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Donna Leon: "No quiero que mi legado sean mis libros, no estoy orgullosa de ellos"
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ENTREVISTA A LA DAMA DEL CRIMEN

Donna Leon: "No quiero que mi legado sean mis libros, no estoy orgullosa de ellos"

Hablamos con la escritora de novela negra cuando publica una nueva entrega del comisario Brunetti, con la pandemia, la lealtad y un misterio sin sangre de fondo

Foto: Donna Leon. (Ivan Giménez/Seix Barral)
Donna Leon. (Ivan Giménez/Seix Barral)

Dice Donna Leon (Montclair, Nueva Jersey, 1942) que a sus casi 80 años sigue concediendo entrevistas porque le divierte y por su ética del trabajo. A la gran dama del crimen, autora de más de 30 novelas protagonizadas por el comisario Brunetti, parece complacerle más hablar de la situación del mundo o de su pasión por la música que de su obra literaria. Divertida, enérgica, flaquísima, atiende a Vanitatis desde su casa en Suiza, el lugar donde se refugió cuando los turistas la escupieron de su venerada Venecia. "Durante la pandemia mis amigos me torturaban mandándome fotos de las calles solitarias para que rabiara", se ríe. La entrevista empieza un poco fría, pero pronto asoma la Donna Leon más genuina al otro lado de la pantalla.

Es precisamente en el contexto de la pandemia mundial donde se desarolla la nueva novela de Brunetti, 'Dad y se os dará' (Seix Barral), que cumple la 31ª entrega. En este caso, el 'commissario' se enfrenta, en una Venecia casi irreconocible por la pandemia, a los claroscuros de las ONGs mientras sobre el país vuelve a cernirse la sombra del crimen organizado, dispuesto a sacar tajada de la emergencia sanitaria. ¿Les suena? En este caso, además, no hay cadáver.

Pregunta: Brunetti duda al principio de la novela de que este roce que la humanidad ha tenido con la mortalidad pueda mejorarla, una visión pesimista que luego se ha confirmado.

Respuesta: Esta situación que hemos vivido, el estar tan cerca de la muerte, es algo que asusta. Pero al final eso es lo único que ha quedado, el miedo a la muerte. Personalmente, no tenía ninguna expectativa positiva de salir de la pandemia siendo mejores personas.

P: También dice en un momento dado que vivir esto sin creer en Dios ha sido muy complicado. Dice que a la gente le está costando mucho reemplazar a Dios, que ni el yoga ni el consumismo son un buen recambio.

R: Yo no soy creyente pero sí opino que Dios cumple un papel en la sociedad. Dios muestra una dirección, unas instrucciones, nos dice qué hacer o no. A muchas personas tener esa guía les ayuda les va bien.

P: La novela también trata un tema universal, la lealtad. ¿Es usted una persona muy leal?

R: Mucho. Cuando formamos una amistad con otras personas, o cuando llegamos a un entendimiento donde reina la confianza, es algo que hay que respetar. La idea de la traición, de la falta de honestidad entre amigos, sobre todo, me parece horrible. Si vas a engañar a alguien, mejor que sea a un desconocido.

"Lo mío con Brunetti fue como una escapada a Las Vegas. Nos casamos en cinco minutos, sin saber si iba a funcionar. Pero mira, llevamos 30 años"

P: Usted de hecho ha sido muy leal al comisario Brunetti. Lo ha hecho madurar, pero de una manera muy congruente. Supongo que cuando creó a este personaje en el año 1992 no se imaginaba que iba a estar 30 años con él.

R: ¿Dónde se casa la gente? [piensa dos segundos] ¡Ah, sí, en Las Vegas! Lo mío con Brunetti fue como una escapada a Las Vegas. Nos casamos en cinco minutos, sin saber exactamente si iba a funcionar. Pero mira, ha funcionado. También porque elegí que fuera inteligente, que tuviera cultura, que le gustara leer y la música. Hice trampa también porque pude escoger y si había cosas que no me gustaban, las sustituía. Creé a mi hombre ideal. Ahora que lo pienso, tendría que abrir un negocio: 'Diseña un marido a medida'; y si hay algo que no va, en un par de años lo cambiamos. Le quitamos esta pieza, le ponemos esta otra. Al cabo de tres años le quitamos 20 kilos y le devolvemos al peso que nos gustaba, ¿te parece? Es una buena idea para una novela. Perdón, que divago.

