¿Por qué Doraemon es la nueva estrella de la moda?
Analizamos la apuesta de las firmas de moda de lujo por recurrir a iconos de nuestra infancia para sus nuevas líneas de productos. ¿Qué se esconde detrás de estas apuestas?
Una de las reglas en publicidad afirma que apostar por elementos del pasado siempre consigue enganchar al público. Recurrir a nuestros recuerdos, a la nostalgia, siempre funciona. Esa experiencia la hemos tenido todos cuando salimos (o salíamos) de fiesta y en un momento dado nos ponían una canción que hacía años que no habíamos escuchado. ¿O acaso alguien en algún momento se ha negado a bailar como un loco el mítico ‘Ecuador’ de Sash o no es la añoranza de tiempos pasados parte del secreto del éxito del programa ‘Cachitos’?
La moda no es ajena a esto y también recurre de vez en cuando a diseños que recuperan de su archivo, pero últimamente lo que encontramos es que se apuesta más por iconos pop para, al parecer, hacer un guiño a una generación adulta que tenía desatendida, pero también seguir atrayendo a los nuevos consumidores: “Es una manera de enganchar a dos públicos”, asegura el ilustrador Abraham Menéndez, fundador de la firma Abe The Ape. “Un ‘dibujito’ es divertido y a un millennial le acaba haciendo gracia, pero lo que sucede es que muchas veces se abusa de eso para hacer más merchandising que moda. Echo de menos colecciones como las de Castelbajac, con estampados muy trabajados de '101 dálmatas' que engañaban al ojo haciéndose pasar por un print militar. Ahora se abusa mucho de lo básico, hay menos diseño y más ejercicio de estilismo”.
Lo cierto es que Gucci, con la nueva colaboración con Doraemon (ya lo hizo hace un tiempo con Snoopy) con la que celebra el nuevo año chino; Coach con Mikey Mouse, o Loewe, con su colección con el emblemático Totoro del universo de Hayao Miyazaki, son tres apuestas fuertes por parte de la moda a la hora de recurrir a este tipo de emblemas de la animación. Y no son los únicos: las zapatillas Skechers o la firma Bershka han resucitado a Sailor Moon, Omega ha hecho lo propio con Snoopy (Uniqlo también se valió hace unos años del personaje de Schulz) y Samantha Thavasa se ha valido de Winnie de Pooh.
La gran pregunta aquí es quién sale más beneficiado, si las firmas, que suelen agotar las existencias de estas colaboraciones o la propia ilustración: “Dignifica más a los dibujos”, explica Menéndez. “Cuando yo estudiaba, mis profesores me decían como algo peyorativo que mis bocetos les recordaban a Disney, pero para mí era un elogio. Que las firmas de lujo vayan por ese camino lo que hace, sobre todo, es elevar la apreciación de la ilustración en la moda”.
Por último, el propio Abraham nos da otra de las claves de por qué nos encontramos ahora con una fiebre por los dibujos de toda la vida: “Las firmas tienen que crear contenido para sus redes sociales y este tipo de propuestas les ayudan a ello. A mí me sucede algo parecido, somos un medio bastante más asequible que una producción fotográfica y ahora, además, con el covid, un ilustrador puede trabajar perfectamente desde casa”. Y parece que al creador de Abe The Ape no le falta razón. Si acudimos a los perfiles de Instagram de las firmas, observamos cómo las fotos con los modelos de la ilustración de Totoro y Mickey (en el caso de Loewe y Coach) duplican el número de likes de las fotos donde solo se habla de la firma. Están al mismo nivel que las instantáneas donde aparece un rostro conocido. Es decir, las ilustraciones se están convirtiendo en las nuevas superestrellas de la moda.
Una de las reglas en publicidad afirma que apostar por elementos del pasado siempre consigue enganchar al público. Recurrir a nuestros recuerdos, a la nostalgia, siempre funciona. Esa experiencia la hemos tenido todos cuando salimos (o salíamos) de fiesta y en un momento dado nos ponían una canción que hacía años que no habíamos escuchado. ¿O acaso alguien en algún momento se ha negado a bailar como un loco el mítico ‘Ecuador’ de Sash o no es la añoranza de tiempos pasados parte del secreto del éxito del programa ‘Cachitos’?