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Dolores Redondo, más allá de los 'bestsellers': una infancia triste y un supermarido
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LITERATURA

Dolores Redondo, más allá de los 'bestsellers': una infancia triste y un supermarido

La autora de la 'Trilogía del Baztán' acaba de lanzar su nueva novela, 'La cara norte del corazón', y ha abierto las puertas de su hermética privacidad

Foto: Dolores Redondo, en el Valle del Baztán, con su nueva novela, 'La cara norte del corazón'. (Jesús Diges / EFE)
Dolores Redondo, en el Valle del Baztán, con su nueva novela, 'La cara norte del corazón'. (Jesús Diges / EFE)

"Siempre hablo de mi marido, que cuando estaba con 'El guardián invisible', mi hijo de 12 años y la pequeña con 5, se encargaba de todo según llegaba de trabajar y hacía nuestra cena mientras yo escribía. Escribía para estar bien, él lo sabía". Siempre que puede, Dolores Redondo (50) deja traslucir la trascendencia que su marido, Eduardo, ha tenido en su carrera literaria. No es que no hubiera llegado donde está sin él, no es que no hubiera ganado el Planeta, pero hubiera sido todo más difícil, más proceloso. "Este premio se lo dedico a la persona a la que se lo dedico todo, la que me sufre, a mi amor", dijo en aquel atril.

Ahora, cuando acaba de presentar 'La cara norte del corazón', la escritora ha vuelto a abrir parcialmente las puertas a su intimidad. En una entrevista concedida a 'XL Semanal' rendía homenaje el pasado fin de semana al amor de su vida, su segundo marido. "Es padre de familia y mi ayudante. El marido de esta escritora es un hombre entregadísimo a la familia, a mí y a mi trabajo", dijo. "Es el rey de mi casa; que yo también soy una mujer matriarcal vasca y lo tengo coronado e intento compensárselo. Uno de los dos tiene que vivir el mundo real, se trata de repartirse las cosas en la pareja y que los dos sean felices".

Eduardo Vallejo, un ingeniero de 50 años nacido en Cantabria y afincado en la Ribera navarra, es el segundo marido de Dolores Redondo. No solo se dedica a la familia, también ha actuado como mánager de la escritora, ha sufragado los gastos que ocasionaba presentarse a los concursos literarios, le ha hecho de community manager. La noche del Planeta estaba allí, con Dolores, pero en un discreto segundo plano, el rincón donde ha decidido morar desde que la 'Trilogía del Baztán' trastocó sus vidas para siempre.

Redondo no suele exhibir su lado más íntimo, algo en común con otros escritores. Lo ha hecho ocasionalmente en redes, compartiendo una imagen de ella y su marido acompañada de una declaración de amor: "No hace falta que diga qué lugar ocupa en mi vida. Marido de escritora, un tipo muy valiente". También en alguna entrevista literaria, cuando ha permitido a los periodistas entrar en su casa y compartir con ella y su marido un excelente almuerzo guisado por ella misma.

Porque esa, la cocina, es la otra gran vocación de Dolores. De hecho, es de los pocos lujos que se permite ahora que ya vive de la literatura: visitar los restaurantes codiciados, saborear las vanguardias gastronómicas. Hubo un tiempo en que la escritora, que siempre lo fue, dejó de estudiar Derecho para apostar por Restauración Gastronómica. Quería ser chef y dicen que tenía talento para ello. Llegó a tener un restaurante en San Sebastián, la ciudad que la vio nacer. Allí residía junto a su primer marido y su hijo mayor, pero las cosas no fueron bien y tuvo que cerrar el negocio.

La muerte de su hermana

Lo ha dejado entrever a menudo, que no ha tenido una vida fácil, nada le ha venido rodado. Redondo proviene de una familia humilde, la mayor de cuatro hermanos, con un padre en la mar y una madre lectora y triste. Su hermana de tres años murió de una larga leucemia cuando ella tenía cinco. "Mi padre estaba faenando el bacalao en Canadá cuando a mi madre le dijeron en el hospital que ya no se podía hacer nada por la niña y que se la llevara a su casa. Entonces, mi hermana entró en coma y dos días después murió. ¿Te puedes imaginar cómo se le puede quedar la cabeza a una madre de 25 años, sola, con un bebé de tres años en brazos que se muere?", reflexionaba este fin de semana en 'XL'.

Dolores Redondo escribe desde que puede recordar, pero no siempre creyó que podría vivir de ello. "Todo nos ha costado muchísimo", dijo en otra entrevista. "Para tener a mis dos hijos estuve ocho meses de reposo. Hasta en mi matrimonio he tenido que casarme dos veces para que me salga bien".

Redondo cambió Donosti y aquella vida en 2006, cuando conoció al que siempre califica como el amor de su vida. Por Eduardo se mudó a Cintruénigo, una pequeña localidad de la Ribera navarra donde él compró una casita para la familia. Juntos han tenido una hija que se iba a llamar Amaia, pero las tripas de Dolores le dijeron que ese nombre estaba destinado a otras glorias, y finalmente Amaia fue la protagonista de su 'Trilogía del Baztán'. Tiene un hijo mayor de su primer matrimonio.

placeholder Dolores Redondo y Marcos Chicot, con los Reyes y José Crehueras en los Premios Planeta. (Getty)
Dolores Redondo y Marcos Chicot, con los Reyes y José Crehueras en los Premios Planeta. (Getty)

El resto de la historia probablemente ya la conocen. En 2011 Redondo publicó su primera novela, 'Los privilegios del ángel', que no tuvo demasiado recorrido por cuestiones editoriales. Poco después ya cocinaba 'El guardián invisible' (Destino), casi paralelamente a la novela con la que ganó el Planeta, 'Todo esto te daré'. Una vez más, el papel de Eduardo fue determinante. Le aconsejó que apostara primero por el libro del Baztán, la punta de lanza de la trilogía que le ha dado fama internacional, la ha publicado en más de 30 sellos editoriales de todo el mundo y ha sido llevada al cine.

También en ese vértigo en el que se ha convertido su vida ahora ha estado Eduardo a la altura. Dolores ha intentado seguir con su vida normal, llevar la gata al veterinario, tomar los vinos con los de siempre. Pero en el momento en que llega el éxito "es fundamental que haya alguien que se encargue del mundo real". "Ahora, con todo lo que tengo que viajar y estar fuera de casa, Eduardo no es un padre desmayado, está ahí de verdad. Acaban de tener la gripe y yo no estaba en casa, estaba su padre" subraya.

"Siempre hablo de mi marido, que cuando estaba con 'El guardián invisible', mi hijo de 12 años y la pequeña con 5, se encargaba de todo según llegaba de trabajar y hacía nuestra cena mientras yo escribía. Escribía para estar bien, él lo sabía". Siempre que puede, Dolores Redondo (50) deja traslucir la trascendencia que su marido, Eduardo, ha tenido en su carrera literaria. No es que no hubiera llegado donde está sin él, no es que no hubiera ganado el Planeta, pero hubiera sido todo más difícil, más proceloso. "Este premio se lo dedico a la persona a la que se lo dedico todo, la que me sufre, a mi amor", dijo en aquel atril.