P: Paola, su esposa, es también una gran mujer aunque se nota que usted la quiere menos.

R: Creo que forman un buen equipo. Ella es impulsiva, mimada, nació en una familia con dinero y reputación. Los niños que crecen con tantos privilegios se estropean.

P: Para resolverlo creó a la 'signorina' Elettra, a medio camino entre una secretaria formal y una hacker, que es un modelo de mujer completamente diferente.

R: No sé si fue la gracia de Dios o ingenio puro y duro, honestamente. Estaba escribiendo el quinto libro, no sabía cómo resolver el puzzle que tenía sobre la mesa. Apagué el ordenador, me fui a por un café. Volví al cabo de dos horas tras dar un largo paseo, encendí el ordenador, abrí la puerta y entró ella. Me di cuenta de que ella sería capaz de hacer lo que yo no era capaz de hacer. Se puede meter en los archivos del Vaticano, puede hackear el Pentágono, cosas de las que yo no tengo ni idea. De todos, es el personaje más útil.

placeholder Donna Leon. (Iván Giménez/Seix Barral)
Donna Leon. (Iván Giménez/Seix Barral)

P: Donna, su relación con España empieza por sus antepasados leoneses, ¿correcto?

R: Sí, el padre de mi padre era de León. Eso cuenta la leyenda familiar porque no tenemos documentos que lo corroboren. Dicen que se fue a Venezuela, luego a México y de ahí a Nueva York sobre el año 1900. Todo lo hizo de manera clandestina, o al menos es como me gusta contarlo porque me hace sentir muy orgullosa. Cuando llegó a América, mi abuelo se quitó el 'De' de 'De León' y la tilde, así sonaba menos latino. En mi generación es curioso porque solemos tener abuelos que vienen de Irlanda, de Polonia o de Italia, pero nada más bajar del barco y poner el pie en Estados Unidos, ya eran americanos. Nunca escuché a mis abuelos hablar en sus idiomas originales, ni al alemán ni al español. Mis abuelas irlandesas no hablaron galés nunca. En mi clase todos éramos hijos o nietos de inmigrantes, pero todos éramos americanos.

P: Quizá esa pasión suya por el carácter mediterráneo tenga una respuesta genética...

R: ¡Quizá! Pero entonces tendría que ser más irlandesa que otra cosa. Mis dos abuelas eran de Irlanda y no bebo ni me gustan las patatas, ja, ja. Cuando estoy en Estados Unidos siempre hago hincapié en mis orígenes. Soy nieta de cuatro inmigrantes y soy un buen ejemplo de que no somos monstruos ni hemos venido a matar a nadie, solo somos gente que hemos venido a buscarnos la vida, tener un trabajo y una vida digna.

"Soy nieta de cuatro inmigrantes y soy un buen ejemplo de que no somos monstruos ni hemos venido a matar a nadie, solo somos gente que quiere buscarse la vida"

P: En septiembre cumple 80 años, ¿esto le perturba de alguna manera?

R: El pasado, pasado está. Lo que me interesa es el presente, para mí 80 es un número como otro cualquiera. Mi familia materna es muy longeva, han estado muy sanos hasta el final. Y la parte de mi padre también. Pero, ¿quién sabe? Igual salgo a la calle y me atropella un autobús. Quizá esta sea mi última conversación.

P: ¿Por qué le gustaría ser recordada? ¿cuál será su legado?

