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Cinco diseños para recordar a Emanuel Ungaro
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ADIÓS AL PRESTIGIOSO DISEÑADOR

Cinco diseños para recordar a Emanuel Ungaro

Emanuel Ungaro ha muerto a los 86 años. Repasamos su historia en la moda y cinco vestidos con los que escribirla

Foto: Emanuel Ungaro. (Reuters)
Emanuel Ungaro. (Reuters)

Ha muerto uno de los grandes reyes de la moda, Emanuel Ungaro, una muerte que sin lugar a dudas ha dejado un vacío en la industria pese a llevar ya 15 años alejado de ella. El diseñador viajó con tan solo 22 años a París con el fin de seguir los pasos de su padre, que se desenvolvía con maestría en la sastrería. Ya en el taller del mítico Cristóbal Balenciaga aprendió el arte de la costura para más tarde ser asistente de André Courrèges. Fue en 1965 cuando creó su propia firma, y dos años después abrió las puertas de su propio taller de costura. Sus vestidos luchaban contra la mirada masculina, que entonces era la que definía lo que era o no era ser sexy. Cuando la mayoría se decantaba por siluetas ceñidas que gustaran a los hombres, Ungaro apostó por la silueta evasé.

Las décadas de los 80 y los 90 fueron las de mayor esplendor del diseñador, cuya clientela se componía de nombres tan prestigiosos como el de Jacqueline Kennedy. La marca fue más allá y se adentró con astucia dentro del mundo de los accesorios, perfumes y complementos, una decisión que resultó ser un gran acierto. En 1996 vendió la firma a Ferragamo sin abandonar del todo el diseño, llegando a crear el vestido de novia de Eugenia Martínez de Irujo.

Ferragamo no era tan veloz como Ungaro y las demoras se convirtieron en el pan de cada día en la casa, asegurando la prestigiosa periodista Cathy Horn en 'The New York Times' que las pérdidas ascendieron en aquella época a los 15 millones de dólares. En 2005 Emanuel Ungaro se retiró definitivamente y su firma homónima fue adquirida por Asim Abdullah.

Lo que vino después ya lo conocemos y fue la crónica de una muerte anunciada. Asim carecía de experiencia en el mundo de la moda y nombró a Mounir Moufarrige como CEO de Ungaro, que a su vez nombró director creativo a Esteban Cortázar. Esteban abandonó la firma cuando se enteró de que la casa iba a contratar a Lindsay Lohan, y entonces entró en juego Estrella Archs. La colección de primavera-verano 2010 de la marca será recordada en la historia de la moda con auténtico pavor.

placeholder Lindsay Lohan y Estrella Archs. (Getty)
Lindsay Lohan y Estrella Archs. (Getty)

Entonces Lindsay Lohan ejerció de consultora artística de la firma, un colosal error que jamás será olvidado. Al margen del triste traspiés de la firma, a los 86 años ha muerto su creador, conocido como el 'cirujano de la moda'. Estos son los cinco vestidos con los que recordar el esplendor de la marca, incluso cuando Emanuel no estaba ya inmerso en ella.

placeholder Imagen: Emanuel Ungaro.
Imagen: Emanuel Ungaro.

Sharon Stone luce este impresionante vestido de Emanuel Ungaro que de haber estado en año pasado en la gala Camp, no habría dejado a nadie indiferente.

Los diseños de Ungaro siempre han sabido apostar por la extravagancia. El aura futurista aprendida de André Courrèges queda clara en este diseño.

placeholder Imagen de 1982 de Ungaro. (Getty)
Imagen de 1982 de Ungaro. (Getty)

La mirada empoderadora de Emanuel Ungaro queda vigente en este diseño.

Los diseños de alta costura de la marca eran los preferidos en las décadas de los 80 y 90, antes de que la firma se esforzara por modernizar sus bases, que desde 2017 están en manos de Marco Colagrossi.

Esta imagen de Jane Birkin enfundada en un diseño de Ungaro en 1969 es icónica.

Ha muerto uno de los grandes reyes de la moda, Emanuel Ungaro, una muerte que sin lugar a dudas ha dejado un vacío en la industria pese a llevar ya 15 años alejado de ella. El diseñador viajó con tan solo 22 años a París con el fin de seguir los pasos de su padre, que se desenvolvía con maestría en la sastrería. Ya en el taller del mítico Cristóbal Balenciaga aprendió el arte de la costura para más tarde ser asistente de André Courrèges. Fue en 1965 cuando creó su propia firma, y dos años después abrió las puertas de su propio taller de costura. Sus vestidos luchaban contra la mirada masculina, que entonces era la que definía lo que era o no era ser sexy. Cuando la mayoría se decantaba por siluetas ceñidas que gustaran a los hombres, Ungaro apostó por la silueta evasé.

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