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Los García Obregón, una fortuna nacida en La Moraleja que mira a la nueva generación
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Los García Obregón, una fortuna nacida en La Moraleja que mira a la nueva generación

A los 13 años, el padre de la actriz trabajaba en una tienda llevando pedidos. Dos décadas más tarde, era uno de los promotores más reputados. Los nietos (también Álex Lequio) siguen su estela

Foto: Antonio García, Ana García Obregón y su madre, Ana. (Getty)
Antonio García, Ana García Obregón y su madre, Ana. (Getty)

Cuando falleció, una de las cosas que más sorprendió a los profanos que no conocían bien a Álex Lequio (más allá de ser el hijo 'comemicrófonos' de Ana García Obregón) fue su perfil como empresario precoz y de éxito. Su audacia (a los 22 años ya había montado su primera empresa) y su impulso emprendedor es un gen común a muchos de los nietos de Antonio García, el patriarca de la familia, que ahora dice adiós a Ana Obregón, su compañera de vida y madre de sus cinco hijos. Un tipo que salió adelante en el Madrid de posguerra siendo apenas un niño y, armado poco más que de astucia, se convirtió en pocas décadas en uno de los promotores inmobiliarios más relevantes del país.

Es el año 1982. Antonio concede una entrevista al diario 'ABC' para hablar de su trabajo diario. En un momento dado, el periodista le interroga sobre cómo lleva eso de tener en la familia a una "joven actriz de éxito": "Al principio lo llevaba bastante mal, pero como empresario y como trabajador de toda la vida soy muy realista, y he visto que no había nada que hacer. Entonces, era mucho más fácil el ayudar a mis hijas en el camino que habían emprendido que el enfrentarse con ellas. Porque si no, corría el riesgo de perderlas. No me disgusta que me conozcan ya como el padre de Ana García Obregón, al contrario, en cierta forma me alegro del éxito de mis hijos en el camino que han emprendido. [...] Creo que no nos resta solvencia ni nos resta prestigio".

Eran unas palabras, dichas en público además, muy importantes para Ana García Obregón. Tras años de lucha por su sueño, su padre por fin había claudicado y hasta le dedicaba piropos en la prensa nacional. También a su hermana Amalia, modelo internacional. El mismo padre hecho a sí mismo, ejemplo para todos sus hijos, que entró a trabajar con 13 años en una tienda, barriendo, fregando y llevando la cesta de los pedidos a los clientes mientras estudiaba por las noches. "Fui el número uno de delineantes. Después ingresé en aparejadores y me hice aparejador y arquitecto técnico. Tuve también el número uno en la carrera: todo esto trabajando al mismo tiempo", explicaba en la citada entrevista.

Siendo veinteañero se casó con la hija única de Juan Obregón Toledo, un acaudalado empresario que puso el 50% de la financiación para fundar Jotsa, su primera inmobiliaria. Se trataba de una empresa familiar, que en poco tiempo se hizo importante en el mercado. Pero el gran pelotazo llegó con La Moraleja.

A mediados del siglo XX, La Moraleja era una finca privada de 1.150 hectáreas propiedad de José Luis de Ussía y Cubas, conde de los Gaitanes y leal amigo de don Juan de Borbón. Los terrenos habían sido en tiempos coto de caza del rey Carlos III, también a Franco le gustaba visitar la zona para cazar. "En 1969, mi amigo, el conde de los Gaitanes, que en paz esté, me concedió una opción de compra de las acciones (95%) de Niesa, propietaria de los terrenos de lo que hoy es La Moraleja. Opción que, por su elevado coste, opté por asumir en nombre de la sociedad Prosa con la compañía belga Tractebel y la española Vías y Construcciones. La operación rondó los 700 millones de pesetas (unos 4,2 millones de euros). Teníamos muy claro que era la ubicación perfecta porque el desarrollo de la capital miraría al norte", explicó el constructor en otra extensa entrevista en el diario 'El Mundo' en 2011.

