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Adiós a Peter Bogdanovich: de la infidelidad con Cybill Shepherd a un terrible asesinato
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Adiós a Peter Bogdanovich: de la infidelidad con Cybill Shepherd a un terrible asesinato

El legendario director, miembro del Nuevo Hollywood, se fue para siempre este 6 de enero a los 84 años. Sus historias de amor son casi tan míticas como muchas de sus películas

Foto: Bogdanovich y Cybill Shepherd, en 1978. (CP/Bruce McBroom)
Bogdanovich y Cybill Shepherd, en 1978. (CP/Bruce McBroom)

Los estudiosos del cine siempre tendrán mucho que aprender de Peter Bogdanovich, fallecido este jueves a los 82 años. Uno de los puntales de lanza del Nuevo Hollywood, soñador hiperactivo que no paraba de hablar de cine, imitar a personalidades como Hitchcock y que acabó rodando un puñado de grandes films (habría que diferenciar, como hace Garci, nuestro particular Bogdanovich, entre películas y films, y él seguro que hizo muchas más de las segundas, con ejemplos como 'La última película', '¿Qué me pasa, doctor?' o 'Luna de papel'), Pete también fue un apasionado historiador del séptimo arte. Su documental (y libro) sobre John Ford, en el que el legendario director dijo aquella frase sobre que solo hacía westerns, es prueba de un talento que va más allá de ponerse detrás de la cámara.

Como personaje total de toda una época, Bogdanovich también apareció en los mass media por sus amores, igual que Scorsese o Coppola aparecieron uno por sus adicciones y el otro por sus viñedos y su megalomanía. Fue, en definitiva, nombre fundamental de esa insólita época en la que los directores fueron, por una vez, las estrellas absolutas. Su corazón fue tema de conversación en un Hollywood psicodélico y cambiante.

placeholder El director, junto a Polly Platt y su retoño en 1968. (CP)
El director, junto a Polly Platt y su retoño en 1968. (CP)

A principios de los 70, cuando Roger Corman le daba sus primeras oportunidades (como a muchos otros de su generación) tras la cámara, Bogdanovich era el marido de la brillante Polly Platt, guionista y diseñadora de producción que también dejaría una huella indeleble en el cine norteamericano. Junto a ella había tenido dos hijos y ambos parecían formar una joven familia feliz. El rodaje de 'La última película', del que también formaba parte Platt (ella fue, por ejemplo, la que convenció a su marido para rodarla en blanco y negro) cambiaría esa felicidad conyugal. Una de las protagonistas del film era una jovencita de 21 años, cabellos dorados y cara pluscuamperfecta llamada Cybill Shepherd. El director de la película, que entonces levantaba la que sería su gran obra maestra, la cinta que hizo que su nombre sonase en todas partes como el de un genio, no pudo evitar enamorarse de ella. Bogdanovich ni siquiera podía disimular su amor ante su esposa.

El tándem artistico y personal que habían formado Platt y Bogdanovich es analizado con precisión de cirujano en el libro 'Moteros tranquilos, toros salvajes'. Lo cierto es que ella, consciente de la infidelidad de su marido con la protagonista de la cinta, se tragó su orgullo y siguió defendiendo su trabajo hasta que terminó el rodaje. La propia Shepherd recordaba cómo surgió aquel idilio en un reciente documental sobre Bogdanovich. “Justo antes de grabar la primera toma, Peter me dijo: ‘No sé de quién estoy más enamorado, si de Cybill o de Jacy’ (el personaje que interpretaba en la película)”.

placeholder Cybill Shepherd, en el reestreno de 'Taxi Driver' en 2016. (EFE)
Cybill Shepherd, en el reestreno de 'Taxi Driver' en 2016. (EFE)

El fuego de la pasión entre el director y la actriz se acabó consumiendo en 1978, justo cuando la breve gloria de Bogdanovich tocaba a su fin. Nunca más volvería a ser el niño mimado de la crítica o del público, entre 'Supermanes', Spielbergs, Indiana Jones y blockbusters a cascoporro. En los 70, él y Shepherd aparecían noche y día en los medios, lo cual los convirtió en una suerte de precedente de Brangelina e hizo que parte de los espectadores y lectores de tabloides les cogiesen manía. Pese a convertirla en su musa en 'Daisy Miller' (1974), Bogdanovich no paraba de discutir con ella. En esas batallas no eran ajenos sus vaivenes artísticos. Como gran nostálgico que era, capaz de mirar al pasado y reformularlo a su gusto, vivió altos y bajos como el de 'Nickelodeon', una de las películas que mejor cuenta los orígenes de Hollywood. A principios de los 80, alejado ya de Shepherd, rodó 'Todos rieron', comedia para la cual convenció a la mismísima Audrey Hepburn de volver al cine. Y de nuevo se enamoró de una de las actrices del reparto, la joven canadiense Dorothy Stratten, que había sido la Miss Playboy 1980. El problema es que ella estaba casada con Paul Snider, un maleante que llevó muy mal que su mujer quisiera abandonarle. Loco de celos, los seguía a todas partes pistola en mano, con deseos nada ocultos de matar a su mujer y a su amante.

placeholder Dorothy Stratten, en 1978. (CP)
Dorothy Stratten, en 1978. (CP)

Tanto Stratten como Snider vivían entonces con el doctor Kusher, que fue el que se encontró con un espectáculo dantesco cuando un 14 de agosto volvió al apartamento que compartía con ellos. Él se había suicidado y ella estaba atada con un esparadrapo a una banca para hacer abdominales. Su marido la había puesto allí y la había violado y matado antes de volarse él mismo la cabeza. "Parecía como una película de terror, como si fueran maniquíes y sangre falsa”, recordaba Patti Laurman, la mujer del doctor, años después. “Es una imagen que jamás se me va a ir de la cabeza, que se va a quedar ahí para siempre”. El que no se recuperó de aquel golpe fue el propio Bogdanovich, que cayó en una depresión por perder al amor de su vida que ya le pesó siempre. Años después encontró de nuevo el amor en Louise, precisamente la medio hermana de Dorothy. Con ella estuvo casado desde 1988 hasta 2001, cuando se divorciaron. Ni el cine ni la vida volvieron a ser lo mismo para él.

placeholder Bogdanocivh, en agosto de 2019. (Getty Images/Kevin Winter)
Bogdanocivh, en agosto de 2019. (Getty Images/Kevin Winter)

Taciturno, siempre acompañado de sus enormes gafas y su peculiar sentido del humor, amante de ese Hollywood dorado que ya nunca volverá, Peter Bogdanovich se ha ido dejando huérfanas a varias generaciones que crecieron con sus películas. Y lo más importante, a un sinfín de cinéfilos que descubrieron de su mano las joyas de Ford, Hawks, Lang o Hitchcock. No es poco lo que tenemos que agradecerle.

Los estudiosos del cine siempre tendrán mucho que aprender de Peter Bogdanovich, fallecido este jueves a los 82 años. Uno de los puntales de lanza del Nuevo Hollywood, soñador hiperactivo que no paraba de hablar de cine, imitar a personalidades como Hitchcock y que acabó rodando un puñado de grandes films (habría que diferenciar, como hace Garci, nuestro particular Bogdanovich, entre películas y films, y él seguro que hizo muchas más de las segundas, con ejemplos como 'La última película', '¿Qué me pasa, doctor?' o 'Luna de papel'), Pete también fue un apasionado historiador del séptimo arte. Su documental (y libro) sobre John Ford, en el que el legendario director dijo aquella frase sobre que solo hacía westerns, es prueba de un talento que va más allá de ponerse detrás de la cámara.

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