Las tascas de hoy en Madrid no son como las de ayer: así son Ciro o Garbel
Siguen dándole al cañeo y al tapeo como las que más y aspiran a ganarse el cariño del personal que patea las calles del viejo Madrid. Lo hacen con cocina y con diseño
Nos gusta tanto el tapeo que cuando lo ejercemos nos creemos más que nunca eso de que de Madrid al cielo. Pero las tascas, sobre todo algunas, ya no son como las de antes. Ha entrado por su puerta la modernidad, siempre como recién estrenada. Consecuencia: han terminado, muchas, rindiéndose al diseño. Veamos cómo han cambiado y cuán lejos ha quedado aquello del azulejo, los palillos en el suelo, las sobrias mesas y las fotos haciendo patria. No podemos sino rendir homenaje a Celso y Manolo, que es una taberna de ahora como las de antes y no sale, esta vez, en este mapa.
Ciro, el tapeo de toda la vida
Acaba de venir al mundo como “una auténtica taberna en clave contemporánea”. Sí, Ciro está en pleno barrio de Chamberí, lo cual juega a su favor, y apuesta por el tapeo de toda la vida, así que vamos bien: conservas, encurtidos (ahí están las gildas), derivados del cerdo ibérico, ensaladilla rusa, tortilla de patatas, croquetas, vinos de pequeño productor, también en copas, y vermú de grifo; todo exhibido en pizarra, no en carta. Además, es el homenaje a su abuelo (un viticultor que vendía vino a granel en Rueda) de Senén Alcalde, quien ha trabajado en los dos mejores japoneses de Londres (Nobu y Zuma). Esto y la decoración que firma el estudio Madrid in Love ya hacen a esta taberna diferente (a las de antes).
Dónde: C/ Fernando el Santo, 4.
La Tasca de Figueroa: taberna 'gourmet'
Una de las calles que más arriba se ha venido en los últimos tiempos en la capital, donde uno lo mismo se puede ir a comprar unos zapatos que a vivir la euforia de un mercado de abastos en clave 'cool', aloja esta taberna que huele (y sabe) a 'gourmet', abierta hace dos años. Ofrece platos tradicionales, cierto es, pero revisados; en una animadísima barra para vinos y 'pintxos', que es el complemento a una carta con productos de temporada, y está en el corazón que siempre late deprisa, por la emoción, de Chueca. ¿Unas aceitunas, una gilda, unas croquetas? Aquí se despacha también atún rojo de Cádiz, hongos de Soria y la 'txuleta' de San Sebastián. Eso sí, los jueves, que tiemble en su tumba Valle Inclán, hay cocido, dentro de un menú del día que sale por 12,30 euros. El sábado le toca el turno a los 'pintxos'.
Dónde: C/ Augusto Figueroa, 47.
La Tasca de Ventura: la versión sofisticada
Es prima hermana de la anterior -hasta comparten carta, aunque esta tiene un toque más juvenil- y acaba de llegar al universo gastronómico capitalino para ofrecer al personal otra versión de la tasca de ayer, la del siglo XXI. El 'revival' de La Tasca de Ventura, sofisticado y desenfadado a la vez, es cosa de Ángel Studio. Su amor a la vanguardia la convierte en el escenario perfecto para el 'afterwork', en horario ininterrumpido de 12 a 1 h (los fines de semana hasta las 2).
Dónde: C/ Ventura Rodríguez, 9.
Garbel: la tasca con más arte (urbano)
Toda ella está concebida para honrar a la cocina madrileña y de paso a su fundador, el abuelo de la actual dueña, Belarmino García (son leyenda sus bocatas de calamares), pero desde su espíritu cosmopolita en Chueca. A Garbel se viene a comer platos para compartir, bocadillos, hamburguesas talla XXL y también recetas originales; que ha llovido mucho gastronómicamente hablando. No hay fotos de toreros ni de la última visita de la más rutilante de las celebridades hollywoodienses, tipo Ava Gardner o Hemingway, pero sí un gran mural de grafiti de cinco metros de ancho obra de Nicolás Villamizar y una moto Custom. Dentro se está como fuera, en plena calle: paredes de ladrillo, juegos de luces y sombras, y un columpio. Ese es su ambiente, muy industrial. Hasta los camareros van vestidos con monos de mecánico. Ahora el bocadillo de calamares se sirve en pan negro.
Dónde: C/ Infanta, 28.
La Charca: picoteo y cañeo actualizados
Cocina española con guiños a la asturiana (es pariente del clásico Asgaya) es lo que va y viene en esta taberna actualizada del Madrid de Argüelles. O sea, croquetas, fritos de 'pixín' (rape) o bolas de queso de cabra con cebolla caramelizada para dar alegría al vino o a la caña del aperitivo. Más allá del picoteo, uno puede caer rendido a los encantos de los sabores de siempre en La Charca. Léase cachopo asturiano clásico al estilo de Allande, la fabada asturiana “como Dios manda” o el arroz con leche requemado o no. El local tiene solera, pero la barra, cosas de la modernidad, cambia de color según la hora del día. Además, patio interior con vegetación y vigas de madera, y bodega hecha a medida. Para picotear y también desayunar y despedirse con la última copa.
Dónde: C/ Juan Álvarez de Mendizábal, 7.
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Nos gusta tanto el tapeo que cuando lo ejercemos nos creemos más que nunca eso de que de Madrid al cielo. Pero las tascas, sobre todo algunas, ya no son como las de antes. Ha entrado por su puerta la modernidad, siempre como recién estrenada. Consecuencia: han terminado, muchas, rindiéndose al diseño. Veamos cómo han cambiado y cuán lejos ha quedado aquello del azulejo, los palillos en el suelo, las sobrias mesas y las fotos haciendo patria. No podemos sino rendir homenaje a Celso y Manolo, que es una taberna de ahora como las de antes y no sale, esta vez, en este mapa.