Sofía Giaquinta, nutricionista: "Nos han enseñado que 'cuidarse' es controlar el cuerpo para mantenerlo dentro de unos márgenes aceptables"
El miedo a engordar no es un fallo individual, sino una consecuencia lógica de un sistema que castiga la diversidad corporal
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La nutricionista Sofía Giaquinta aborda en su blog un problema que atraviesa profundamente nuestra relación con el cuerpo y la comida: el miedo a engordar. Lejos de tratarse de una cuestión meramente individual o psicológica, Giaquinta sostiene que este temor está sostenido por estructuras sociales que premian ciertos cuerpos y castigan otros. En ese sentido, señala que no se puede analizar el miedo a engordar sin considerar los privilegios que lo hacen posible. Vivimos en una sociedad que margina sistemáticamente a los cuerpos gordos, no solo desde una perspectiva estética, sino también desde lo estructural: el acceso a la salud, a la ropa, al trabajo, al deseo y a la movilidad se ve profundamente condicionado por la forma del cuerpo que habitamos.
Giaquinta señala que el miedo a engordar es muchas veces entendido como un síntoma de baja autoestima o un temor irracional, pero que, en realidad, responde a un sistema que castiga la gordura. En este contexto, el miedo no es infundado: es una respuesta lógica a la exclusión social que enfrentan las personas con cuerpos no normativos. Sin embargo, la clave está en cuestionar ese miedo, analizar de dónde proviene y qué consecuencias tiene tanto a nivel personal como colectivo.
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Uno de los puntos más potentes de su reflexión tiene que ver con el privilegio corporal. Tener miedo a engordar, plantea Giaquinta, muchas veces implica no habitar un cuerpo gordo. Es decir, ese miedo se da desde un lugar de privilegio: se teme convertirse en lo que otros ya son y sufren diariamente. Mientras unas personas sienten angustia ante la posibilidad de ganar peso, otras ya viven en cuerpos que han sido expulsados de numerosos espacios por el simple hecho de existir. En ese contraste, muchas veces se reproducen discursos gordófobos de manera inconsciente, reforzando el estigma y la violencia hacia quienes ya son objeto de discriminación.
Giaquinta también cuestiona la cultura de la dieta y el mensaje constante de que “cuidarse” implica controlar el cuerpo para que permanezca dentro de unos márgenes considerados aceptables. Los medios de comunicación, la industria de la moda, la publicidad y hasta ciertos discursos médicos han construido una narrativa en la que la gordura es sinónimo de fracaso, pereza, enfermedad o falta de autocontrol. Por eso, el miedo a engordar no solo está relacionado con la imagen, sino con la posibilidad de perder valor social, de dejar de ser deseadas, aceptadas o tenidas en cuenta. En ese marco, el miedo a engordar se convierte en una herramienta de control muy poderosa, especialmente sobre los cuerpos feminizados.
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Este miedo también revela cómo se distribuyen los privilegios en nuestra sociedad. Giaquinta explica que no solo es la delgadez lo que otorga ventaja, sino también otros ejes como la clase social, la raza, el género, la edad o la capacidad funcional. Una persona blanca, delgada y con recursos económicos tendrá más margen para ser escuchada, respetada o aceptada, incluso si expresa miedo a engordar. Por el contrario, ese mismo miedo no tiene las mismas implicancias ni consecuencias que la discriminación sistemática que enfrentan las personas gordas racializadas, empobrecidas o con diversidad funcional.
La propuesta de Giaquinta no pasa por culpabilizar a quienes sienten este miedo, sino por abordarlo con compasión y pensamiento crítico. Se trata de comprender su origen estructural y deconstruirlo desde el respeto, la conciencia y el cuidado. Para ello, sugiere hacernos preguntas clave: ¿a quién le conviene que tengamos miedo a engordar?, ¿cómo podríamos usar esa energía si no estuviéramos todo el tiempo preocupadas por nuestro cuerpo?, ¿qué violencias estamos reproduciendo, incluso sin quererlo?. Como concluye Giaquinta: “Tu cuerpo merece respeto, no condiciones”. Y es desde ese reconocimiento donde puede empezar un verdadero cambio.
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La nutricionista Sofía Giaquinta aborda en su blog un problema que atraviesa profundamente nuestra relación con el cuerpo y la comida: el miedo a engordar. Lejos de tratarse de una cuestión meramente individual o psicológica, Giaquinta sostiene que este temor está sostenido por estructuras sociales que premian ciertos cuerpos y castigan otros. En ese sentido, señala que no se puede analizar el miedo a engordar sin considerar los privilegios que lo hacen posible. Vivimos en una sociedad que margina sistemáticamente a los cuerpos gordos, no solo desde una perspectiva estética, sino también desde lo estructural: el acceso a la salud, a la ropa, al trabajo, al deseo y a la movilidad se ve profundamente condicionado por la forma del cuerpo que habitamos.