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Fellini y Giulietta Masina: amor, enfermedad y cuernos entre el genio del cine y la Chaplin femenina
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30 AÑOS DE LA MUERTE DE AMBOS

Fellini y Giulietta Masina: amor, enfermedad y cuernos entre el genio del cine y la Chaplin femenina

Se cumplen tres décadas desde que la inolvidable protagonista de 'Las noches de Cabiria' falleció, apenas seis meses después que el director. Recordamos su vida juntos, llena de altibajos

Foto: Federico Fellini con su musa y mujer, Giulietta Masina, en Venecia. (CP)
Federico Fellini con su musa y mujer, Giulietta Masina, en Venecia. (CP)

"Nuestro primer encuentro no lo recuerdo, porque en realidad yo nací el día que vi por primera vez a Giulietta". Así describía el gran Federico, Fellini para más señas, su primer encuentro con el amor de su vida: Giulietta Masina. Durante décadas, el director, el creador del adjetivo 'felliniano', convirtió a la Chaplin femenina en su esposa y en su musa; la protagonista de joyas como 'La Strada' o 'Las noches de Cabiria'. Este 23 de marzo se han cumplido tres décadas desde que Masina pasó a mejor vida. Juntos casi hasta el final, la actriz murió apenas medio año después que su Federico hubiese se hubiese ido. 'Y la nave va', escribieron en muchos obituarios, haciendo honor a uno de los films más famosos del genio. En pleno siglo XXI, Italia sigue considerando al director y a la actriz patrimonio nacional, aunque tras el mito no todo fue un jardín de rosas como las que aparecían en 'Giulietta de los espíritus'.

Un radioteatro llamado 'Las aventuras de Cicco y Pallina', transmitido durante la Segunda Guerra Mundial, fue el escenario en el que Federico y Giulietta se encontraron por primera vez. Eran dos adolescentes. Masina protagonizaba la tira cómica que Federico escribía y ya estaba considerada una joven promesa de la interpretación. Él había dejado su Rimini natal, el que retrataría en la maravillosa 'Amarcord', para triunfar como caricaturista en Florencia. No tardaron en enamorarse y un año más tarde, el 30 de octubre de 1943, contrajeron matrimonio. A muchos les parecerá un dato exagerado, pero cuentan las crónicas que Masina se pasó cocinando lasaña toda la noche anterior a la boda para los invitados del banquete.

placeholder Fellini y Masina durante sus inicios en el cine. (CP)
Fellini y Masina durante sus inicios en el cine. (CP)

El matrimonio empezó con mal pie pese a la bonanza profesional. Ella sufrió un aborto tras caerse por las escaleras, aunque en 1945 dio un hijo al que llamaban 'Federichino'. La felicidad duró poco, ya que la neumonía acabó matando a aquel bebé adorable medio mes después de nacer. Giulietta y Federico no tuvieron más hijos y ese pequeño trauma marcó aquellos primeros años; una época de despegue profesional en la que él fue designado como guionista de la mítica 'Roma, cittá aperta' por parte del mismísimo Roberto Rosselini. La película fundacional del neorrealismo italiano fue la que lo puso en el mapa.

Pasarían unos años hasta la primera colaboración profesional entre Federico y su amada. Estrenada en 1954, 'La Strada' fue nominada al Oscar y dio la vuelta al mundo. El personaje de Gelsomina se convirtió, para Masina, en un emblema, en un icono por el que le preguntarían en todas las entrevistas que hizo en su vida. Apenas tres años después, el éxito se repitió con 'Las noches de Cabiria', en la que encarnaba a una prostituta de buen corazón enamorada del amor y traicionada por hombres mezquinos.