El éxito fue absoluto, se hicieron de oro. Vendieron parcelas de 10.000, 2.500 -la mayor parte- y 1.500 metros cuadrados. "Se vendían en el momento". Antonio reservó una parcela para él y su familia, donde construyó varias casas para tener cerca a sus cinco hijos: Ana, Celia, Amalia, Javier y Juan Antonio. Hoy todos ellos siguen en el negocio familiar que, como todas las inmobiliarias, han sufrido los vaivenes de la crisis económica. En su caso, de una forma especialmente virulenta.

placeholder Ana García Obregón y su hijo Álex, en una bonita imagen compartida por ella en redes. (IG)
Ana García Obregón y su hijo Álex, en una bonita imagen compartida por ella en redes. (IG)

La sacudida se llevó por delante primero a Jotsa y luego a buena parte de las empresas familiares (también a 'Las tres hermanas en la playa', de Joaquín Sorolla, que tuvieron que subastar en 2015 por problemas económicos). Ahora el entramado empresarial de la familia se ha reducido a dos empresas. La primera, Promotorados SA, cuenta con un patrimonio neto superior a los cinco millones de euros. Se dedica al arrendamiento y la compraventa de bienes inmobiliarios, y el pasado ejercicio tuvo un resultado negativo por su relación con la otra gran empresa familiar.

Niesa Nueva Inmobiliaria SA dijo adiós a sus problemas económicos la pasada primavera. Hace ahora un año el Juzgado de lo Mercantil número 6 de Madrid declaró concluido el procedimiento concursal y archivó las actuaciones. En el ejercicio 2018, esta empresa declaró unos resultados superiores al millón y medio de euros.

Todos los hermanos García Obregón están involucrados de una forma más o menos intensa en estas dos empresas, aunque es Celia quien lleva la voz cantante. Aparte, cada uno tiene sus propios intereses, haciendo valer los genes emprendedores del patriarca. El más desconocido de todos ellos, Juan Antonio (Juancho familiarmente), es arquitecto técnico aunque se ha dedicado principalmente a los proyectos y empresas del clan. Su hermano Javier lo intentó por su cuenta con la empresa Fun & Things, aunque no fue tan bien como esperaba. Ahora es socio ejecutivo de Whizz Capital, dedicada "a la gestión de activos inmobiliarios, gestión patrimonial y la consultoría inmobiliaria". Ana conoció el sabor amargo del fracaso con un gimnasio, y es administradora única de Yoana Producciones. La actriz, presentadora y productora lleva trabajando en la televisión tres décadas y es un personaje muy querido de la vida social. Amalia García Obregón, por su parte, fundó el año pasado una empresa de estudios de mercado junto a una de sus hijas.

Los negocios de los nietos

Pero, ojo, que la saga continúa con los nietos que ya son adultos. Hay Obregón para rato y muchos dieron señales muy pronto de tener esa inteligencia empresarial que convirtió a su abuelo en uno de los constructores más conocidos de la época. Antes de fallecer, a Álex Lequio le dio tiempo de fundar varias empresas, entre las que destaca su agencia, Polar Marketing (quién sabe a dónde hubiera llegado). Su primo, Juan Antonio García Obregón Vázquez de Castro es un emprendedor nato y está detrás del éxito de las famosas gafas de sol Flamingo. La joven abogada Celia Vega-Penichet, que tanto echa de menos a su primo Álex, también fue muy precoz y estrenando la veintena, en 2015, fundó Liv Centum Corporation SL (enfocada en el ejercicio físico). Javier García Obregón, hijo de Paloma Lago y Javier, no es empresario pero ha sido fichado recientemente por una de las 'big four', Deloitte, y trabaja como analista. Amalia Aresu inició una carrera como modelo, aunque "hace años" que lo dejó, según confirman a Vanitatis. Y mención especial merece Carolina Aresu, una de las mejores amazonas españolas. La deportista vive a caballo entre Madrid y Holanda, y si el coronavirus lo permite, tiene sus miradas puestas en alguna Copa de Naciones. Pero además desde 2018 lidera junto a su madre una empresa de estudios de mercado, Polimia Investments.

Los cinco hijos y los diez nietos forman una familia muy nuclear, con sus veranos en la casa familiar de Mallorca, sus inviernos en La Moraleja y un referente muy claro en el matrimonio formado por Antonio García y Ana Obregón. Ahora todos ellos pasan de nuevo por un durísimo momento al fallecer la matriarca.

Cuando falleció, una de las cosas que más sorprendió a los profanos que no conocían bien a Álex Lequio (más allá de ser el hijo 'comemicrófonos' de Ana García Obregón) fue su perfil como empresario precoz y de éxito. Su audacia (a los 22 años ya había montado su primera empresa) y su impulso emprendedor es un gen común a muchos de los nietos de Antonio García, el patriarca de la familia, que ahora dice adiós a Ana Obregón, su compañera de vida y madre de sus cinco hijos. Un tipo que salió adelante en el Madrid de posguerra siendo apenas un niño y, armado poco más que de astucia, se convirtió en pocas décadas en uno de los promotores inmobiliarios más relevantes del país.

Ana Obregón