Gris ostra y mechas 'herringbone', la coloración para cabellos con canas es tendencia

Una de las consecuencias más celebradas de la pandemia fue la naturalidad con la que las canas comenzaron a dejarse ver, ya no solo como espontáneos mechones blanqueados, sino como raíces que poco a poco iban creciendo y apoderándose de los cabellos largos.

Este movimiento de normalización de las canas contó con el poderoso respaldo de las celebrities, que primero mostraron las que surgían en sus sienes tras los primeros meses de confinamiento -sin asistencia peluquera posible-, para luego dejarlas vía libre. Carolina de Mónaco o Andie MacDowell han sido algunas de las mayores defensoras de este gesto ‘libre de tinte’, sin olvidar por supuesto a la embajadora por excelencia, la reina Letizia.

A través de ellas hemos asistido al poder de las canas como herramientas iluminadoras, además de descubrir que hay un completo mundo de coloración tras el cabello blanco. En esta nueva paleta cromática, el grey blending se convirtió en la técnica con la que hacer la transición del tono base al cano, sin que se apreciara un cambio muy brusco. Las nuevas tendencias en coloración señalan a otras dos técnicas: el gris ostra y las mechas herringbone.

Gris ostra: nacarado y luminoso

Cuidar la tonalidad del cabello blanco para que no amarillee y luzca descuidado es una de las enseñanzas que más se han extendido como consecuencia de la normalización de las canas, una tarea para la que el uso del champú violeta es fundamental. La tonalidad luminosa y fría que se logra con el uso reiterado del cosmético puede acercarse al oyster grey que cada vez suma más adeptos.

El gris ostra consiste en un degradado en el que el rubio, el blanco y el matiz morado se dan la mano, en una inesperada tonalidad similar a la del interior de una ostra. Su punto fuerte está en el brillo, apoyado en los pigmentos sobre los que se refleja la luz, entre el nácar y la luminosidad de un rubio pastel. Por supuesto, la base de este color es fría, a juego con el otoño y el invierno. Al igual que el brillo nacarado que se crea en el interior de las ostras, la incidencia de la luz para llenar el cabello de matices es fundamental y ayuda a crear un efecto tridimensional del que se ve beneficiado el volumen que gana el cabello, aunque en las redes sociales sea más sencillo encontrar grises ostras en melenas lisas y pulidas que en peinados voluminosos.

Por supuesto, para mantener el matiz adecuado y que el cabello no amarillee, los champús morados se convierten en el cosmético de cabecera. Mientras las mascarillas violetas ayudan a mantener el matiz frío de medios a puntas, los champús morados son los más recomendados para las coloraciones que afectan a todo el cabello, ya que trabajan desde la raíz hasta las puntas. En el caso del grey oyster, tanto los mechones grises como los rubios que lo forman mantienen la tonalidad fría característica de la coloración, gracias a los champús morados. Sobra decir que el gris ostra resulta mucho más sencillo de lograr para los cabellos rubios que para los cabellos castaños.

Mechas 'herringbone' o gris espiga

Aunque la descripción a la que más se atienen es al balayage, las mechas herringbone no cubren la cana como se podría esperar de cualquier coloración en la que el rubio entrara en juego. Las mechas herringbone -que en realidad ya llevan varias temporadas entre las tendencias de coloración- actúan como un balayage que incluye los mechones grises y blancos entretejiéndolos las tonalidades de base para jugar con la luz.

En Instagram se compara este tejido con hebras de varios colores, con las espigas de trigo trenzadas o suelos de parqué -símil del que vienen su nombre, ya que 'herringbone' hace referencia al patrón de espiga de los suelos de madera-.

Igual que hace la reina Letizia, las canas se convierten en las mechas herringbone, jugando a iluminar el cabello de una forma muy natural y sin necesidad de retoque de raíz cada pocas semanas, solo hay que cuidar su tonalidad.

Respetando el nacimiento natural de las canas, se aplica el resto de colores de las mechas alrededor de ellas, coloreando el cabello de una forma irregular y única en cada persona. El resultado combina tonos cálidos con el frío del cabello cano en un melting muy natural, que no se parece, sin embargo, al grey blending de hace unos años. No se cubre la cana, se la respeta y deja al natural.