R: Me lo he preguntado y lo digo desde el corazón, no quiero que mi legado sean mis libros, no estoy orgullosa de ellos. Estoy contenta de haberlos escrito, me satisface que a la gente le gusten, pero soy objetiva, son buenos, sin más. Lo que me hace sentir realmente orgullosa es mi implicación con la música. Yo he sido clave para poder grabar música gloriosa de auténticos maestros y eso sí que me hace sentir orgullosa, porque eso sí que es relevante. No puedo darle la misma importancia estética al bestiario de Handel que a lo que he hecho con los libros. Estoy entre bambalinas, junto a la orquesta, escucho, hago sugerencias. En una de las óperas que hemos grabado intervengo, tuve que soltar una espada en el momento correcto para que esos micrófonos enormes lo captaran. La solté, la dejé caer, y se pudo grabar ese ruido de cuando cae una espada. Son tres segundos pero ese sonido lo hice yo, ¡soy yo! Soy la que solté la barra de metal y estoy muy orgullosa. Aunque mi vida discográfica se resuma en tres segundos, ha sido fantástico.

P: ¿Continúa trabajando en la música?

R: Sí. Acabo de regresar de una gira con la orquesta. Hemos estado en Alemania, dimos dos conciertos en Madrid... Cuando van de gira yo intento ir con ellos.

P: Se diría que la literatura es solo un vehículo para sacar adelante su proyecto musical.

R: ¡La verdad es que sí! Estoy muy contenta de poder dedicar mi tiempo libre a la música, para mí los músicos son dioses. Soy una groupie de 16 años que les sigue a todas partes.

"Estoy contenta de haber escrito mis libros, me satisface que a la gente le gusten, pero soy objetiva, son buenos, sin más. Lo que me hace sentir realmente orgullosa es mi labor en la música"

P: Volviendo a la literatura, ¿detecta un 'boom' de literatura negra escrita por mujeres?

R: No sé qué decirte, yo no leo novela negra. Últimamente sí he releído a Ross Macdonald y a Ruth Rendell porque escriben de maravilla. Para mí leer un libro que no está bien escrito es como escuchar a un cantante mediocre. No me apetece esa experiencia. En una novela de Ruth Rendell, uno de sus personajes es una loca malvada, una asesina malísima. El narrador de la novela se pregunta qué hubiera hecho esta mujer si hubiera tenido hijos. "¿Comérselos, quizá?", se responde. Esa frase es sublime. Y por eso leo a Rendell, porque es talentosa, y también por eso no leo novela negra. Suelo releer autores del pasado, me gusta la prosa bien escrita, la hermosura del lenguaje.

P: ¿Está diciendo que se escribe mala novela negra? ¿Le interesa algo de la literatura actual?

R: Me gusta mucho el detective Montalbano [protagonista de una serie de novelas de Andrea Camilleri], que es tan del sur de Italia, donde son más italianos que en ninguna otra parte del país.

placeholder Un primer plano de Donna Leon. (Iván Giménez/Seix Barral)
Un primer plano de Donna Leon. (Iván Giménez/Seix Barral)

P: Ha dicho que lo suyo es el presente, ¿pero cómo ve el futuro? ¿No tiene la sensación de que vamos hacia una especie de apocalipsis final?

R: No me hago ilusiones sobre el futuro. Tendríamos que estar dispuestos a desprendernos de muchas cosas. Europa quizás se salvará durante un tiempo porque tenemos dinero para reconstruir, para ir reparando las ideas. Pero me da pavor pensar qué va a pasar en otras partes del mundo donde solo puede haber pobreza sobre pobreza.

P: En las legislativas francesas acaba de confirmarse Marine Le Pen como tercera fuerza política del país. En Estados Unidos están revisando asuntos superados como el aborto o la libertad sexual con la llamada ley 'Don't say gay' de Florida. ¿La pandemia ha favorecido un retroceso ideológico?

R: ¡Y no te olvides de todo lo que está pasando con las armas en América! Muchos de estos partidos políticos están engordando porque se alimentan precisamente de eso, de asustar al pueblo. Pero no asustan con el calentamiento global, que podrían, no, usan a los inmigrantes, dicen que van a entrar en tu casa y que van a violar a tu hija. Propagan el miedo para poder presentarse después como los salvadores que van a solucionarlo todo. Y así ha sido desde hace, qué sé yo, 2.000 años. Vete a la historia de Roma. Augusto también iba a salvarles de la destrucción de su civilización.

