Diane Keaton, la actriz que cambió la moda femenina con un sombrero y una corbata
Desde que rodó 'Annie Hall' junto a Woody Allen en 1977, su estilo se convirtió en una revolución silenciosa
El mundo de la moda ha perdido hoy a una de sus figuras más singulares y visionarias. Diane Keaton ha fallecido a los 79 años, dejando tras de sí un legado que trasciende la pantalla y el tiempo. Más que una actriz de talento inmenso, Keaton fue —y seguirá siendo— un icono del vestir con identidad propia, una mujer que transformó la forma en que entendemos la elegancia, el género y la creatividad en la moda.
Desde que rodó 'Annie Hall' junto a Woody Allen en 1977, su estilo se convirtió en una revolución silenciosa. Aquel personaje que parecía improvisado, con chalecos de hombre, pantalones amplios, corbata y sombrero, cambió las reglas del juego. “El estilo de Annie era el estilo de Diane”, escribió Ralph Lauren en el prólogo de Fashion First, el libro en el que la actriz recopiló años más tarde su viaje personal a través de la ropa. Y es que, efectivamente, el personaje no fue un disfraz, sino un reflejo de una manera de estar en el mundo.
Keaton entendió pronto que la ropa podía ser un acto de independencia. Desde los años 70 hasta hoy, su armario fue evolucionando sin perder su esencia: el gusto por las prendas masculinas reinterpretadas con una sensibilidad muy femenina. En los 80 se envolvió en abrigos oversize y sombreros que se convirtieron en su firma; en los 90 optó por boinas afrancesadas y trajes blancos impecables —como los que lucía en 'El club de las primeras esposas'—; y en los 2000 se consagró como la reina del cinturón XXL. Pero si hubo una decisión que selló su estética, fue la que tomó en 2015: no volver a vestir de color. Desde entonces, su universo monocromático en blanco y negro se volvió su seña de identidad, tan coherente y elegante como una película clásica.
Fiel a sí misma dentro y fuera de la alfombra roja, Keaton nunca necesitó seguir tendencias. Era capaz de mezclar piezas vintage halladas en tiendas de segunda mano con chaquetas de Armani o pantalones estructurados de Thom Browne, creando un efecto inconfundible. Sus looks siempre eran una conversación entre el pasado y el presente, entre el arte y la ironía, entre la estructura y el juego.
En 'Fashion First', su libro más reciente, Keaton revisaba sus décadas de estilo con el mismo humor y autocrítica que la caracterizaban. Desde los vestidos con volantes que su madre le cosía de niña hasta sus experimentos de los años de Studio 54, cada capítulo es un retrato de una mujer que nunca dejó de divertirse con la moda.
Pero si hubo una decisión que selló su estética, fue la que tomó en 2015: no volver a vestir de color
Entre sus páginas, diseñadores y amigos como Giorgio Armani, Sarah Jessica Parker o Blake Lively celebran lo que todos intuíamos: Diane Keaton no seguía la moda, la reinventaba.
Y así queremos recordarla: con sombrero, chaleco, corbata y una sonrisa traviesa. Convirtiendo lo masculino en poesía, lo clásico en contemporáneo y el blanco y negro en el color más poderoso de todos. Porque hay mujeres que no solo visten ropa; la transforman en identidad. Diane Keaton fue, y será siempre, una de ellas.
El mundo de la moda ha perdido hoy a una de sus figuras más singulares y visionarias. Diane Keaton ha fallecido a los 79 años, dejando tras de sí un legado que trasciende la pantalla y el tiempo. Más que una actriz de talento inmenso, Keaton fue —y seguirá siendo— un icono del vestir con identidad propia, una mujer que transformó la forma en que entendemos la elegancia, el género y la creatividad en la moda.