Así ha vivido Ana Rosa Quintana su semana más difícil
La presentadora ha contado en todo momento con el apoyo de su equipo televisivo y el de su familia, pilares fundamentales para ella
El martes pasado, Ana Rosa Quintana aparecía como todos los días ante las cámaras para empezar su programa. Desde que comenzó la pandemia, en estos primeros minutos la periodista leía el editorial siempre relacionado con la actualidad. Después ya entraba en faena con los contertulios. Unas veces tenía que templar los ánimos beligerantes de los colaboradores a base de humor. Y en demasiadas ocasiones, mientras duró el confinamiento, contener la emoción.
Fueron días muy duros para todos. Como el resto del equipo, no faltó a su cita con los espectadores. Era un referente informativo ante lo que nadie imaginaba. El mundo se había cerrado y había que contarlo.
Ana Rosa y la familia AR, que con este genérico se autodenomina el equipo de la productora Unicorn Content, funcionaron a pleno rendimiento. El martes 2 de noviembre hubo un cambio de escaleta inesperado. La presentadora apareció después del puente y, en vez de leer su editorial en el cúe, se dirigió a su cámara y contó lo que ya a estas alturas todo el mundo sabe. Explicaba sin drama que le habían diagnosticado cáncer de mama y que durante un tiempo estaría alejada del directo.
Se iba a dedicar a lo que de verdad importaba, que no era otra cosa que cuidarse, seguir las indicaciones de su doctora y centrarse en su recuperación. A partir de ese momento ha desaparecido de la escena mediática y así es como quiere estar hasta su vuelta a su plató de Mediaset. Como ya hicieron Julia Otero y otros personajes con repercusión pública que explicaron su situación, Ana Rosa Quintana quiere llevar de una manera privada esta etapa que comenzó cuando le diagnosticaron el carcinoma en una revisión rutinaria.
Esta semana ha sido complicada para el equipo (la familia AR), que desconocía la situación de la presentadora y socia de la productora junto con Xelo Montesinos, de las pocas personas que estaban al tanto de lo que sucedía.
El miércoles pasado, como siempre que hay que comunicar decisiones importantes o festejar el share del programa, Xelo estaba en la redacción. Antes del directo, Ana Rosa contó al equipo lo que unas horas después comunicaría al resto de los ciudadanos. Una vez que informó de la noticia, se despidió “hasta dentro de un tiempo” y la maquinaria del programa mantuvo su nivel a pesar de la conmoción.
Una de las características principales del equipo es que cada uno sabe lo que tiene que hacer, esté o no la jefa. Sucede en verano, cuando la periodista toma vacaciones, o los días que por alguna razón ha tenido que dejar en manos de Patricia Pardo, Ana Terradillos y Joaquín Prat los diferentes espacios que conforman 'El programa de AR'. Y así debe ser, como aseguran a Vanitatis.
La presentadora se ha convertido ahora en espectadora y la audiencia se mantiene imparable siendo el programa más visto de los matinales desde hace varios años.
En el puente del Pilar, Ana Rosa, su marido, sus hijos, Álvaro, Jaime y Juan, su nuera Ana, la familia sevillana y Xelo hicieron una parte del Camino de Santiago. Según contaba la propia Ana Rosa, “han sido unos días preciosos para estar todos juntos, que no es fácil”.
Puede ser que en esas fechas ya estuviera al tanto, pero uno de los rasgos más destacados de su personalidad es precisamente desdramatizar y tomar la vida como viene. El viaje a Santiago era una manera de exorcizar y disfrutar de su familia directa, lo más importante en su vida. La otra, la familia AR, se mantiene vigilante para que la maquinaria informativa siga como si estuviera la jefa.
El martes pasado, Ana Rosa Quintana aparecía como todos los días ante las cámaras para empezar su programa. Desde que comenzó la pandemia, en estos primeros minutos la periodista leía el editorial siempre relacionado con la actualidad. Después ya entraba en faena con los contertulios. Unas veces tenía que templar los ánimos beligerantes de los colaboradores a base de humor. Y en demasiadas ocasiones, mientras duró el confinamiento, contener la emoción.