P: El sentido del humor no es una solución, pero sí puede ser un antídoto.

R: Es mi arma, ¡y la de Brunetti! Al hacer un chiste ya estás reconociendo el problema.

"Estos partidos propagan el miedo para poder presentarse después como los salvadores. Ha sido así desde hace 2.000 años"

P: Sigue localizando sus novelas en Venecia, aunque ya no vive allí. ¿Cambiará la localización a Suiza?

R: No, porque no sería honesto, yo ni siquiera hablo el idioma local. Todo sería como prestado, no tengo amigos que lleven aquí ocho generaciones o que tengan casas del siglo XV.

P: Donna, tengo curiosidad. Sus novelas se venden solas, ¿por qué sigue haciendo entrevistas y embarcándose en giras mundiales de promoción?

R: Porque soy hija de la ética de trabajo americana. Cuanto más mayor me hago, más me doy cuenta de que estoy poseída por ese sentido de la responsabilidad. Si puedo hacer algo por ayudar a la editorial, lo hago. Igual que ayudo a los músicos, como te contaba antes. Si estoy yo detrás, eso hace que 21 músicos trabajen, lo que me da un enorme placer porque adoro a los cantantes, me encanta la compañía y no se me pasa por la cabeza no hacerlo. Además me gusta, me lo paso muy bien porque siempre es interesante hablar con vosotros los periodistas. Ahora casi todos sois obviamente más jóvenes que yo y me transmitís vuestro entusiasmo por los libros. Es mejor que ser una viejita gruñona que no se pone en la pantalla.

"Me lo paso bien dando entrevistas. Es mejor que ser una viejita gruñona que no se pone en la pantalla"

P: No lo decía tanto por su edad, sino porque hay muchos autores a los que esta parte del trabajo no les entusiasma demasiado.

R: Es verdad que ahora tengo una posición privilegiada, puedo hacer solo lo que me place, pero resulta que me gusta hablar con gente, lo estoy pasando bien hablando contigo.

P: Una última pregunta. Ha dicho que la ética del trabajo es un rasgo suyo netamente americano. Usted es muy crítica con la cultura estadounidense. Pero, ¿qué más rasgos ha heredado de su país que reconoce como positivos?

Mi sentido de la honradez, me obligo a ser honrada con lo que hago. La idea de que el trabajo puede ser agradable, que puede ser un placer. También me ha acompañado siempre el sentido del optimismo, que es muy americano. Y como soy optimista, siempre he sentido curiosidad por el cambio. Pasaba de dar clases en Arabia Saudí a dar clases en China y de ahí me fui a dar clases en Suiza, y luego hice cosas en relación con el copyright en Inglaterra, porque no le tengo miedo al cambio, y eso tiene mucho que ver con el hecho de que yo naciera en Norteamérica, porque los americanos son optimistas, eso sí lo somos, me incluyo. Prefiero ser optimista que pesimista. Claro que sí. A ver. ¿Por qué no? ¿Qué hay de nuevo? Vamos allá. Probemos.

Dice Donna Leon (Montclair, Nueva Jersey, 1942) que a sus casi 80 años sigue concediendo entrevistas porque le divierte y por su ética del trabajo. A la gran dama del crimen, autora de más de 30 novelas protagonizadas por el comisario Brunetti, parece complacerle más hablar de la situación del mundo o de su pasión por la música que de su obra literaria. Divertida, enérgica, flaquísima, atiende a Vanitatis desde su casa en Suiza, el lugar donde se refugió cuando los turistas la escupieron de su venerada Venecia. "Durante la pandemia mis amigos me torturaban mandándome fotos de las calles solitarias para que rabiara", se ríe. La entrevista empieza un poco fría, pero pronto asoma la Donna Leon más genuina al otro lado de la pantalla.

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