Todos los (sorprendentes) detalles de la estancia del príncipe saudí en Madrid

La gira internacional del príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman, finalizó en Madrid, donde se entrevistó con el rey Felipe, Mariano Rajoy y varios de sus ministros. Tuvo tiempo en este viaje de día y medio de participar en una cena privada con los Reyes a la que acudió don Juan Carlos, al que el padre del heredero consideraba como su 'hermano'. La visita de Estado fue breve y estuvo repleta de anécdotas relacionadas con la estancia de Mohamed bin Salman en la capital del reino de España.

Le acompañaba un séquito de 400 personas, que se han alojado en los diferentes hoteles de lujo de la capital. Un pequeño grupo formado por cincuenta se instaló con el príncipe heredero en el Palacio de El Pardo, residencia oficial de los mandatarios extranjeros.

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El grupo Paraguas, formado por locales punteros en el mundo de la restauración (Amazónico, Ten con Ten, Quintín, Numa y El Paraguas), fue el encargado de organizar la vida gastronómica del príncipe y sus acompañantes más cercanos durante el tiempo que duró su estancia en Madrid. Y lo más llamativo fue que solo contaron con tres días previos para organizar el operativo.

El sábado, la Embajada contactaba con el grupo y el lunes ya estaba a pleno rendimiento cocinas, 'offices', despensas y resto de estancias que debían servir para que todo estuviera a punto para la llegada de los saudíes. Un esfuerzo titánico que superaron con creces los responsables de la empresa de restauración. En total, un equipo de quince personas con apoyo logístico en horario continuado de 24 horas.

Hasta El Pardo se trasladaron frigoríficos, hornos y parrillas industriales, además de vajillas, cristalerías, cubertería, manteles y todos los enseres domésticos inimaginables. Todo debía ser nuevo y a estrenar, y la intendencia debía estar dispuesta a todas horas. Lo mismo había que preparar unas hamburguesas de carne Kobe a las cinco de la mañana que tés a medianoche, helados solo de pistacho a media mañana, verdinas (plato estrella de El Paraguas) o paellas a las ocho de la tarde. Los cocineros tenían que preparar este típico plato de estilos variados: con bogavante para el séquito, y solo de verduras y pollo para el heredero, alérgico al marisco y entusiasta de los zumos que le servían a cualquier hora. El preferido era el de piña, mango y jengibre.

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Todo los platos se preparaban en el momento. En el caso de los menús del heredero se cocinaban en presencia de varias personas: el dietista, el médico, el nutricionista y el personal de seguridad. Una vez terminado se empaquetaba, se cerraba con el sello real y se trasladaba a la mesa principal.

A diario llegaban camiones con las provisiones que se utilizarían para las comidas de las cerca de cincuenta personas que formaban parte del círculo íntimo del príncipe y del propio Mohamed bin Salman. Todo tenía que ser fresco y de primerísima calidad. El alcohol no entró en palacio, ni tampoco nada que tuviera que ver con derivados del cerdo.

La colaboración del servicio saudí con los trabajadores españoles, que aprobaron con matrícula de honor, fue plena durante los cuatro días que duró el zafarrancho de combate en El Pardo.