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Standard, el hotel exhibicionista de Nueva York
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Standard, el hotel exhibicionista de Nueva York

Aunque se llame Standard tiene poco de modelo, norma, patrón o referencia. Los ventanales de este hotel que asoman al High Line Park de Nueva York se

Foto: Standard, el hotel exhibicionista de Nueva York
Standard, el hotel exhibicionista de Nueva York

Aunque se llame Standard tiene poco de modelo, norma, patrón o referencia. Los ventanales de este hotel que asoman al High Line Park de Nueva York se han convertido en el paraíso soñado por todo voyeur: si uno levanta la vista hacia lo alto desde la calle descubrirá a gente desnuda o disfrutando del sexo a solaz. Y no se crean que se trata de un descuido: aquí la norma es dejarse ver. Justo como los que se gastan dinero en ropa, pero al revés.

Antes de que el empresario André Balazs abriera el primer establecimiento de su cadena Standard en Meatpacking, el distrito de moda de Nueva York, se pensaba que las grandes cristaleras servían para que los huéspedes fueran espectadores de la ciudad y no al revés. Eso era antes: hoy en día toda publicidad es necesaria y si ésta llega a golpe de despelote tiene además asegurada la repercusión viral por todo el mundo a través de Internet. Por eso no son de extrañar las palabras de uno de los botones a The New York Post: “No es algo rechazado [por la empresa]. De hecho, nos animan a hacerlo”.

 

Diseñado por el arquitecto Todd Schliemann, de la firma neoyorquina Polshek Partnership, el edificio del hotel ha sido definido por las revistas de arquitectura como deudor de las obras de Le Corbusier o una especie de remedo en pequeño del edificio de la ONU, también en Nueva York. “El edificio más inusual y significativo de los últimos años en Nueva York”, tituló el New York Observer. Sin embargo, el empaque arquitectónico del hotel también ha servido para convertir el Standard en un establecimiento exhibicionista.

El striptease de la gerente

Desde su misma apertura, en enero de este año, el personal del hotel ha sido animado a posar desnudo o semidesnudo frente a los amplios ventanales a pared completa que rematan las habitaciones, o al menos eso asegura el mismo botones. La idea, crear expectación a partir de esos shows inesperados. “Una vez una de las gerentes llegó a desnudarse en una habitación y la filmaron; incluso consideraron la idea de instalar una webcam en vivo para la página del hotel”, asegura el botones.

Claro que hay a quien no le gusta este alarde de gimnasia íntima: Christine Quinn, portavoz del ayuntamiento, ha pedido al Standard que controle el tono de sus espectáculos, a lo que el hotel ha respondido limitándose a decir que hará “un esfuerzo concentrado para recordar a los huéspedes que las ventanas del hotel son transparentes”.

Los reporteros del Post aseguran que ese aviso se limita a una carta en las habitaciones que informa de los horarios en los que se limpian las ventanas. “Si quiere mantener la privacidad [en ese tiempo], por favor mantenga las cortinas cerradas”, reza la nota.

Fans en Facebook

Los comerciantes de la zona se quejan igual que lo ha hecho el Ayuntamiento, pero el hotel –o al menos su aspecto exhibicionista– tiene hasta un grupo en Facebook que cuenta a estas alturas con casi 150 miembros y un foro de debate en el que la gran pregunta es: “¿Te pone hacer el amor con las ventanas abiertas a la vista de miles de personas?” El único que por el momento ha respondido lo tiene claro: “Ahora que sé dónde puedo hacerlo sin que me lleven detenido puede que lo pruebe. Suena divertido”.

Quienes tampoco parecen muy preocupados por la privacidad son los productores de porno que han encontrado en las habitaciones del Standard un plató perfecto, con decoración ultramoderna y vistas panorámicas, en el que rodar las películas X más ‘cool’ de la historia. Y claro, los seguidores de Onán más curiosos y calenturientos han descubierto en los bancos del parque la mayor sala X del planeta.

Aunque se llame Standard tiene poco de modelo, norma, patrón o referencia. Los ventanales de este hotel que asoman al High Line Park de Nueva York se han convertido en el paraíso soñado por todo voyeur: si uno levanta la vista hacia lo alto desde la calle descubrirá a gente desnuda o disfrutando del sexo a solaz. Y no se crean que se trata de un descuido: aquí la norma es dejarse ver. Justo como los que se gastan dinero en ropa, pero al revés.

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