Verdades y mentiras de las historias de Froilán y Victoria Federica Marichalar
Los hijos de la infanta Elena han protagonizado historias de todo tipo sobre sus estudios, sus saltos del confinamiento o sus salidas nocturnas. ¿Cuáles son verdad y cuáles no?
Durante un tiempo, Froilán se convirtió en el nieto conflictivo de los reyes Juan Carlos y Sofía frente a los primos Urdangarin e incluso su propia hermana. Todos los demás eran, aparentemente, más dóciles y buenos estudiantes. A partir de la famosa patada en la boda del príncipe Felipe con la periodista Letizia se fue forjando su leyenda. Después, llegarían sus comentarios en la primera etapa del colegio San Patricio, donde presumía de los tanques que tenía su abuelo. Después llegarían el disparo en el pie, las malas notas, el tripitir curso, los desencuentros en las discotecas y los insultos a un asiático en una cola del parque de atracciones de Madrid y su querencia a Podemos.
De todas estas historias, algunas eran ciertas y otras totalmente falsas como en su día se demostró. Por ejemplo, aquel insulto al “puto chino” que casi se convierte en un conflicto diplomático nunca existió. Aseguraron que había un vídeo que nunca vio la luz. Ni hubo chino ni parque temático, como así pudo confirmar este medio. En cuanto a las peleas verbales discotequeras, más de una vez fueron provocadas por otros jóvenes para después ofrecerlas previo pago a programas televisivos. En una de estas ocasiones, el enfrentamiento ocurrió porque hicieron un comentario relacionado con su padre. Aquí sí hubo testigos que nada tenían que ver con el chico y que confirmaron públicamente la historia.
Jaime de Marichalar reconocía a Vanitatis que su hijo “lo pasa francamente mal con algunos comentarios que se dicen de él, como que le gustaba Podemos o que había repetido curso tres veces. Y no era verdad. Son mentiras que hacen mucho daño. Yo he tenido que soportar calumnias y la verdad es que llegan a complicar el estado de ánimo”.
El tema estudios no era su fuerte y determinadas informaciones al respecto sí fueron reales. La consecuencia de ser mal estudiante comenzó en el internado de Siguenza. Después se trasladó dos años a Estados Unidos; dos años que le hicieron madurar. Huía de los lugares de moda y si se encontraba con sus amigos en el antiguo Pachá, lo hacía de madrugada para que ni la prensa ni los provocadores le pillaran en la puerta.
Su etapa universitaria la inició con buen pie y por ahora ha ido a curso por año e incluso estuvo unos meses en Londres realizando unas prácticas que pudo acabar antes de que se decretara en España el confinamiento del pasado mes de marzo. Cumplió la cuarentena en el hotel boutique propiedad de la familia de su compañero de universidad Andrés Parladé, tal y como publicó Vanitatis en exclusiva. En esos meses no se dejó ver y cumplió la promesa que le había hecho a su abuelo de no dar que hablar.
Hace quince días fue protagonista de unas imágenes donde se le veía pasear por Madrid sin mascarilla, a pesar de ser un elemento obligatorio. Esta vez no era una noticia fake sino una realidad. Felipe, Juan Froilán de Todos los Santos incumplía la norma que podía complicar la vida de su abuela doña Sofía, con la que suele comer en el palacio de la Zarzuela. Por ahora, no se le ha visto en lugares de ocio después del toque de queda. Si lo ha hecho, no hay constancia pública.
El caso de Victoria Federica
Muy diferente ha sido la evolución de su hermana. Una niña tranquila que no daba preocupaciones. Nunca fue buena estudiante pero lo suplía con buen comportamiento. Victoria no despuntó mediáticamente hasta que cumplió su mayoría de edad y, como dice el refrán, se soltó la melena. Su hermano le dejó vía libre y Vic (como la llaman en familia) se inició en el ocio nocturno y en el diurno en las plazas de toros animando a su primer amor, Gonzalo Caballero. No tuvo encontronazos con la prensa como Froilán y tampoco con espontáneos que le buscaran problemas.
La relación con la infanta Elena se complicó con los horarios de llegada a casa, que no coincidían con los exigidos por la madre. En este sentido, hay varios encontronazos maternofiliales publicados por Vanitatis. Uno en Sevilla y otro en el Club de Campo de Madrid. Noticias ciertas con testigos presenciales y comentarios de la infanta del tipo “me tienes harta” o “estoy hasta ..... de que hagas lo que te dé la gana”. La duquesa de Lugo, igual que don Juan Carlos, son mal hablados.
Cuando llegó la pandemia, Victoria Federica se saltó el confinamiento en varias ocasiones y hubo revuelo en Zarzuela por el incumplimiento sanitario. No lo pudieron negar porque ‘ciudadanos paparazzi’ confirmaron esa tendencia de la joven a saltarse las normas y no llevar mascarilla.
Pero, como sucedió con su hermano, hubo situaciones reales y otras que son falsas. Hace unos días, saltó la noticia de que Victoria y su novio, Jorge Bárcenas, se encontraban de fiesta en un local de la calle Miguel Ángel después del toque de queda. Y aún más, se dijo que la policía tuvo que irrumpir en el establecimiento, donde se superaba el aforo y había clientes sin mascarilla. Entre los asistentes, Victoria Federica y su novio.
Esta información resultó falsa, como pudo acreditar Vanitatis. La sobrina de Felipe VI y su pareja cumplieron las normas. Bárcenas, en su calidad de DJ, había estado pinchando y antes de las 12 finalizó su trabajo. El aforo era el reglamentario y así lo confirmaron los responsables: “Todos los que entran en el local lo hacen con reserva para cenar o tomar una copa. Las mesas son de seis personas y están con la separación reglamentaria”. En cuanto a la aparición de la policía, no hubo tal presencia. Victoria Federica fue protagonista de una falsedad que, esta vez, no iba con ella.
Durante un tiempo, Froilán se convirtió en el nieto conflictivo de los reyes Juan Carlos y Sofía frente a los primos Urdangarin e incluso su propia hermana. Todos los demás eran, aparentemente, más dóciles y buenos estudiantes. A partir de la famosa patada en la boda del príncipe Felipe con la periodista Letizia se fue forjando su leyenda. Después, llegarían sus comentarios en la primera etapa del colegio San Patricio, donde presumía de los tanques que tenía su abuelo. Después llegarían el disparo en el pie, las malas notas, el tripitir curso, los desencuentros en las discotecas y los insultos a un asiático en una cola del parque de atracciones de Madrid y su querencia a Podemos.