Betty la Fea, como Dios la trajo al mundo

Fue un 10 de septiembre de 2001, un díaantes de que el mundo cambiase para siempre por culpa de unos aviones que derribaron dos Torres Gemelas. Ese día, Antena 3 abría la puerta de su programación a una secretaria colombiana con aparato imposible, gafas de culo de vaso y flequillo inenarrable. Se trataba de la protagonista de la telenovela 'Yo soy Betty la Fea' que, tras triunfar en su país de origen, llegaba a nuestra televisión con garantía de éxito. Su protagonista, Ana María Orozco, ha vuelto a Colombia esta semana en mitad de una polémica por su 'huida' del país y de la fama, y por la espectacular sesión de fotos que ha protagonizado en la revista 'SoHo', en la que se muestra desnuda, mostrando sin ningún pudor esos encantos que los colombianos echaban de menos, ya que se fue de allí hace ya doce años, huyendo de una fama no siempre deseada.

Madre de dos niñas y protagonista de una miniserie, 'Lucas', que se emite en Perú, Orozco es consciente de que su destape, a los 42 años, ha causado estragos entre sus compatriotras. "Fue una manera de despojarme de mis propios prejuicios", ha dicho en la revista 'Jet-Set'. "Doy la imagen de que no rompo un plato, pero el hecho de que uno sea reservado y tímido no quiere decir que no sea capaz de liberarse de prejuicios. Hasta Betty resultó siendo una mujer muy apasionada y vivió un romance con don Armando", asegura acerca del personaje que muestra en la revista 'SoHo'.

"Gracias a mi familia siento una motivación por el tema naturista: el yoga, la meditación y la alimentación sana", afirma en la misma publicación acerca del estilo de vida que la ha llevado a tener el espectacular cuerpo que gasta en la publicación. También habla acerca de la fama que la llevó a desaparecer por un tiempo junto a su marido, el también actor Maximiliano Ghione. "Yo vivo muy agradecida con Betty. Con los años se me ha acrecentado este sentimiento por ella. Ha habido muchos reconocimientos por este papel. Digamos que en su momento me costó enfrentarme a tanta fama. Por eso paré", asegura.

Lo cierto es que pocos esperaban que aquel bigote sin depilar, esos ojos saltones y ese aspecto descuidado del personaje de ficción se acabase traduciendo en un bellezón que ahora lo enseña todo, tal vez porque, en realidad, Betty era una fea postiza y de culebrón. La realidad siempre resulta ser mucho menos amable...

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