Olympia de Grecia genera conversación con la elección de su calzado en el bautizo de los Getty
Los bautizos en las familias reales suelen ser celebraciones de gran simbolismo, donde tradición, protocolo y estilo se entrelazan. Aunque no se exige la misma rigurosidad
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Los bautizos en las familias reales suelen ser celebraciones de gran simbolismo, donde tradición, protocolo y estilo se entrelazan. Aunque no se exige la misma rigurosidad que en una boda real, el código de vestimenta marca unas pautas claras: tonos suaves, preferencia por el blanco o el crema, tejidos sobrios y un aire de sobriedad elegante que no reste protagonismo al bebé. La elección del calzado y los complementos también adquiere importancia, ya que deben transmitir formalidad sin caer en la ostentación.
Olympia de Grecia, hija de Pablo y Marie Chantal, se ha convertido en un referente de estilo en este tipo de citas. Madrina del pequeño Robert Theodore Getty, supo interpretar con precisión el papel que le correspondía en la ceremonia, apostando por un look que respetaba el protocolo, pero que, al mismo tiempo, reflejaba su identidad como figura vinculada a la moda internacional.
Olympia no es solo miembro de la realeza helena: es también una de las aristócratas más influyentes en el circuito de la moda. Ha desfilado para Dolce & Gabbana, ha protagonizado campañas de Dior y ha asistido a los front row de las grandes casas de lujo. Esta doble faceta —princesa y musa fashion— la convierte en una invitada observada al detalle en cada aparición pública. Su elección de vestuario en el bautizo de su primo, celebrado en la iglesia ortodoxa de los Hamptons, es una muestra de cómo logra fusionar tradición y tendencia.
El vestido de Gabriela Hearst
Para la ocasión, Olympia confió en Gabriela Hearst, diseñadora uruguaya reconocida por su compromiso con la sostenibilidad y por vestir a mujeres influyentes como Jill Biden o Meghan Markle. En la primera de las imágenes se aprecia un vestido largo, confeccionado en un tono crudo trabajo de bordado calado que recuerda al estilo inglés victoriano. Este look, de aire artesanal, aporta un contraste de texturas y un halo romántico perfecto para el papel de madrina. La caída del tejido, la sobriedad de las líneas y la delicadeza del bordado lo convierten en un vestido atemporal, que podría pertenecer tanto al armario de una aristócrata del siglo pasado como al de una royal actual.
De silueta recta y fluida, con mangas largas y cuello cerrado, la pieza transmite ese aire etéreo y solemne que exige un rito religioso, pero con un sutil guiño contemporáneo en los detalles.
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El detalle más comentado: las bailarinas planas
Lo que realmente ha generado conversación ha sido su elección de calzado. Olympia renunció a los habituales salones de tacón medio —casi obligatorios en este tipo de celebraciones— y optó por unas bailarinas blancas planas con puntera ligeramente redondeada. Una decisión que sorprende por varios motivos: en primer lugar, porque rompe con la expectativa de un calzado formal de tacón; en segundo, porque alarga menos la silueta y resulta menos “ceremonial” a primera vista. Sin embargo, el gesto encierra un mensaje interesante.
Las bailarinas, asociadas a la comodidad y a la naturalidad, reivindican una manera más contemporánea de entender el protocolo. Olympia, como referente de su generación, demuestra que se puede cumplir con la etiqueta sin sacrificar el confort, abriendo así un nuevo camino para las royals jóvenes que ya no se sienten obligadas a seguir al pie de la letra los códigos clásicos. Además, el calzado armonizaba cromáticamente con el vestido, aportando un acabado pulido y coherente al conjunto.
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El look de Olympia de Grecia en el bautizo del hijo de Robert y Anna Getty es un ejemplo de cómo la realeza actual reinterpreta la tradición. Supo mantener el respeto al protocolo con vestidos blancos, discretos y elegantes, pero añadió un toque disruptivo —las bailarinas— que revela una personalidad cosmopolita, vinculada a la moda y alejada de la rigidez.
Sofisticada sin excesos, moderna sin transgredir lo sagrado y, sobre todo, fiel a su estilo propio. Un estilo que, a la vez, conecta con su papel como embajadora de la moda y como miembro de una familia real que siempre despierta interés en el panorama internacional.
Los bautizos en las familias reales suelen ser celebraciones de gran simbolismo, donde tradición, protocolo y estilo se entrelazan. Aunque no se exige la misma rigurosidad que en una boda real, el código de vestimenta marca unas pautas claras: tonos suaves, preferencia por el blanco o el crema, tejidos sobrios y un aire de sobriedad elegante que no reste protagonismo al bebé. La elección del calzado y los complementos también adquiere importancia, ya que deben transmitir formalidad sin caer en la ostentación.