El príncipe Harry se instala en un cuartel con vistas a una playa nudista

El próximo junio, el príncipe Harry de Inglaterra (30 años) abandonará definitivamente el servicio militar. El lunes llegó a Australia en la que será su última misión. Ha durado una década. El mismo tiempo de instrucción por el que ya pasaron su padre o su hermano. Pero este último destino está situado en un enclave muy pintoresco: el edificio de la Special Air Service (SAS) se encuentra a las afueras de la ciudad australiana de Perth y tiene unas impresionantes vistas a la playa nudista de Swanbourne.

Veterano, a partes iguales, en las lides de la guerra y de la fiesta, el príncipe tiene en su haber dos incursiones en Afganistán… y un desnudo tras una noche de farra en Las Vegas que dio la vuelta al mundo. Aunque en estas cuatro semanas no solo estará en Perth –su última instrucción tiene también como destinos las ciudades de Sydney y Darwin–, ¿sería posible ver al royal disfrutando de una fiesta salvaje en la mencionada playa? Todo está por ver. Ya tuvo que pedir disculpas por aquellas imágenes: “Fue probablemente la típica situación que haría alguien del ejército y no de la realeza”.

La playa nudista de Swanbourne es todo un atractivo a nivel mundial. En muchos foros web la describen como un lugar muy bonito, “donde se pasea gente muy agradable, sociable y que disfruta de las actividades y las bondades de una zona de baño nudista”. Incluso los hay que recomiendan a los vecinos de la zona visitarla sin ropa: “Si alguno tiene la intención de ir vestido, puede ser denunciado por los vigilantes”.

De ser que su responsable directo, el teniente general de la Fuerza Aérea, Mark Binskin, deje a sus subordinados visitar la playa de Swanbourne, Harry debería cuidarse a la hora de ponerse un bañador(o no) el día que lo haga. Aquella noche de fiesta en Las Vegas le costó, entre otras muchas broncas, la de su hermano Guillermo y la de su abuela la reina Isabel II. No le será fácil huir de la rutina fuera del área de maniobras aéreas para dejarse llevar por el espíritu festivo de sus compañeros de filas.