5 trucos para gestionar mentalmente el hacerse mayor, según la psicología

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Envejecer es una experiencia universal. Sin embargo, no todos la afrontamos de la misma manera. Mientras algunas personas logran vivir esta etapa con serenidad y plenitud, otras luchan contra el paso del tiempo con angustia, tristeza o miedo. La psicología ha estudiado durante años cómo el proceso de hacerse mayor afecta a la mente y, sobre todo, qué estrategias pueden ayudarnos a transitarlo de forma más saludable. A continuación, te contamos cinco trucos respaldados por expertos para gestionar mentalmente el envejecimiento y vivir esta etapa con mayor bienestar.

1. Aceptar el cambio como parte del ciclo vital

El primer paso para llevar bien el envejecimiento es aceptar que el cambio es inherente a la vida. La psicología positiva insiste en la importancia de abandonar la lucha contra el paso del tiempo y centrarse en lo que sí se puede controlar: la actitud con la que se vive. En lugar de lamentarse por lo que se ha perdido, es útil valorar lo que se ha ganado: experiencia, sabiduría, relaciones más sólidas o una visión más clara de las prioridades.

2. Cuidar el diálogo interno

Lo que nos decimos a nosotros mismos influye de forma directa en cómo nos sentimos. Frases como “ya no sirvo para nada” o “es demasiado tarde para mí” pueden convertirse en profecías autocumplidas. La terapia cognitiva conductual recomienda observar y cuestionar estos pensamientos negativos. Sustituirlos por afirmaciones más realistas y amables, como “estoy en una nueva etapa y también puedo disfrutarla”, ayuda a mejorar el estado de ánimo y la autoestima.

3. Mantenerse activo, también mentalmente

Uno de los errores más comunes al hacerse mayor es abandonar actividades o rutinas que estimulan la mente. La psicología del envejecimiento sugiere que el cerebro necesita seguir aprendiendo y enfrentarse a retos para mantenerse ágil. Leer, estudiar algo nuevo, aprender un idioma, practicar juegos de lógica o simplemente tener conversaciones estimulantes pueden marcar la diferencia a la hora de sentirse vivo y útil.

4. Redefinir el propósito de vida

Tener un sentido de propósito está asociado a una mejor salud mental y emocional en todas las edades, pero se vuelve especialmente importante al envejecer. Si antes ese propósito era criar a los hijos o desarrollar una carrera profesional, ahora puede tomar nuevas formas: dedicarse a un hobby, participar en voluntariados, cuidar de los nietos o simplemente disfrutar del tiempo con uno mismo. Encontrar nuevas metas, por pequeñas que parezcan, da dirección y motivación.

5. Rodearse de vínculos positivos

Las relaciones sociales son un factor protector clave frente a la depresión y la ansiedad en la vejez. Contar con personas que escuchen, acompañen y compartan momentos tiene un impacto directo en el bienestar. La psicología recomienda fomentar estos vínculos y no aislarse. En caso de soledad, es útil participar en actividades grupales, talleres o asociaciones donde sea posible conectar con otros en una situación similar.