El binomio profesional, tan bien engrasado, no era igual en su casa, sita en la famosa Vía Margutta cercana a la Piazza di Spagna. Massina fumaba y Fellini no, lo cual, cuentan las biografías, les llevaba a dormir en habitaciones separadas en más de una ocasión. Otro de los problemas es que el carácter de él era mucho más laxo que el de ella. Mujeriego empedernido hasta extremos que hoy resultarían machistas, el genio Federico tenía amantes repartidas por media Roma. Giulietta soportaba la presencia de las otras pacientemente. La propia Sandra Milo, belleza despapanante y protagonista de otro de los films más laureados de Fellini, 'Ocho y medio', contó al final de su vida que había sido la amante del director durante la friolera de 17 años. "Fue una historia maravillosa en la que no existían los problemas de la cotidianidad. Una fábula sobre un castillo, a cinco mil metros sobre la tierra", contó Milo cuando Fellini y Masina ya no estaban en este mundo.

placeholder La pareja, en sus años de madurez. (CP)
La pareja, en sus años de madurez. (CP)

Los cuernos de Fellini fueron vox populi desde Cinecittá al Tíber, pero Giulietta lo asumía. Lo más que llegó a decir públicamente es que, como muchas mujeres, ella también era celosa. Durante décadas aguantó al lado de ese hombre al que no dejaban de homenajear en todo el mundo. Uno de los tributos más significativos fue el Oscar honorífico que recibió en 1993, pocos meses antes de su muerte. Marcelo Mastroani, con el que tantas veces trabajó Federico, y Sophia Loren, fueron los encargados de otorgarle el premio, que recogió con su habitual socarronería y sentido del humor. "Pertenezco a una generación de personas para las que América y las películas eran lo mismo", dijo. En el público, los ojos de Giulietta estaban inundados de lágrimas. "Por favor, deja de llorar", exclamó él.

Se habían casado en octubre de 1943, y justo medio siglo después, en ese mismo mes pero de 1993, Fellini falleció. La capilla ardiente se estableció en el estudio 5 de Cinecittá y media Italia pasó por allí para rendirle pleitesía. Aquejada de un cáncer de pulmón, Giulietta Masina se iría para siempre unos meses más tarde, en marzo de 1994.

Si hubiese que elegir una secuencia que represente el legado de Fellini y Masina, muchos elegirían el final de 'Las noches de Cabiria', cuando la desgraciada meretriz, tras sufrir un nuevo varapalo amoroso por parte de un seductor aprovechado, sube una colina con lágrimas en los ojos. El príncipe azul no lo era tanto, pero ella sigue en pie pese a tener el corazón roto. De las sombras, aparece una orquesta de chicos jóvenes tocando la imborrable música de Nino Rota. Aún llorosa, como delatan sus mejillas, Cabiria-Masina vuelve a sonreír y mira a cámara, interpelando al propio espectador. Todo el que ve la película empatiza con ella y con su enseñanza: aceptar el destino, resignarse, o entender de qué va esta cosa de vivir y de amar; esperar que la próxima hostia no sea tan dura. No hay mejor moraleja para resumir lo que Fellini y su Giulietta nos regalaron a través de una pantalla más grande que la vida misma.

"Nuestro primer encuentro no lo recuerdo, porque en realidad yo nací el día que vi por primera vez a Giulietta". Así describía el gran Federico, Fellini para más señas, su primer encuentro con el amor de su vida: Giulietta Masina. Durante décadas, el director, el creador del adjetivo 'felliniano', convirtió a la Chaplin femenina en su esposa y en su musa; la protagonista de joyas como 'La Strada' o 'Las noches de Cabiria'. Este 23 de marzo se han cumplido tres décadas desde que Masina pasó a mejor vida. Juntos casi hasta el final, la actriz murió apenas medio año después que su Federico hubiese se hubiese ido. 'Y la nave va', escribieron en muchos obituarios, haciendo honor a uno de los films más famosos del genio. En pleno siglo XXI, Italia sigue considerando al director y a la actriz patrimonio nacional, aunque tras el mito no todo fue un jardín de rosas como las que aparecían en 'Giulietta de los espíritus'.

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