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Cascais, el nuevo refugio portugués de la jet española
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Cascais, el nuevo refugio portugués de la jet española

En el siglo XIX era un pueblo de pescadores que vivía a la sombra de Estoril. Hoy muchas fortunas han encontrado su refugio en sus acantilados y dunas mirando al Atlántico

Foto: Una de las postales típicas de Cascais, Portugal.
Una de las postales típicas de Cascais, Portugal.

A tres horas a caballo de Lisboa está Cascais, refugio de la alta sociedad portuguesa desde el siglo XIX, un lugar recóndito rodeado de acantilados y dunas, en el que unos pocos visionarios, como la adinerada familia Champalimaud, construyeron sus primeras residencias de lujo. Los tiempos han cambiado y los 10 minutos que se tarda en llegar a este enclave atlántico desde el centro de Lisboa ayudan a que cada vez esté más de moda. Y si no, que se lo digan a José María Cano o a Madonna, habituales de sus restaurantes junto al Atlántico. Desde 1946 a 1969, el portugués eje Estoril-Cascais-Sintra fue un referente en el imaginario de los paraísos perdidos de la realeza, la aristocracia y la alta sociedad. Sobre todo, en el de la familia real española.

Estoril era un terreno abonado con la avanzadilla de Juan March, José María Gil-Robles o Pedro Sainz Rodríguez. Nicolás Franco, el embajador español que había sucedido a Sánchez Albornoz, esperó aquí a los condes de Barcelona con un lujoso Packard, pero don Juan prefirió coger un taxi. Villa Bel Ver sería la primera residencia de la familia al completo y, ya en 1949, se trasladarían a Villa Giralda.

Cascais ha crecido al abrigo de la aristocrática Estoril, pero tiene una ventaja: posee rincones secretos (y vírgenes), como el parque natural de Sintra-Cascais y el municipio de Areia, donde el número de quintas con vistas a las dunas y al Atlántico se multiplica cada año. Cada vez son más las fortunas, sobre todo andaluzas, las que eligen esta ciudad de 30.000 habitantes como refugio vacacional.

Allí se refugió durante años Sonsoles Suárez, la hija de Adolfo Suárez, y su entonces marido Paulo Wilson. Desde allí, gestionaban Africando, una empresa dedicada a la producción de conciertos. Ella llevaba la parte empresaria y él, la creativa. Una empresa que, tras cosechar poco éxito, decidieron cerrar. Cascais les permitió vivir alejados del foco mediático, que les suponía estar en Madrid. Su ejemplo lo han seguido muchos.

placeholder Los hermanos Champalimaud Montez con Oitavos Hotel, en Cascais, de fondo. (Foto: Thomas Canet)
Los hermanos Champalimaud Montez con Oitavos Hotel, en Cascais, de fondo. (Foto: Thomas Canet)

Gran parte de los españoles descubrimos esta zona, casi secreta, cuando nos enteramos de que el ‘doctor Vilches’ (el actor Jordi Rebellón) iba a practicar su swing al campo de golf de The Oitavos, para huir de los focos mediáticos. “Entonces se tardaba tres horas en llegar a Lisboa por imposibles caminos de arena. Hoy en 20 minutos se llega al Golf y al hotel y hay un transfer desde el aeropuerto para nuestros clientes. Nuestro bisabuelo fue un visionario”, explica Miguel Montez Champalimaud, biznieto del fundador y director de The Oitavos Hotel. Aunque en el campo y en el hotel The Oitavos, un precioso complejo de cristal de cinco estrellas, guardan discreción; los establecimientos de la zona están habituados a ver a nobles y a acaudalados españoles por la zona.

Los que conocen bien la costa (y les gusta no ser vistos) se acercan a la playa de Cresmina, más pequeñas que Guincho y que se sitúa justo antes de esta. Un lugar que permite refugiarte del viento y disfrutarla a fondo en los días de verano tardío y durante el otoño. Guincho tiene sabor a Tarifa, es ideal para surfear y tomar algo en el Bar do Guincho, bastante cool y cosmopolita. Muchos miembros de la realeza árabe van a surfear allí, sus coches (y su seguridad) les delatan.

placeholder Bar do Guincho, Cascais, Portugal.
Bar do Guincho, Cascais, Portugal.

