El mundo de la arquitectura dice adiós al gran Arata Isozaki, premio Pritzker 2019
Arata Isozaki ha muerto a los 91 años. Prolífico y genial, hizo del eclecticismo su bandera y de la técnica la catana de una creatividad imparable y en constante expansión
Arata Isozaki adoraba viajar y dicen que llegó a conocer el mundo entero, una singladura vital de la que se nutrió con avidez, para acabar devolviendo todo lo experimentado en sus hermosos edificios. En su forma de hacer influyeron los horrores y los ecos de la II Guerra Mundial, los locos y fascinantes avances de la tecnología y las vanguardias artísticas, de las que se rodeaba con placer.
Isozaki será recordado por obras maestras de la arquitectura contemporánea como las bibliotecas Kitakyushu y Oita, ambas en Japón; la Academia de Bellas Artes de Pekín o el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles. En España deja joyas como el olímpico Palau Sant Jordi, en Barcelona; el Museo La Domus, en A Coruña, o el fantástico conjunto de viviendas Isozaki Atea sobre la ría bilbaína. Por todo ello, en 2019 recibió el más alto galardón del mundo de la arquitectura, el Pritzker.
El mundo de la arquitectura llora hoy su muerte. Entre sus admiradores, encontramos hoy el homenaje y el adiós de personalidades del mundo de la cultura internacional, como la diseñadora asturiana Patricia Urquiola, primera persona en significarse en la red social Instagram.
Isozaki nació en Oita, en la isla de Kyushu, el 23 de julio de 1931. Estudió en la Universidad de Tokio, donde uno de sus profesores fue el reconocido arquitecto japonés Kenzo Tange, con el que comenzó a trabajar tras licenciarse.
En 1963 abrió su propio estudio, desde cuyas mesas fueron surgiendo unos proyectos que evolucionarían del brutalismo de posguerra al metabolismo y el posmodernismo.
Sus primeros proyectos se caracterizaron por aunar arquitectura tradicional con modernas estructuras, posibles gracias a todos los avances tecnológicos de la segunda mitad del siglo XX. Isozaki ofreció clases magistrales en universidades como la de Harvard, Yale o Columbia.
Además del Pritzker de 2019, recibió otras distinciones relevantes como las que conceden la Asociación de Arquitectos de Japón, el Royal Institute of British Architects o la American Academy.
Arata Isozaki adoraba viajar y dicen que llegó a conocer el mundo entero, una singladura vital de la que se nutrió con avidez, para acabar devolviendo todo lo experimentado en sus hermosos edificios. En su forma de hacer influyeron los horrores y los ecos de la II Guerra Mundial, los locos y fascinantes avances de la tecnología y las vanguardias artísticas, de las que se rodeaba con placer.
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