Diana sola en Kensington, aburrida y en pijama. Me di cuenta entonces que todos hacemos construcciones de los personajes populares sin humanizarlos”. Ese fue el punto de partida de la novela Puente de Vauxhall, que fabula sobre la vida de la princesa de Gales y su fallecimiento, despertando las teorías conspiratorias que la condujeron al accidente mortal y construyendo una novela de espionaje que gira alrededor de ella sin tenerla como protagonista.

Gales Scotland Yard
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