Pescado fresco y buen café

Ypsilon es una de las opciones más vip para ir a comer pescado del día. Su chef, Cyril Devilliers, realiza los platos del menú en función de lo que ve cada mañana. También cuenta con un excelente bar japonés donde se prepara el sushi a vista del cliente. Después de terminar de comer aquí, merece la pena coger una bicicleta eléctrica y dar un paseo entre dunas y caminos de madera hasta Guincho, atravesando la villa de Areia, donde están las mansiones más impresionantes de la zona, muchas de ellas cubos de cristal.

Los portugueses siempre salen de casa después de comer a tomar una 'bica', café expreso muy intenso que nunca debe mezclarse con nada y, por supuesto, sin azúcar ni edulcorantes. Los residentes en Cascais se dirigen a la Casa da Guia, un antiguo palacete al borde de los acantilados. Sus jardines están repletos de cafés, restaurantes y tiendas con productos muy especiales. No hay nada más señorial que acudir a este lugar.

placeholder Casa da Guia, en Cascais, Portugal.
Casa da Guia, en Cascais, Portugal.

Un lugar lleno de gente guapa una vez pasado el mes de agosto es Marisco Na Praça, un local con una barra de pescadería donde elegir al peso las gambas, carabineros, coquinas y otros mariscos que preparan en el momento. Eso sí, con cilantro y acompañado de vinho verde.

Parte del encanto de Cascais se debe a que es la localidad natal del gran decorador de la jet Duarte Pinto Coelho, que nació allí en 1923 y murió en Trujillo (Cáceres). De joven viajó a París y labró una nutrida agenda de contactos, entre los que se encontraban Coco Chanel, Elsa Schiaparelli, Salvador Dalí, Truman Capote, Maria Callas, Amália Rodrigues o Wallis Simpson.​ Allí, según manifestaba Pinto Coelho, aprendió de grandes decoradores y tuvo la suerte de conocer los interiores de casas fantásticas de personalidades como el barón Alexis de Rede Barons de Rothschild y otras muchas familias conocidas. Hace unos años, la Fundación Duques de Soria inauguró en la ciudad una exposición de vidrios de Pinto Coelho, a la que acudió la infanta Margarita, que es una enamorada de Cascais y no solo de Estoril, que es de visita obligada si uno va a esta ciudad. Allí, la familia real española está muy presente.

LEA AQUÍ: Las vacaciones portuguesas de las Infantas Margarita y Pilar

Para ponernos en situación basta una amigable charla con José Manuel Cima, propietario del mítico Cima English Bar de Estoril, muy cercano al campo. Como si se tratara de viejos conocidos, Cima llama 'Juanito' al rey Juan Carlos y explica que el conde de Barcelona era un asiduo de la zona y que, entre sus secretos confesables, estaba que comía “cosas muy sencillas como lenguado a la plancha y le encantaba el dry martini y el whisky”.

A tres horas a caballo de Lisboa está Cascais, refugio de la alta sociedad portuguesa desde el siglo XIX, un lugar recóndito rodeado de acantilados y dunas, en el que unos pocos visionarios, como la adinerada familia Champalimaud, construyeron sus primeras residencias de lujo. Los tiempos han cambiado y los 10 minutos que se tarda en llegar a este enclave atlántico desde el centro de Lisboa ayudan a que cada vez esté más de moda. Y si no, que se lo digan a José María Cano o a Madonna, habituales de sus restaurantes junto al Atlántico. Desde 1946 a 1969, el portugués eje Estoril-Cascais-Sintra fue un referente en el imaginario de los paraísos perdidos de la realeza, la aristocracia y la alta sociedad. Sobre todo, en el de la familia real española.

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