El look de novia de María Laura de Bélgica: cola desmontable y tiara con homenaje

Dos ceremonias, una religiosa y otra civil, necesitan dos atuendos nupciales diferentes. Esta mañana veíamos el primer look de novia de María Laura de Bélgica para su primer 'sí, quiero', compuesto por un minivestido de Gucci en color blanco y zapatos de la misma firma y en el mismo color. Y a primera hora de este sábado veíamos la segunda elección, la más importante, ya que es la escogida para el enlace religioso. Y ha sido un look, lógicamente, radicalmente opuesto al que veíamos en el Ayuntamiento de Bruselas, donde ha tenido lugar la ceremonia civil.

Aunque sí tenían algo en común, y es que para las dos citas ha escogido diseñadores internacionales, ya que ha apostado por Vivienne Westwood, que ha personalizado para ella un vestido "con gran influencia histórica", según el portavoz de la pareja. Se trata de un diseño de líneas muy sencillas, con un escote inspirado en la moda del siglo XVIII y con reminiscencias a la grecia antigua en los pliegues que adornan la forma de las caderas. Una de las grandes protagonistas del look ha sido la cola, de nada menos que cuatro metros de largo y creada especialmente para ella.

Lo curioso del diseño es que la cola era desmontable, ya que iba atada a la cintura. Una opción estupenda para deshacerse de ella una vez terminada la ceremonia religiosa y que la novia pudiera disfrutar del posterior banquete y el baile sin complicaciones. La cola ha sido creada por la diseñadora especialmente para María Laura y, debido a su longitud, ha necesitado de bastante ayuda para subir las escaleras de la catedral de San Miguel y Santa Gúdula sin tener problemas. Las encargadas de llevar la cola han sido su hermana Leticia, su cuñada, Elisabetta Rosboch von Wolkenstein, esposa del príncipe Amadeo, la princesa Astrid de Liechtenstein y Olympia Arco-Zinneberg, princesa de Napoleón Bonaparte.

Pero a pesar del gran protagonismo que se ha llevado la larga cola, en toda boda real hay un elemento distintivo de reinas y princesas que siempre atrae todos los focos. Hablamos de la tiara, un complemento que en el caso de María Laura de Bélgica tenía este sábado un gran significado. La familia real belga es una de las más austeras en cuanto al joyero. De hecho, la primera tiara que lució la princesa Elisabeth, para la cena por el 18º cumpleaños de Ingrid de Noruega, no fue una pieza histórica, sino que se trató de una nueva adquisición, comprada por los reyes Felipe y Matilde. Así que la elección de la sobrina del monarca para su gran día ha sido más que lógica.

Porque María Laura ha preferido llevar la Tiara de los Saboya-Aosta, vinculada a la casa de Austria-Este y la casa Saboya-Aosta y que en la actualidad está en manos de su madre, la princesa Astrid, como esposa del jefe de la casa de Austria-Este. Se trata de una pieza de volutas y flores creadas con diamantes y que contiene un sentido homenaje. Y es que la tiara perteneció a la archiduquesa Margarita de Saboya-Aosta, abuela paterna de la novia, que fallecía el pasado enero, solo unos días después de que la princesa anunciara su compromiso con William Isvy.

Y si la tiara contenía un gran significado familiar, el del velo no era menor. La diadema era un claro homenaje a su abuela paterna y el velo, a la materna, ya que María Laura no ha dudado en lucir el mismo que la reina Paola escogió para su boda con el entonces príncipe Alberto. El mismo realizado en encaje de Bruselas en lino sobre tul de algodón que, cuatro décadas después, llevaría la princesa Matilde para su boda con el heredero belga. Se trata de un velo con una gran historia, ya que fue confeccionado en 1877 y pertenece desde entonces a la familia Ruffo di Calabria, de la que proviene Paola.

No ha faltado otro elemento imprescindible en todo atuendo nupcial: el ramo. María Laura escogía un conjunto de forma redondeada compuesto solamente por flores blancas con tallo corto. Un diseño muy distinto al que hace ya más de dos décadas llevó su tía Matilde para su boda con el príncipe Felipe, que pesaba nada menos que cuatro kilos. Una opción mucho más cómoda y ligera para una boda mucho menos esplendorosa y que los novios consideraban privada, por lo que no ha sido transmitida en televisión.

La comodidad por la que parece haber apostado la princesa belga para el día más importante de su vida -o uno de ellos, al menos- se ha reflejado también en el calzado, quizá el elemento más controvertido de su look. Aunque la longitud de su vestido no debaja ver los zapatos con claridad, sí ha podido apreciarse que llevaban plataforma de dos o tres centímetros, una opción de calzado nada común en una novia, especialmente cuando se trata de una royal. Así, María Laura ha combinado detalles simbólicos, incluso históricos, como la tiara y el velo, con otros absolutamente originales, como los zapatos o la larga cola desmontable, expresando así su estilo y personalidad en esta boda real.