Paula Ordovás nos abre el álbum de su boda 10 años después: el primer gran enlace influencer

Paula Ordovás, periodista, empresaria de moda y una de las influencers más destacadas de nuestro país (@paulaordovas), y su marido, Eduardo Nieto, directivo en una empresa de energías renovables, se conocieron en el colegio, pero fue su amiga común Blanca Cifuentes quien les presentó cuando ambos tenían 18 años. A los 21 empezaron a salir y tras seis años de noviazgo, decidieron fijar su fecha de boda: 29 de junio de 2012. La suya, hace ya diez años, fue la primera gran boda influencer. Y aunque durante las últimas temporadas han sido toda una constante año tras año, no hay duda de que la de Paula aún sirve de inspiración para muchas de ellas.

"No cambiaría nada de ese día, si acaso delegaría la organización en una wedding planner porque me empeñé en organizarlo todo yo misma y fue agotador. Lo recuerdo como un día maravilloso, lleno de momentos imborrables. De hecho, volvería a casarme para revivirlo todo otra vez y llevar mil vestidos maravillosos", apunta Paula. Hoy muestra las fotos de su álbum de boda, alegre, detallista y muy familiar, en exclusiva para Vanitatis.

La ceremonia religiosa fue en la iglesia de Santa Bárbara de Madrid. "La elegí porque es muy especial para mí. Mis abuelos se casaron allí y recuerdo que cuando era pequeña y pasaba por la puerta pensaba: 'Si algún día me caso, será aquí’. Los padrinos fueron mi padre y mi suegra Emma, que estaba guapísima con un vestido de Tot-Hom”.

Horas antes de salir a la iglesia, Paula almorzó y se vistió con su madre y sus hermanas, Pilar y Moyra, en el Hotel Orfila. "Recuerdo ese momento tan especial, viviéndolo las cuatro juntas, como uno de los más emocionantes del día".

Fiesta en el Museo del Traje

Después celebraron el banquete y la fiesta en los jardines del Museo del Traje. "Un año antes de la boda yo había asistido allí a un desfile de moda y ¡me encantó! Además, era un lugar céntrico (así se lo pusimos fácil a nuestros invitados) y podíamos decorarlo a nuestro gusto”, recuerda.

“Para darle un toque alegre y divertido se nos ocurrió dividirlo en diez zonas inspiradas en el mundo de la moda, tan vinculado a mí: un 'Kissing Room' donde Eduardo y yo recibíamos a los invitados, el 'Champagne Station' para tomar la primera copa de champán con fresas, un photocall montado a partir de imágenes de revistas antiguas en el que los invitados elegían distintas piezas de atrezzo para hacerse divertidas fotos de polaroid que después unieron para hacer un álbum… ¡Por supuesto, nos encantó!".

La cena, a modo de cóctel y de pie, se sirvió en el Dinner at Tiffany's y para el menú confiaron en las deliciosas propuestas del catering Bokado. Una de ellas, la tortilla de patata, pedida especialmente por el novio. "No queríamos a nuestros invitados sentados y optamos por crear un ambiente donde pudieran relacionarse entre ellos de forma más dinámica y relajada. De fondo, una banda de música tocaba y amenizaba el ambiente en directo".

La decoración, de Rent a Garden, se realizó con maniquíes vestidos con telas vintage, cintas de lino, todo hecho a mano con materiales naturales como flores, madera... "Quise hacer un guiño al mundo de la moda recreando diferentes estaciones donde los invitados iban parando y disfrutando".

Un vestido de alfombra roja

El vestido de la novia fue obra del diseñador Lorenzo Caprile. "Cuando llegué a su atelier solo tenia tres cosas claras: quería un vestido ajustado a mi silueta, manga larga (a pesar de que me casé en verano) y amplio escote en la espalda, y Lorenzo captó mi idea desde la primera prueba”.

Crepe de seda y tul en las mangas y la cola fueron las telas elegidas para crear un diseño que parecía de alfombra roja, sofisticado pero ligero y muy delicado. “Una mantilla del siglo XVI que Lorenzo me prestó para la ceremonia y unos salones color crema ¡con 16 cm de tacón! (los Maniac de Brian Atwood que hoy cambiaría por unas sandalias) completaron mi look. Como única joya llevé mi anillo de pedida, de oro rosa y brillantes, de Bárcena. Ni siquiera me puse pendientes. Para el ramo, inspirado en el que llevó Kate Moss en su boda y creado por Floreale, elegí rosas, mi flor favorita, de diferentes colores pastel".

En cuanto al peinado, la novia confió en el estilista Gabriel Llano y tras varias pruebas optó por dejar su melena suelta, con ondas naturales. El maquillaje, suave y sutil.

El novio resolvió su look con un chaqué azul marino de Anglomanía. "A mí me parecía que iba guapísmo".

De noche, todo quedó iluminado con decenas de velas. "La fiesta se celebró en una zona acristalada abierta al jardín con la Banda de Fesser tocando en directo. Abrí el baile primero con mi padre y luego con mi marido, con el clásico vals. Luego bailamos nuestra canción favorita, 'Líneas de miedo', una maqueta de Jaime Fontecha antes de que crease su grupo, 84. Después nos soltamos a ritmo de pop de los 80 y 90, canciones de The Beatles, flamenquito y ¡hasta sevillanas! A mi marido le encantan, pero yo tuve que dar alguna clase antes de la boda para lanzarme a bailarlas con cierta gracia. Una fiesta de lo más divertida antes de partir a nuestro viaje de novios, en Bali y Tailandia".