Chinchón, La Hiruela... Escapadas en Madrid para aprovechar lo que te queda de puente
A veces los rincones con encanto están cerca, muy cerca. Un abrir y cerrar de ojos y se planta uno en un pueblo serrano auténtico, en un lugar de recreo de los nobles o en una villa espectacular
También se puede ser viajero en el lugar donde uno vive, y con emoción, en 50 kilómetros a la redonda o más allá. Turismo a la vuelta de la esquina. No hace falta irse muy lejos para sentirse un Marco Polo. Siempre hay a nuestra vera rincones por descubrir. ¿Hace mucho que no vas a Chinchón? ¿Has estado alguna vez en La Hiruela? ¿Por qué no te dejas caer por Colmenar de Oreja? ¿Y Buitrago, volverás? Pues eso, que aproveches este puente para ver los bellos alrededores de nuestro querido Madrid.
Chinchón: anís, plaza y parador
Chinchón es un regalo; así de claro. Por su espléndida Plaza Mayor, que es de toros y escenario de película (lo ha sido y no una ni dos ni tres veces); su casco urbano, que es conjunto histórico-artístico, y su entorno, los viñedos y olivos que hacen muy mediterránea esta vega del Tajuña. Hay lecciones de historia entre sus muros para aburrir, de íberos, romanos y árabes, incluso en el siglo XV se convirtió en lugar de recreo de nobles y poderosos. Se ve. Busca la Torre del Reloj y la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, con lienzo de Goya en su interior, y sabrás por qué se dice que Chinchón tiene una iglesia sin torre y una torre sin iglesia. Sigue buscando: ahora la Casa de la Cadena, donde pernoctó Felipe V; el convento de las clarisas, cuyos dulces están de escándalo, y el castillo de los Condes, al estilo toscano, donde se elaboraba el mítico anís, y que más que castillo era palacio (renacentista). Menos de 40 kilómetros lo separan de Madrid-Madrid.
No dejes de... tomarte algo (por supuesto un anís, que tiene denominación de origen) o comer (caldo de taba o guisote de ajillo de cordero lechal con ajo fino de aquí) en el Parador de Turismo, convento fundado por los condes de Chinchón allá por el XVII, que fue pequeña universidad y hasta juzgado. Eso si no te quedas a dormir. En la habitación del prior, en la de la condesa de Chinchón o en la llamada Capilla de Felipe V. Tú verás.
La Hiruela, el pueblo serrano más auténtico
Y tanto. Está en la sierra del Rincón, luego goza de un enclave privilegiado; conserva las casas de piedra, adobe y madera de roble tal cual eran, y tiene edificios y elementos que hacen honor a la tradición, caso del pilón, el molino harinero a orillas del Jarama, la antigua escuela, la casa del cura y la de la maestra. No podía ser más auténtico. Y aún queda hablar de la dehesa de La Hiruela, repletita de robles, avellanos, enebros y abedules. Hace frontera con Guadalajara, a 105 kilómetros de Madrid. Y es único para saber cómo era la vida antes. ¿Dormir? En Casa Aldaba o El Bulín de La Hiruela. ¿Comer? En el bar restaurante La Hiruela.
No dejes de... echarte al monte, como las cabras. Entre bosques, huertos, praderas, arroyos y dehesas. Lo que tendrás a tu alrededor es una reserva de la biosfera, la sierra del Rincón, un ecosistema con valores paisajísticos inalterados, como lo son en el pueblo las casas. Hay que subir al mirador del Puerto.
Colmenar de Oreja: tinajas, canteras y Ben-Hur
Detrás de este nombre un tanto estrambótico tan del gusto de Gómez de la Serna por prestarse tanto a la greguería, hay un pueblo monumental con museo, el de Ulpiano Checa, un pintor cotizadísimo a finales del XIX y principios del XX que cayó en el olvido, y eso que dicen que Hollywood se inspiró en sus pinturas históricas para superproducciones como 'Ben-Hur' o 'Quo Vadis'. Las cosas de este Colmenar, que también es viejo. Pues decíamos que hubo una vez un castillo, el de Oreja, ya en Toledo, en torno al cual surgieron varias aldeas, y que son famosas sus canteras, de donde ha salido la piedra para construir, atención, el Palacio Real y el Teatro Real de Madrid, el palacio de Aranjuez y fuentes legendarias como Neptuno y Cibeles. Casi nada. Su Plaza Mayor te dejará con la boca abierta, levantada sobre un sistema de puentes y arcos sobre el arroyo Zacatín. Todo muy siglo XVI. Además, es de tradición vinícola (hasta 9 bodegas) y con cuevas de vino centenarias. Tampoco aquí hay que perderse el mirador, llamado de los Barrancos, sobre el valle del Tajo y Toledo. A solo 40 kilómetros de Madrid.
No dejes de... ver los hornos en los que se fabricaban las tinajas para el vino y el aceite hasta mitad del siglo XX y que se exportaban a toda España e incluso allende los mares; recorrer el túnel del Zacatín, bajo la plaza, seguirle la pista al Tajo durante 16 kilómetros y zamparte unas patatas chulas, un pisto vaquero, un desarreglo y, de postre, las pelotas del fraile. No te decimos más.
Buitrago de Lozoya: castillo, río y Picasso
Nunca te cansarás de ver Buitrago, tan espectacular. De mirar su muralla rodeando su casco histórico y a la vez el río Lozoya rodeándola, de contemplar su castillo gótico-mudéjar de siete torres junto a la iglesia y la Torre del Reloj, de echarte a andar a su alrededor como si no hubiera un mañana y de preguntarte si habrá otro pueblo igual. Está a los pies de Somosierra y a unos 75 kilómetros de la capital. Hay puente Viejo, que comunica el recinto amurallado con el arrabal del Andarrío; iglesia con torre mudéjar y, esta es la nota de color, un Museo Picasso, otro, gracias a las obras (cerámicas, grabados y bocetos) que donó al pueblo Eugenio Arias Herranz, el peluquero y amigo íntimo del pintor, que era de aquí. Lo encontrarás en los bajos del ayuntamiento.
No dejes de... subir a la Casa del Bosque, una casa de campo construida para recreo de los duques del Infantado a principios del XVII según las villas italianas de Palladio. Hoy está en ruinas, pero el sitio, a solo dos kilómetros del pueblo, merece y mucho la pena.
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También se puede ser viajero en el lugar donde uno vive, y con emoción, en 50 kilómetros a la redonda o más allá. Turismo a la vuelta de la esquina. No hace falta irse muy lejos para sentirse un Marco Polo. Siempre hay a nuestra vera rincones por descubrir. ¿Hace mucho que no vas a Chinchón? ¿Has estado alguna vez en La Hiruela? ¿Por qué no te dejas caer por Colmenar de Oreja? ¿Y Buitrago, volverás? Pues eso, que aproveches este puente para ver los bellos alrededores de nuestro querido Madrid.