La desconocida hija de Karlos Arguiñano que acaba de entrar en el negocio familiar

Eneko, María, Zigor, Charly, Martín, Joseba y Amaia forman la numerosa prole de Karlos Arguiñano y Luisi Ameztoy. Muchos de ellos han seguido los pasos en la gastronomía de su padre, como Eneko y Zigor, que se han convertido en parte fundamental del negocio familiar en sus papeles de jefe de sala del restaurante y jefe de cocina del local del chef vasco en Zarautz, respectivamente. Martín se encarga de la parte administrativa del hotel y María, que fue adoptada por la pareja en los años noventa, también trabaja en cocina, mientras que su hermano Joseba Arguiñano ya ha dado el salto a la televisión junto a su famoso padre.

Alejados de la cocina se habían mantenido hasta ahora Amaia y Karlos. Este último es director de fotografía mientras que su hermana es especialista en telemetría y ha trabajado con pilotos de carreras de motos en la escudería de su 'aita'. Pero recientemente también se ha incorporado al negocio familiar al hacerse cargo de K5, la bodega que Karlos Arguiñano fundara con unos amigos en el pueblo guipuzcoana de Aia, con vistas al mar Cantábrico.

"La llegada de Amaia ha sido como un soplo de aire fresco", cuenta el cocinero en un reportaje para la revista '¡Hola!' donde posa junto a su mujer y su hija en la mencionada bodega, como si estuvieran en un episodio de 'Falcon Crest' o, por citar una serie más cercana a nuestro país, 'Gran Reserva'. "Desde pequeña siempre ha sido muy aplicada. La compararía con una hormiguita: pasito a pasito sube la colina".

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La joven, por su parte, también se deshace en elogios hacia su progenitor, del que asegura "es un gran apoyo". Amaia se describe como "bastante exigente" y añade que "él siempre me transmite su confianza y su positivismo".

La benjamina del clan Arguiñano, la ingeniera, de la que su padre suele bromear diciendo que "es la única que sabe leer y escribir en la familia", al ser la única que fue a la universidad, confiesa en el semanal que hacerse cargo de la empresa tras formarse en enología fue "un reto y una responsabilidad", pero se muestra satisfecha de poder combinar dos de sus pasiones: la comida y la naturaleza. Eso sí, reconoce que, al ser la pequeña de la familia, en casa nunca le han pedido cocinar y ya llegaba a mesa puesta.

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Gran aficionada a las reuniones familiares y a disfrutar de los fogones de su padre y sus hermanos, Amaia está al frente de una producción de 80.000 botellas anuales que salen de los viñedos donde cultivan a 300 metros de altura la uva local, hondarribi zuri. Actualmente la bodega tiene varias marcas en un mercado que sobre todo es internacional, como Kaiaren, K5 o Pilota.

Mientras Karlos Arguiñano muestra en la entrevista su faceta de showman y reconoce que "le encanta reírse" a la vez que alaba su capacidad para contar y memorizar los chistes con los que sigue conquistando a los fieles espectadores de su programa de televisión, su hija asegura que también se defiende bien en la cocina. ¿Y con qué platos de su padre se quedaría? "Tendrían que ser dos: la ensaladilla rusa y la sopa de cocido".

Sobre el vino que sale de su bodega, cuya última producción es un nuevo txakoli en una edición limitada de 6.700 botellas y con diseño del artista Iñigo Manterola, la joven recomienda beberlo "cuando estás feliz y relajado, con una compañía agradable. Ese es el mejor vino".